Política
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Nosotros ya no somos los mismos

Las licencias de Madero

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¿Cómo interpretará el señor presidente del Partido Acción Nacional las diferencias entre los estatutos partidarios y el reglamento para la selección de candidatos? ¿Atenderá las opiniones del senador Javier Corral al respecto?Foto María Meléndrez Parada
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sto sí que es meterme en lo que no me incumbe, pero, ¿cómo interpretará el señor presidente del PAN las diferencias entre los estatutos partidarios y el reglamento para la selección de candidatos? ¿Atenderá las opiniones del senador Corral al respecto? Veamos. El artículo 48/2 de los estatutos dice: En caso de falta temporal que no exceda de tres meses, la o el presidente será sustituido por la o el secretario general. Sin embargo, el párrafo segundo del artículo 52 del reglamento para la selección de candidatos establece: “Para aquellos funcionarios del partido […] que sean precandidatos para cargos por la vía de representación proporcional, su licencia podrá concluir terminado el proceso de selección interna de candidatos, incluyendo en su caso la respectiva etapa impugnativa”. Nótese que el verbo podrá, implica el derecho de opción, es decir, su ejercicio es potestativo: si quiere, puede. Una pequeña duda: ¿A quién corresponde decidir si puede? ¿A quién solicitó la licencia, o al otorgante de la misma? En el caso concreto que nos ocupa, el proceso de selección interna, incluida la respectiva etapa impugnativa, termina pasados los tres meses de licencia concedida al señor Madero. Si se aplica lo dispuesto en el reglamento, éste puede prolongar la licencia que le fue otorgada. Si el senador Corral tiene razón, deberá solicitar una nueva licencia por otros tres meses. Los estatutos no señalan cuántas veces pueden ser otorgadas consecutivamente estas licencias. De acuerdo con el criterio del senador Corral, el señor Madero debería pedir las licencias (trimestrales), necesarias, hasta que fuera nombrado coordinador de la fracción panista en la Cámara de Diputados.

Pero ya entrado en gastos, otro pequeño cuestionamiento: la facultad de esa designación, de acuerdo con la normatividad interna del partido, corresponde al presidente del comité nacional que, ¡quién lo creyera!, es, será… el propio diputado Madero. ¿Se autoungirá? ¿Seguirá de presidente/coordinador hasta 2017, en que, ¡voto a bríos!, tenga que presentar doble renuncia para ser precandidato a la grande?

Otras interrogantes: si don Gustavo no pudiera ser coordinador y presidente al mismo tiempo (a estas horas me da una flojera infinita investigarlo), evidentemente renunciaría a este último encargo. Si lo hace antes del 22 de mayo de 2015, la comisión permanente del PAN convocará, en un plazo no mayor a 30 días, a la militancia que elegirá a quien deba terminar el periodo del anterior. En caso de que la falta ocurra dentro de los dos últimos años de su encargo, la comisión permanente elegirá a quien deba sustituirlo para terminar el periodo. (Redacción y puntuación, responsabilidad partidista.) Se me ocurre que en el segundo caso los momios favorecen al joven queretano: si ya ha estado cubriendo a don Gustavo, y no lo ha hecho nada mal, en obvio de enfrentamientos, pues mejor que continúe hasta terminar el periodo. Ahora que como en ningún ordenamiento se establecen cuántas licencias consecutivas de tres meses puede solicitar don Gustavo, pues simplemente permanece de licencioso hasta 2017, cuando se verá obligado a una renuncia definitiva para ser candidato presidencial. Esto, si es que los estatutos no le permitieran ocupar, al tiempo, la presidencia y la coordinación. Si no lo prohíben o ni siquiera lo consideran, pues ya la hizo don Gustavo y, sin cólicos ni retortijones. Si aguanta hasta el 23 de mayo de 2015, evita el riesgo de una elección. Porque imaginen (nada más por joder, diría don Venancio), que doña Margarita, es decir, la diputada Zavala, compite y gana la dirigencia del PAN antes de la designación del candidato presidencial de su partido? ¿Y qué tal que ya presidenta, se le ocurre un golpe de timón y cambia, de acuerdo con su prerrogativa, de coordinador en la Cámara de Diputados? No habría brocha que resistiera, en condiciones tales, una candidatura presidencial. Reconozco que con esta columneta me extralimité, porque ni soy secretario de elecciones ni director general jurídico, ni titular del comité estratégico de elecciones (¡agárrese! Jorge Villalobos Seáñez y su pancarta: ¡Vote por Montana, digna de la mejor curul), ni de la secretaría de propuesta y mensaje: (Creel de la Barra. Propuesta: asalariados: éntrenle con su quincena. Pa’lo que ganan, ¿qué más da? Mensaje: En los casinos no se discrimina a nadie que tenga algo que perder).

