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Alguien de la embajada vio su consternación y le dio oportunidad; tuvo la nota más alta

Estaba en el límite de edad y acudió vencido el plazo, pero consiguió la beca para México

Para muchos será el primer viaje de su vida; los despidieron el embajador y el presidente de Haítí

Enviado
Periódico La Jornada
Miércoles 6 de agosto de 2014, p. 19

Puerto Príncipe, 5 de agosto.

En un país donde menos de uno por ciento de la población menor de 25 años concluye una carrera, 49 por ciento son analfabetos y los niveles de educación básica se ubican entre los más bajos de América Latina, obtener la mayor puntuación en el examen de selección entre 700 postulantes para cursar una licenciatura en el extranjero parece una tarea imposible.

Mackenson Difficil lo consiguió justo en el último momento, cuando todo parecía confabularse en su contra. Había vivido, como la mayoría de los haitianos, en una situación de vulnerabilidad que lo obligó a dejar la escuela por falta de recursos y a sobrevivir con trabajos eventuales mal pagados.

Cuando se enteró de las becas que ofrece México, el periodo de inscripción se había terminado. No obstante, llevó su solicitud, misma que fue rechazada a pesar de sus súplicas, de insistir en que estaba en juego su futuro, de que necesitaba esa oportunidad.

Una persona de la embajada lo vio sentado en las escaleras. Él se veía triste, desolado. Ya tenía 25 años, que es el límite de edad para solicitar la beca. Al final decidimos admitirlo. Nunca damos los resultados, pero les puedo decir que obtuvo la calificación más alta de entre los 700 postulantes, comenta el embajador de México en Haití, José Luis Alvarado.

En su familia nadie tiene un trabajo formal, cuentan con una máquina de coser y la madre de Mackenson diseña y fabrica la ropa que visten sus hijos y vende algo para mantenerlos.

Este martes, finalmente, llegó a una de las áreas ya restauradas del Palacio de Gobierno –que quedó completamente derruido tras el terremoto de 2010– y junto al resto de sus compañeros escuchó las palabras de despedida del embajador de México y del presidente Michel Martelly.

“Todos ustedes –les dijeron los funcionarios– deben sentirse orgullosos de lo que lograron. Nadie les regaló nada, ustedes se ganaron un lugar para seguir preparándose, para convertirse en los representantes de la nueva generación de haitianos, preparados, pensantes. Esto es un premio a su esfuerzo.”

Los becarios, jóvenes de entre 18 y 25 años provenientes de los sectores más necesitados, seguían los discursos pero en realidad no con mucha atención. Frecuentemente leían las tarjetas que colgaban en su pecho y que además de su nombre, indicaban los estados que los recibirán a su llegada a México: Oaxaca, Chiapas, Tabasco, Yucatán... nombres que no entienden, estados cuya ubicación desconocen, pero que les representan a todos una oportunidad para alejarse de la violencia y la inseguridad, al menos por los próximos cuatro años.

Su reacción no cambió ni cuando el embajador de México anunció que a partir de esta generación cada becario contará con un ingreso suplementario de 650 dólares al mes. Piensan en sus familias. Vinieron a despedirlos y las escenas eran conmovedoras, comentó uno de los choferes que los condujo hasta la casa presidencial. Ninguno ha salido nunca de Haití. Es, para la mayoría, el primer viaje de su vida, la primera vez que van a subir en un avión, agregó.

Tras la ceremonia, representantes del cuerpo diplomático acreditados en Haití se acercaron al embajador mexicano para decirle que las becas que ofrece México son la clave para el resurgimiento de Haití, que es uno de los programas que mayor impacto han tenido en el proceso de recuperación del país tras el terremoto, que todos deberíamos replicarlo.

Los jóvenes partieron pasado el mediodía en un avión enviado especialmente por el gobierno mexicano. Estarán hospedados cerca de la cancillería para concluir con los últimos trámites antes de dirigirse, este fin de semana, a sus nuevas escuelas, a empezar de nuevo.