Opinión
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México, bara bara

Salarios en el ATP

Acuerdos y hambre

D

icen los especialistas que “México no ganará nada con el Acuerdo de Asociación Transpacífico (ATP), ya que su competitividad es nula frente a los siete países de Asia y Oceanía que lo integran, con los cuales ha acumulado un déficit comercial de 293 mil millones de dólares entre 1993 y 2014… Los teóricos del comercio exterior han firmado compulsivamente acuerdos comerciales, y éstos han resultado un pésimo negocio para México y, sin duda, la firma del ATP lo empeorará” (La Jornada, Susana González).

Cierto: como es costumbre, el perdedor será el país, pero no el selecto grupo de empresarios autóctonos, que de todas han ganado todas, y las trasnacionales que de México han hecho su paraíso por cortesía de los seis gerentes al hilo que en los últimos 33 años han despachado en Los Pinos.

Sin embargo, hay que ponderar aquello de que la competitividad mexicana es nula frente a los firmantes del ATP, toda vez que los susodichos seis gerentes han hecho muy bien la chamba en beneficio de sus representados.

A lo largo del periodo citado la competitividad mexicana se ha basado en los salarios miserables que aquí se pagan, frente a los que se cubren en los socios principales (léase en singular, porque Estados Unidos, que no es socio de nadie, es el destino de 85 por ciento de las exportaciones presuntamente nacionales, y de allí mismo viene prácticamente todo lo importado).

Pues bien, México carecerá de competitividad en muchas áreas, pero nunca en salarios de inframundo. Esa fue una de las cerezas del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (la diferencia entre los que se pagan aquí y los que se cubren allá supera los diez tantos).

Pasaron los años, se firmaron todo tipo de tratados y acuerdos comerciales con 46 países, y México no ha dejado de registrar tres elementos negativos: creciente dependencia del vecino del norte, déficit comercial y, obviamente, salarios de hambre. Y como no se saben de otra, ahora con el ATP ratificarán que por allí irá el tiro.

¿Qué tan competitivo resulta México en el marco del Acuerdo de Asociación Transpacífico? Nada, como advierten los especialistas, pero magnífico en lo que toca a mano de obra barata. De hecho, de los 12 países firmantes del ATP el nuestro es el más barato de todos, y por mucho.

El Banco Mundial recién publicó una suerte de inventario internacional de los salarios (Labor market regulation data) en el que rechaza tajantemente la sobrerregulación laboral en el mundo (pues sus efectos negativos están bien documentados en la literatura económica), pero alaba los niveles salariales alcanzados en el planeta.

Se conoce que el salario mínimo mexicano es el menor de América Latina, pero para darse idea del por qué de las alabanzas del Banco Mundial a su política laboral, es necesario subrayar que el mini ingreso autóctono (unificado, desde luego) es similar al que se paga (cuando se paga) en Burkina Faso, Cabo Verde y/o Chad, para no ir más lejos, y que resulta 2.5 veces inferior al que actualmente se cubre en China, cuando un par de décadas atrás la situación era a la inversa (en Hong Kong es de 852 dólares). Para no ir más lejos, el salario mínimo mexicano resulta 18 por ciento inferior al que se paga en Haití.

Eso sí, el propio Banco Mundial está de fiesta, porque México, Jamaica y Costa Rica registraron el mayor número de reformas en América Latina y el Caribe en los últimos cinco años, logrando importantes avances en la mejora de su clima de negocios.

En el marco del ATP, México es, en materia salarial, la mamá de los pollitos, porque su mano de obra es, incluso, peor pagada que en Malasia y Vietnam, sus socios en el citado acuerdo de asociación. Así, en su intento por ser más competitivo, tal vez allí se enfoque la política comercial de nuestro país.

Hay que recordar que los abajo firmante del ATP son Australia, Canadá. Chile, Estados Unidos, Japón, Malasia, México, Nueva Zelanda, Perú, Singapur y Vietnam, quienes, en igualdad de condiciones (según reza la propaganda de este oscuro acuerdo) competirán e intercambiarán productos, por mucho que prácticamente todos ellos ya tengan acuerdos comerciales con nuestro país.

De acuerdo con las cifras del Banco Mundial, los 124 dólares mensuales del salario mínimo mexicano podrán competir ventajosamente con los 2 mil 400 dólares (todas las cifras son en dólares de Estados Unidos) que, en números cerrados, se pagan en Australia por igual concepto. La diferencia entre uno y otro es apenas de 19 y pico de veces, y contando.

Lo mismo sucede con Nueva Zelanda, donde el salario mínimo es de 2 mil 121 dólares, de tal forma que si los neozelandeses son los meros meros en rugby, los mexicanos lo son en comer aire. La diferencia entre un ingreso y el otro es de 17 tantos.

Canadá, socio comercial de México desde la firma del TLCAN, paga un salario mínimo de mil 800 dólares, Japón de mil 620, y Estados Unidos de mil 550, siempre de acuerdo con las cifras del Banco Mundial.

Esos son los cinco socios desarrollados del ATP que competirán (versión oficial) en igualdad de condiciones con los siete subdesarrollados (economías emergentes les llaman ahora). ¿Qué tan altos son sus respectivos salarios mínimos?

Pues bien, Chile ocupa la primera posición entre los supuestos emergentes, con 420 dólares; le sigue Malasia, con 280; Perú se lleva la de bronce, con 270; Brunei y Singapur carecen de un mini ingreso reglamentado; Vietnam paga 143 dólares, y el campeón sin corona, México, 124. Obviamente el ATP no incluye mejoras salariales, porque eso, a todas luces, sería anticompetitivo y el gobierno autóctono, junto con sus empresarios, no lo permitiría.

Entonces, México sí es altamente competitivo. Por ejemplo, con el salario mínimo de un australiano se podrían contratar cerca de 20 trabajadores mexicanos, o casi 15 y 13 si se trata del mini ingreso canadiense y gringo, respectivamente, que son nuestros principales socios comerciales.

Pero no hay de qué preocuparse, porque el inquilino de Los Pinos ya dijo que lamentablemente todavía hay mexicanos que enfrentan barreras inaceptables para ejercer a plenitud su derecho al empleo digno.

Las rebanadas del pastel

Por vigésima cuarta ocasión consecutiva la comunidad internacional condena el bloqueo a Cuba (económico, comercial y financiero) ilegalmente impuesto más de medio siglo atrás por Estados Unidos. En el seno de la ONU 191 naciones exigieron poner fin al cerco; sólo dos votaron en contra (los gringos e Israel).

Twitter: @cafe-vega