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Me moría por esta camiseta, pero ahora me topo con la realidad, dice el artillero

Lo único que me falta para ser feliz es dirigir a Pumas: Cabinho

Era malo como jugador, pero me convertí en goleador porque también soy muy terco, recuerda

Asegura que rechazó ofertas de jugar con Pelé por seguir con el equipo de la UNAM

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El brasileño Evanivaldo Castro es el máximo romperredes del futbol mexicano con 312 anotacionesFoto club Pumas
 
Periódico La Jornada
Viernes 3 de octubre de 2014, p. a13

Cuando era niño, en la playa y en las calles de su natal Bahía, Evanivaldo Castro tenía que hacer sus propias pelotas –de calcetas rellenas de ropa o de buches de puerco repletas de papel y amarradas con hilo– para que los demás infantes lo dejaran jugar.

Dice entre risas: Era muy malo, la verdad, siempre era el último en ser elegido en el barrio... pero también era muy terco. Lo que me llevó a convertirme en un gran goleador fue la terquedad de cumplir mis sueños en el futbol.

Y los cumplió.

Años después, apoyado en esa terquedad y en una fortaleza física de caballo, Evanivaldo se convirtió en el rey del gol del futbol mexicano y fue más conocido por un apodo que aún cimbra las redes rivales: Cabinho.

El brasileño es una de las leyendas del futbol mexicano: es el máximo romperredes en la historia (312 tantos), implantó el récord de ocho títulos de goleo (siete en forma consecutiva) y acaba de ser nombrado integrante del equipo ideal de Pumas en sus 60 años.

Sin embargo, pese a esos logros, que lucen casi inalcanzables, aclara que no es feliz.

“Tengo una piedra en el zapato: nunca me dieron la oportunidad de dirigir a Pumas, el equipo de mis amores, y ahora me duele ver que ha perdido su esencia, ya no tienen las fuerzas básicas de antes.

Sólo pide una oportunidad

Después de tantos años en el futbol y de tantas cosas que hice, lo único que me falta para ser feliz es que me den una oportunidad... en Pumas viví la felicidad y ahora me topo con la realidad, dice el ex delantero, de 66 años, quien se encuentra en estos días en México para ultimar detalles sobre su autobiografía, que se espera esté lista en diciembre próximo.

Soy muy inquieto. Nunca jugué por dinero, lo hice por gusto y ahora como entrenador quiero seguir dentro del futbol. Tomé un curso en Sao Paulo y otro en México, pero oportunidad nunca tuve. La mayoría sí la tuvo en Pumas, como entrenadores o en la directiva, yo no, agrega con amargura el Cabo, quien después de haber sido el peor futbolista de la cuadra ahora presume números que lo ubicarían detrás de leyendas brasileñas.

Según sus propias cuentas, marcó 390 tantos en México –contra la versión oficial de que fueron 312–, más 527 en la liga portuguesa, por lo que sus cálculos personales de más de 900 anotaciones sólo lo ubicarían detrás de los máximos artilleros Pelé, Romario y Zico.

Evanivaldo Castro Silva (28 de abril de 1948) nació en Salvador de Bahía, Brasil. Se crió en una familia de 14 hermanos, de los 38 que su padre Evaristo procreó en total.

Nunca se le dieron los libros, por lo que pasó sus días jugando futbol y nadando, pero también ayudaba a su mamá, que vendía comida en el mercado a integrantes del ejército, quienes lo empezaron a llamar cabo, después cabito y con el tiempo se transformó en su nombre de guerra: Cabinho.

El amor por el juego dio frutos a sus 16 años, cuando fue contratado por el Flamengo y después pasó al Portuguesa, Atlético Mineiro y otra vez el Portuguesa, de donde una recomendación de su compatriota Carlito Peters lo trajo a Pumas.

