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La reconciliación social es la herramienta para impulsar el desarrollo de la sociedad, afirma

México está listo para ser gobernado por la capacidad, no por el género: Ivonne Ortega

Presentó su autobiografía En el viejo sillón; relata su carrera en la política y como empresaria

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La diputada federal priísta Ivonne Ortega, en entrevista con La JornadaFoto José Antonio López
 
Periódico La Jornada
Viernes 27 de noviembre de 2015, p. 14

Hecha a sí misma, política priísta y empresaria de éxito, la diputada federal Ivonne Ortega Pacheco sostiene que ha llegado el momento para que una mujer gobierne el país: Rajona no soy. México está listo para ser gobernado por la capacidad, no por el género.

La ex gobernadora de Yucatán, con un caudal de sucesos y anécdotas que marcaron su vida, presentó ayer su autobiografía En el viejo sillón, páginas que contienen, sin tapujos, episodios de su vida familiar y política. Su transitar desde que fue presidenta municipal con nivel de secundaria al Congreso yucateco, la Cámara de Diputados, el Senado, la gubernatura en Yucatán, la secretaría general del PRI y ahora, de vuelta en San Lázaro, ha sido rauda al punto de culminar su tesis de maestría en la Flacso.

Entrevistada por este diario, expuso que la reconciliación social es la herramienta para impulsar el desarrollo de la sociedad, y si tenemos gente que quiera confrontar, difícilmente podremos alcanzar el desarrollo y la seguridad para los habitantes del país.

La juventud de Ortega Pacheco y su trajín por la política tiene un origen –según ella– en un viejo sillón donde, desde sus años infantiles comenzó a enfrentar los azares de la vida. Al recordar se le corta la voz y llora:

Aquí sí tengo que respirar a fondo. Cuando escribo el libro me doy cuenta de la influencia que tuvo ese sillón en mi vida, ahí mi abuelo me formó, me relató la historia de México, lo que no te dicen los libros, mi papá también lo hizo y ahí mi mamá me sigue formando. Y el sillón es un ente importante en mi vida, porque muchas de las cosas importantes me sucedieron en él. Me gustaría que la formación que me dio, también se la dé a Álvaro Humberto. El sillón es mi abuelo, es mi papá, es mi mamá y me encantaría que fuera Álvaro. No me equivoqué al titularlo así.

–Es una autobiografía inconclusa. ¿Qué mensaje envía a las mujeres? –se le preguntó.

–La intención de escribir este libro no es sólo influir en las mujeres sino en los hombres que nacen en condiciones adversas como me toco a mí. Fui rompiendo los miedos porque ellos también me fueron formando y los sigo teniendo y los sigo rompiendo. La muerte de Luis Donaldo Colosio me enseñó a perder los miedos, porque por miedo no me acerqué a tomarme una fotografía con él y tres días después lo asesinaron. Y me dije: ‘nunca más se te pueden ir las oportunidades en la vida’ y hasta hoy las oportunidades que se han presentado las he agarrado.

Firme, sin perder la postura por el recurrente humedecimiento de sus ojos, la diputada federal recuerda: “El día en que mis papás me dijeron que dejaría de ir a la secundaria a los 12 años, y veo a mi mamá frente a la estufa de cuatro fogones y a mi papá, eso marcó mi vida. Cuando mis padres hablaron conmigo, de golpe y porrazo maduré porque pensé: ‘qué le espera a una niña que nace en un pueblo pobre, de familia pobre que no tiene oportunidad de ir a la escuela, y es mujer’. Era 1982.”

También con afecto rememora cómo se inició en las filas del negocio que tan buenos resultados le ha dado:

Decidí ser empresaria por mi papá que se dedicó a la actividad porcícola y a ello le aposté y no me equivoqué, hoy tengo tres negocios. Cuando empecé compré una marrana que costaba 760 pesos y ahorré 10 pesos diarios, claro no había todos los días, hasta que reuní aquella cantidad. Luego tuve dos y después tres; después una tienda de abarrotes y una carnicería y una mesa en el mercado.

Después de su primera experiencia en política como alcaldesa de Dzemul se enfiló al Congreso local y el día que fue la inscripción para el proceso interno, don Víctor (Cervera Pacheco) me convocó a su oficina y me encerró, para que no me inscribiera. Me escapé, gané la interna y el distrito cuando el PRI perdió el gobierno. La política es de momentos y condiciones y no me equivoqué: años después gané la gubernatura por más de siete puntos.

–¿Quisiera ser la imagen que las mujeres tuvieran en este país?

–Me encantaría que se vieran reflejadas en mí porque las propias mujeres no creen o no quieren creer en sí mismas. Les da temor, no quieren dar el salto porque se da una gran exposición pública y con las mujeres es más duro cualquier comentario. Lo he vivido y dudan porque su familia no se vaya a ver lastimada.

“Conmigo sí que han sido duros. Me cuestionaron mucho porque baje 44 kilogramos en nueve meses: pesaba 116 kilos 660 gramos cuando era diputada federal. Comencé a usar huipil para aparentar mayor edad, porque me veían muy joven para gobernar y requería tener imagen de madurez. Comencé a engordar, cuando me di cuenta había subido 20 kilos, traté de bajarlos y no lo logré. Y cuando empiezo a revisar los estándares en Yucatán y me encuentro que es el primer lugar en obesidad infantil, ya pensaba en la gubernatura y me preguntaba: ‘cómo voy a combatir la obesidad infantil, si no puedo combatir la mía’.

La intención de libro es decirle a las mujeres que no pasa nada si sales en pantalón de mezclilla, si decides ser madre soltera y ocupas un cargo importante, o si en una sociedad conservadora te divorcias. No pasa nada. Nunca he simulado y no voy a simular por un cargo. Lo que tienes que demostrar es tu talento, asevera.