Espectáculos
Ver día anteriorSábado 25 de abril de 2015Ver día siguienteEdiciones anteriores
Servicio Sindicado RSS
Dixio

Unas 15 mil personas asistieron al primer concierto en México de su gira Melody Tour

Neil Diamond deja un dulce sabor a nostalgia en el Domo de Cobre

El cantante de 74 años interpretó temas que lograron fama mundial en voces de otros, como Red Red Wine y I’m a believer

Después de deleitar al público con su versión de Allá en el Rancho Grande, Cracklin’ Rosie y America cerraron el espectáculo del originario de Brooklyn

Foto
Neil Diamond durante su presentación en el Palacio de los DeportesFoto Ocesa
 
Periódico La Jornada
Sábado 25 de abril de 2015, p. 8

La canción I’m a believer fue un éxito con The Monkees, y revivió al oírse al final de una de las películas del ogro Shrek, por lo que es un tema popular desde hace más de 40 años, y fue con el que Neil Diamod, su creador, abrió su concierto en el Palacio de los Deportes, el primero en México, el viernes pasado.

Según los organizadores, presenciaron el recital 15 mil 165 personas, que compartieron una noche de rock aderezado con funk, folk, R&B, jazz, reggae, balada, pop y country, que ha dado lugar a melodías de fama mundial, muchas interpretadas por Julio Iglesias, UB40, Elvis Presley y U2.

No obstante, las que han trascendido más son las que él canta, con su estilo inconfundible. Sólo la parte detrás del escenario estuvo vacía y todo el espacio restante era un hormiguero, visto desde arriba. Fue un encuentro con un público conocedor de su estilo. Grupos de amigos, algunos de ellos contemporáneos de Neil, quien tiene 74 años, revivieron laureles y retornaron mentalmente a los días en que todo iniciaba en la vida, el trabajo, el amor, la amistad que trasciende.

Un intro de melodías abrió el camino a la banda y a Neil. Desde el primer acorde la gente se conectó y la electricidad volvió a Arkansas, como en la famosa rola de Black Oak.

Voz que provoca

La voz del Diamante es la metáfora de que sólo estas piedras son eternas. Esa voz provoca histeria, prendidez, deseos de volver a ser joven. Tiene razón Jaime López: nostalgia que no tiene referente de actualidad no tiene sentido. La música de Diamond está viva. La añoranza es otra cosa.

Quizá Neil no sepa, pero Julio Iglesias lo ayudó a abrirse camino en México y en el mundo.

Siguió September Morning, entre aplausos y gritos al punto del desgañite. La emoción cunde. El originario de Brooklyn transmite su paz interna. Tiene muchas tablas y da pausa cuando se debe. El tiempo en el escenario es suyo. Lo controla. Sube y baja el ritmo y todo es un consaber melódico. Algunos caballeros, en plan de coto, le silban chuleándolo. Revistas de moda lo consideraron uno de los hombres más sexys del mundo y sus vecindarios. Cuando Dios da lo hace a manos llenas. A sus siete décadas y media de vida se ve muy lleno de la chispa, del flojisto, del primer motor aristotélico. ¿Por qué los rocanroleros viejos e híper famosos hacen giras y aparentemente no se cansan, aunque den de brincos por tres horas?

Dicen por ahí que además de comer muy sano se cambian la sangre de vez en vez. Quién sabe. Pero Neil se ve de una sola pieza a sus 74 años. Hello es una canción triste. Eleva el ánimo con dos piezas tropicalozas.

El Palacio de los Deportes se vuelve un antro para el reggae y el rock inglés con Red Red Wine, que hizo éxito UB40. El baile en los pasillos se logra con esfuerzo, a punta de pie. Somos muchos y queremos movernos. Otra chela, aunque cuesten 80 varos. Al final, las que no se vendieron son rematadas a 50 pesos el vaso. Red Red Wine... Beer Beer Beer.

Todo es un ambiente de olor a cebada y a ocre. Corretizas al baño más cercano, para que no explote la vejiga.

Es millonario, a pesar de que un divorcio le costó hace años 150 millones de dólares. Pelillos a la mar. De todos modos da coraje.

Es una leyenda viva y las biografías refieren que no siguió el negocio de las lavanderías de sus padres.

Unas infaltables

A las 22:40 le piden tal y cual rolaza, pero él lleva su programa. Mejor. Se arranca con Craclin’ Rosie, que retrotrae a Roberto Jordán, el cantante de la cabellera afro, de Juegos en mi mente y de Amor de estudiante, que era parafraseada en su letra al grito de mi alcohol de estudiante, mi primer alcohol. Parejas la bailan donde pueden, a la manera de danzón, por la falta de espacio, sobre un ladrillo.

Sobrevino la esperada: Sweet Caroline, que Neil alargó al ver el gusto del público por esa rolazazaza.

¡Silencio! Se oyen los acordes de America, la clásica que es cantada en el clímax de la película The Singer. Un rock entre espalda y madre que sólo autores como él y Paul Anka pueden crear, éste con Jubilación.

Antes, para cumplir la conseja de al lugar que fueres haz lo que vieres, interpretó, papel en mano, Allá en el Rancho Grande, con un español arrastrado, a la manera de Los Polivoces. Se agredeció el esfuerzo.

Pidió igualdad entre las personas, que no influyan la estaura, el color de piel. Aleluya, aleluya.

Tras 26 canciones, Neil se despidió en el que fue su primer concierto en México, dentro del Melody Tour, que dejó un sabor dulce, como el de Carolina.