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Mañana se cumple el centenario del nacimiento del realizador

Con 20 años Orson Welles consiguió más de lo que muchos en toda una vida
 
Periódico La Jornada
Martes 5 de mayo de 2015, p. a10

Nueva York.

Su trabajo de mayor repercusión es, paradójicamente, el menos conocido. Orson Welles fue la voz del ominoso Robin Masters en la serie de televisión Magnum. Eso sí, medio siglo antes, con apenas 20 años, había experimentado y logrado más de lo que muchos conseguirían en toda una vida. Mañana se cumplen 100 años del nacimiento de este niño prodigio del cine y la radio.

Pese a ser el autor de la pieza más famosa de las ondas y una de las películas más legendarias de la historia del séptimo arte, Welles sigue siendo menos conocido que Spencer Tracy o Clark Gable. Al contrario de lo que sucede con los identificables rostros de Cary Grant o Humphrey Bogart, el suyo no resultaría familiar al público no cinéfilo. Sin embargo, dominó los nuevos medios como ningún otro.

Nacido el 6 de mayo de 1915 en Wisconsin, heredó el amor a las artes de su madre, una pianista que falleció días antes de que él cumpliera nueve años. En su juventud, probó primero suerte en el teatro y se presentó en Irlanda como estrella de Broadway. Allí lo miraron con escepticismo, pero le dejaron actuar, y entusiasmó al público. Cuando regresó a Estados Unidos, con 16 años, llegó realmente su éxito en Broadway y se dio a conocer como actor radiofónico.

El gran acotecimiento: La guerra de dos mundos

Entonces llegó La guerra de los mundos. ¡Interrumpimos la emisión con una noticia extraordinaria!, se escuchó en la radio en 1938. En Marte se habían observado explosiones, explicaban antes de pasar a la música. Después llegaban otras noticias: los marcianos habían aterrizado y se disponían a incendiar y envenenarlo todo. Había estallado una guerra por la supervivencia que, muy convenientemente, se ganaba poco antes de las noticias de las 21 horas.

¿Aquella emisión sembró realmente pánico entre el auditorio? Lo cierto es que no sucedió nada. Sin embargo, cuando tres años más tarde la misma emisora de radio informó que los japoneses habían reducido a cenizas Pearl Harbor, algunos pensaron que era otro invento de ese tal Welles.

Cuando se emitió La guerra de los mundos, Welles tenía 23 años y una exitosa carrera de productor de Broadway. Tres años después, filmó la película que los expertos siguen considerando la mejor de la historia: Ciudadano Kane. El filme, que narraba la vida de un magnate de los medios en el que podría reconocerse a William Hearst, fue un fracaso. La crítica lo destrozó. Sin embargo, desde hace medio siglo ocupa el primer puesto en la lista de la revista británica Sight & Sound, elegida por críticos y cineastas. Y Welles, quien además era el protagonista, fue señalado en varias ocasiones como el mejor director de todos los tiempos.

Sus siguientes filmes como actor, Otelo –que también dirigió– y El tercer hombre, son los más conocidos. El cineasta vivió a caballo entre Europa y Hollywood y pasó temporadas en España, donde filmó la shakespereana Campanadas a media noche o su inacabada versión del Quijote, montada en 1992 por Jesús Franco. Mientras tanto rodó peculiares anuncios de whisky en Japón que sirvieron de inspiración para Lost in Translation.

Siempre busco la más elevada perfección, decía bebiendo a sorbos en el espot publicitario. Y siempre tenía una copa o un plato de comida cerca, pues en su alimentación era comoen su trabajo, excesivo. El 10 de octubre de 1985, el día de su muerte, dijo en una entrevista: No soy necesariamente un hombre feliz, pero tengo mis alegrías. Dos horas más tarde, su corazón se detuvo. Ahora, 30 años después, podría llegar a los cines una de sus obras inacabadas, The Other Side of the Wind.