Lo acepto: en los anteriores renglones habló por mí el Venancio que todos llevamos dentro.

Raúl Fernández es originario de Petatlán, un poblado guerrerense (para el que Iguala le debe parecer el coloso del norte o de cualquier punto cardinal) de un poco más de 20 mil habitantes. Bueno, uno menos cuando Raúl se fue a Francia, después de graduarse de sociólogo en Ciencias Políticas de la UNAM. Regresó con un doctorado por la Escuela de Altos Estudios en Ciencias Sociales de París, y suele ser mi bodyguard cuando sus ocupaciones como director del Instituto Internacional de Estudios Políticos Avanzados de la Universidad de Guerrero se lo permiten. Si en esta ocasión así sucediera, ya les compartiré los puntos de vista conocedores, fundamentados, veraces y vividos desde el interior del hoyo negro en que se ha convertido ese territorio tan entrañable que es Guerrero. En carta electrónica yo le expresaba al doctor Fernández un angustioso temor que convierte mis paranoias en dulces sueños de bebé: tan pronto comience a amainar el impacto que en estos momentos cimbra a México y encuentra (afortunadamente) eco en muchas partes del mundo, conforme el paso del tiempo y la adopción de algunas medidas tan espectaculares como cosméticas inunden los medios electrónicos, la ira, la indignación, el dolor intenso irán, irremediablemente, menguando. Poco a poco los sicarios depredadores de la opinión pública regresarán a justificar sus estipendios, y la verdad comenzará a ser otra. ¿Cuánto falta para que los padres de los niños de la guardería ABC de Hermosillo sean responsabilizados por los daños ocasionados por esos infantes traviesos que, jugando con chinampinas y cohetones, provocaron el incendio del 5 de junio de 2009? ¿Cuánto para que los familiares de los migrantes centroamericanos sacrificados en San Fernando, Tamaulipas, no sean demandados por los funcionarios calderonistas del INM, por el delito de adentrarse en territorio tamaulipeco sin su sistema de trilateración inversa (Gionass, en la Federación Rusa; Galileo, en la UE; Beidou, en China, y GPS entre nosotros). Así de premodernos, cualquiera está expuesto a caer en una de las miles de tumbas que, por lo que pueda ofrecerse, existen abiertas en ese estado. ¿Cuándo se agotará la conmiseración de don Germán Feliciano Larrea Mota Velazco, chief executive officer (el CEO, como le decimos los cuates), y la emprenda con todo su moderado potencial económico contra la Familia Pasta de Conchos (y de paso contra don Raúl Vera, quien, si sigue de agitador, puede ser condenado por la temible Congregación para la Doctrina de la Fe, en donde el segundo hombre más rico de México puede llegar a ser muy convincente). Ya basta de que lo inculpen de haber convertido una mina en un cementerio y, en todo caso, ¿no les ahorró a esas familias todos los gastos funerarios? ¡Además de tiznados, malagradecidos!

No, por esta vez mis tétricas suposiciones, augurios y profecías tienen horribles referentes: en 2010 la señora Gordillo planteó la transformación de las normales rurales en centros de capacitación turística: guías de visitantes extranjeros en lugar de promotores del desarrollo de sus comunidades. Y si cursan posgrados, hasta se pueden ir de jardineros, diría después su gurú. ¿Era simplemente estúpida? No lo creo, ella es más viva que varios gabinetes juntos. Era, es, todo lo perverso que puede ser un desclasado que, hay donde lo ven, son los peores enemigos de sus orígenes. Recuerden estos nombres: Tomás Hernández, Rubén Figueroa, Arturo Álvarez, Cristino Evencio, Ricardo Taja, Jorge Camacho, todos diputados locales en Guerrero. Ellos opinan que la Normal de Ayotzinapa debería desaparecer, porque los alumnos son vándalos y porque es una cuna de guerrilleros. Y desde las catacumbas más oscuras, pero lucrativas del conservadurismo, comenzaron ya a sembrarse las dudas más lógicas, obvias, inteligentes. (Recuérdese que la duda es uno de los nombres de la inteligencia.) Platiquemos de las Dudas de Ayotzinapa y también de sus certidumbres.

Dos recados pendientes para Jorge Volpi y para Luis, el cineasta non, orgullo del nepotismo de mi amigo Pepe Estrada.

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