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Ver día anteriorViernes 24 de julio de 2015Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Cosas del futbol

¿Y ahora?

L

a resaca es insoportable. El México-Panamá ha dejado a la zona futbolera cancacafiana hundida en la miseria moral. Tuvo el Tri el poder de hacer valer el fair play. Era decisión del técnico Miguel Herrera ordenar a Andrés Guardado fallar el inexistente penal pitado por el impresentable árbitro estadunidense Mark Geiger. Ese señor debería enterrar el silbato por su bien.

Pero el Piojo no dio la orden y Guardado hizo su chamba. Tuvo oportunidad de mandar el balón a las nubes y cubrirse de gloria, pero le pudo su mente chiquita, la inmediatez, avalar una monumental transa urdida en los cochambrosos pasillos de la podrida Concacaf. El jugador prefirió consumar la infamia en lugar de pasar a la historia futbolera como deportista limpio. Manchó su nombre.

El guión marca que México debe ganar a los bravos jamaiquinos, equipo alegre y despreocupado, heredero digno del inolvidable Bob Marley. Será una final vista con lupa: repetir el desaguisado del México-Panamá provocaría un escenario dantesco. Pero los despachos ya decidieron que el Tri debe ganar la Copa Oro. Será por las buenas, ojalá, o por las malas. A menos que ese ejército loco jamaiquino meta una docena de goles a la famélica escuadra nacional.

Se impone el no pasa nada. En este país nuestro de cada día nadie se hace responsable de nada. Es un dejar hacer que carcome a la sociedad, indefensa ante el agandalle permanente de los señores de horca y cuchillo. Tras las rejas se van quienes no tienen billete suficiente para comprar voluntades, mientras campea a sus anchas toda una caterva de gente corrupta con un ilimitado poder para comprar justicia a la carta.

El futbol nacional refleja fielmente el estado anímico de la nación. No hay perspectiva de un futuro mejor. El Coneval dijo ayer que en los dos primeros años de gobierno del presidente Enrique Peña Nieto dos millones de paisanos pasaron a engrosar el enorme ejército de los pobres. Es una situación insoportable e insostenible.

Pero se impone el no pasa nada. El desánimo priva irremediablemente. Por eso los estadios lucen vacíos, por eso no creemos en los políticos, por eso estamos tan jodidos y tan huérfanos de un futuro mejor. Los que mandan dan la impresión de que poco les importa la gente. Absortos en sus sueños guajiros desprecian a sus gobernados porque, como acuñó el infausto Carlos Salinas de Gortari en el famoso pase de charola, los pobres aguantan.

¿Será que no tenemos remedio?

Twitter: @josetxoZ