Quienes lo vieron en ese tiempo lo calificaron como un crack, un jugador completo: alto, fuerte, veloz, con buen cabeceo y un disparo tan potente que se llegó a decir que rompía las redes y fracturaba los dedos de los porteros.

Debutó en México el domingo 4 de agosto de 1974 con una playera auriazul que con el tiempo sería de época: con el enorme puma al frente y sin anuncios comerciales. Sólo tardó 39 minutos para marcar el camino que lo definiría: su primer gol en el balompié nacional, al Toluca, de un total de 16 que logró en su primera campaña.

Y si no anotó más fue porque a los dos meses de estar en el país pidió permiso para ir a Brasil por su esposa... pero se tardó siete semanas en regresar.

El de Cabinho fue, tal vez, el mejor Pumas de la historia, con jugadores como Muñante, Cándido, Cuéllar, López Zarza, a quienes después se uniría Hugo Sánchez. Nos movia el amor al futbol, no el dinero, recuerda de esos auriazules que le pusieron un alto a la entonces imparable Máquina del Cruz Azul.

Sus logros fueron únicos: campeón de copa 74-75, monarca de liga 76-77 y romperredes en las temporadas 75-76, 76-77, 77-78 y 78-79 con Pumas, club en el que sigue siendo el máximo artillero, con 151 anotaciones.

Pasó entonces al Atlante, que entonces era manejado por el IMSS, y siguió siendo el rey del gol en 79-80, 80-81 y 81-82, para un total de siete cetros de manera consecutiva.

Con León, un equipo modesto, también conquistó el título en 84-85.

Regresó a su patria, con el Paysandú, y se retiró con Tigres de la UANL. Su último gol fue el miércoles 20 de mayo de 1987, en el estadio Universitario, ante Morelia.

–¿Cuál era su secreto para anotar tantos goles? –se le pregunta a un Cabinho, todavía fuerte, un poco canoso a sus 66 años.

–Entrenaba bien, comía bien, dormía bien. No hay secretos: si te preparas bien, las cosas te salen bien –responde con tranquilidad.

Fue tremendo lo que hice, tal vez lo podrán igualar en muchos años... Cuando era jugador fui como un caballo, fuerte, vigoroso, con ganas de romper la red, dijo sobre su paso por las canchas.

–¿Y cómo definiría al gol en el futbol?

–Es lo máximo que pueda existir, es la culminación de un trabajo de todos –dice apenas, pero de inmediato insiste en que más allá de sus tantos, lo que más valora de su paso por las canchas es la playera auriazul: Me identifiqué con la camiseta, me moría por ella.

Y en esa identificación, asegura que desechó ofertas para jugar con Pelé, cuando el Rey del futbol mundial militaba en el Santos y después en el Cosmos de Nueva York, además de que también recibí propuestas del Real Madrid y de otros equipos de Europa.

Se dedica a bienes raíces

Evanivaldo, divorciado y padre de dos hijos en Brasil y dos en México, se dedica a unos negocios, a bienes raíces en Brasil, unos departamentos, ando de allá para acá... y veo partidos los fines de semana, donde se enteró de la contratación de Ronaldinho por el Querétaro y lo calificó como un fenómeno que puede levantar al futbol mexicano.

En Salvador de Bahía también imparte clases a unos 400 jugadores chicos, a quienes les habla de la disciplina y del amor a la playera, que dice cada vez se va perdiendo más.

No le gusta minimizar a ningún niño de los que acuden a aprender, tal vez por un recuerdo de su infancia, cuando jugaba como defensa y faltó el centro delantero y le pidieron al Cabo que tratara de anotar aunque fuera un solitario gol, en aquellos lejanos tiempos en que los balones eran de cuero y cuando llovía se transformaban en auténticas piedras.

Cabinho regresará en breve a su natal Bahía, pero dice no perder la esperanza de que, finalmente, lo llamarán para dirigir a sus Pumas: Y entonces me vuelves a preguntar y te diré: ahora sí soy completamente feliz.