Una sorpresa en el mundo musical es la trayectoria de Nguyen Le (París, 14 de febrero, 1949) por su producción tan fuera de serie. Su nuevo disco, celebrating The Dark Side of The Moon, confirma su poderío.

Desde su debut en 1966 con el álbum Tales from Vietnam, donde conjugó jazz tradicional con música popular vietnamita, dinamitó el entorno.

Los clasificadores siguen sin entender y sin encontrar la manera de encasillarlo, tan necesitados ellos de catalogar, definir, controlar.

Si me preguntan, yo bautizaría la música de este maestro como: un géiser alimentado por un sistema vasto de vasos comunicantes.

El canal principal es la música de sus ancestros: Vietnam, pero no es la única, como confirma en su nuevo disco donde, al igual que muchos anteriores, no hace un cover del disco de Pink Floyd, sino crea una obra muy poderosa, interesante, amena y asombrosa a partir de los materiales a los que, así, rinde tributo.

Ya lo hizo con los grandes clásicos del rock, como en su álbum Songs of Freedom, donde recurre a canciones pop de los años 70.

Cuando toma por ejemplo Whole Lotta Love, el clásico de Led Zeppelin, muestra los hilos de su costura: su procedimiento es semejante al que utilizaron grandes maestros de la música de concierto, por ejemplo las Variaciones sobre un tema de Paganini de Rachmaninov.

El ejemplo viene muy bien porque el track 7 de su nuevo álbum lo titula Hear this whispering (Escucha este susurro) toma, no hay casualidades, una célula motívica del Segundo concierto para piano de Rachmaninov, precisamente, como pivote de sus Tema y variaciones.

Ese track séptimo, al igual que el sexto, Magic Spells (Encantamientos, hechizos), es de la autoría de Nguyen Le y en este caso en coautoría con la cantante vietnamita Youn Sun Nah, quien en los momentos adecuados entona los versos originales de Pink Floyd pero de manera nueva.

Para presentar un clásico, The Dark Side of the Moon, Nguyen Le se hace acompañar de un trabuco: la NDR Bigband, un equipo de virtuosos que hacen del jazz un monumento.

Los arreglos, cuasi sinfónicos, los realizó Le, con excepción de los dos tracks finales, que hizo Michael Gibbs. También participan la mencionada Youn Sun Nah, el baterista Gary Husband y el bajista Jürgen Attig. Ah, en el inicio del disco se escuchan voces en varios idiomas, a cargo de You Sun Nah, Mieko Miyazaki (en japonés), Huong Thanh y algunos robots traductores de esos que pululan en Internet.

Hay que decir que en ningún momento intenta Nguyen Le imitar, seguir, copiar los riffs de David Gilmour. Para nada. Su sonido es tan peculiar, tan poderoso, tan identificable, que no necesita, insisto, recurrir al pasticho y ni por equivocación al cover. Mismo procedimiento realizó en Purple, ese gran homenaje a Jimi Hendrix.

Jazz de primer nivel es lo que impera a lo largo de este álbum notorio. El equilibrio con los elementos constantes en la producción histórica de este músico parisino-vietnamita, es asombroso: escuchamos música vietnamita, turca, africana, caribeña, entreverada con los grandes lances de big band y el sonido metálico, rasposo, inspiradísimo siempre, de Nguyen Le.

Todo lo que tocas/ y todo lo que ves/ todo lo que pruebas/ todo lo que sientes/ y todo lo que amas/ y todo lo que odias/ todo de lo que desconfías/ todo lo que ahorras/ y todo lo que das/ y todo lo que convienes/ y todo lo que dices/ y todo lo que comes/ y todo lo que es el ahora/ y todo lo que ya se fue/ y todo lo que está por venir/ y todo bajo el sol está a tono/ pero el Sol está eclipsado por la Luna”.

La poesía en palabras de Pink Floyd (1973) y la poesía en palabras de Youn Sun Nah y la poesía en música del lado pinky de la Luna y la poesía en música de Nguyen Le hacen de este disco, como lo dice su título, toda una celebración.

Nos veremos en el lado oscuro de la Luna.

Aunque, ya lo dijo Pink Freud, no hay lado oscuro de la Luna, toda ella es oscura.

Naaa. Linda luna plateada, estos poetas malditos del rock, jeje.

Y que vivan Pink Floyd y Nguyen Le.

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