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letraese

Número 233
Jueves 3 de Diciembre del 2015




Director fundador
CARLOS PAYAN VELVER

Directora general
CARMEN LIRA SAADE

Director:
Alejandro Brito Lemus


pruebate

CULTURA


Xochitl Celaya Enríquez

Diversidad sexual
y nuevos retos

Hace ya dos décadas que Guillermo Núñez Noriega hizo una investigación pionera en el campo de la masculinidad y el homoerotismo. En entrevista, hace un balance sobre los desafíos que en ese mismo tema supone la política y la era digital actual.




Sorprendido porque su libro Sexo entre varones. Poder y resistencia en el campo sexual ha sido fotocopiado, “pirateado” y considerado no sólo como un texto de cabecera para hablar de diversidad sexual y de antropología sino también de metodología y teoría social desde su primera edición, el antropólogo Guillermo Núñez Noriega habla de los nuevos retos sociales en torno a la sexualidad y su diversidad. Esto a 21 años de la publicación de su texto, considerado como uno de los primeros que rompió con las visiones tradicionales de la sexualidad masculina, y que en esta ocasión, con un apéndice del propio autor, ha sido reeditado por el Programa Universitario de Estudios de Género de la UNAM.

Además, aprovecha la publicación para señalar que el espectro de las identidades sexuales masculinas, no heterosexuales, es lo más estudiado y visibilizado y lo más reconocido públicamente por las y los académicos en detrimento de las identidades lésbicas y de las identidades trans, sin embargo, considera que se han abierto espacios para estas otras poblaciones, y por ello, la academia tiene un reto a superar.

A 21 años de la publicación de Sexo entre varones, ¿cuál es la situación actual de los hombres que tienen sexo con otros hombres, en Sonora?

Desde que se publicó el libro se ha dado una creciente discusión pública sobre el reconocimiento de la diversidad sexual como tal. Se ha visto que la sexualidad es diversa en los seres humanos y que eso no debería ser ocasión de discriminación. Se ha ido asentando en la sociedad nacional, y por supuesto sonorense, el concepto de diversidad sexual y no discriminación, así como la noción de derechos, y eso ha permeado la cultura.

Desde principios de los noventa se ha dado una creciente organización social (creo que el libro contribuyó a eso), ya que se dieron estos primeros espacios de encuentro con fines de activismo. A principios del siglo XXI se observan grupos consolidados como activistas con formación en políticas sexuales. Esos grupos han estado trabajando en capacitación de funcionarios públicos con el fin de impulsar iniciativas legislativas y debido a ello hay una creciente normalización de la diversidad sexual y de las sexualidades no heterosexuales. También un empoderamiento, lo podemos ver en Hermosillo, donde las chicas jóvenes lesbianas y gays, así como jóvenes trans, no pasan por esos periodos que las generaciones pasadas padecieron, como ese sufrimiento, angustia y miedo; ahora se les ve más seguros, confiados y asertivos.

En este sentido, ¿cuál es el reto de las políticas públicas para este sector de la población?

Incorporar una perspectiva de diversidad sexual en la política pública porque no existe. Se estaba hablando de la transversalización de la perspectiva de género en la política pública. Es un adelanto, aunque ya sabemos en lo que a veces termina ya que se ningunea el concepto género y un acotamiento hacia cosas muy pequeñas; sin embargo, está el esfuerzo que impulsó el que hoy exista la directriz de la perspectiva de género desde el Estado.

El reto implica que toda la política pública debe partir de reconocer la diversidad de los sujetos a los cuales va dirigida, es decir, no partir de un sujeto universal asexuado (que sabemos que en última instancia termina siendo varón, heterosexual, de clase media). Esa visibilización de la diversidad sexual en la política pública es necesaria en todos los ámbitos, es decir, podemos pensar, por ejemplo, en los programas de la Secretaría de Desarrollo Social, ¿Qué hay en Sedesol de estos temas? Se habla de programas de microcréditos para mujeres, pero no hay programas para mujeres trans, quienes sufren mucho desempleo y exclusión laboral y los espacios más marginados son los que suelen ocupar en términos laborales. A mí me lo han dicho personas trans, “yo no quiero vivir en el mundo de las cantinas ni quiero vivir en el mundo del trabajo sexual, sin embargo, en ningún lugar me dan trabajo, por eso quisiera capacitación para el empleo o un estímulo para empezar una empresa”.

Lo que falta es que desde el activismo se tenga más claridad de que la agenda no se agotó con el matrimonio, es decir, no debería agotarse con el reconocimiento de las uniones entre personas del mismo sexo o con la adopción, sino que hay que pensar cómo llevamos esta perspectiva de la diversidad sexual en una visión de transversalización de la política pública.

¿Cuáles son los temas que son “caldo de cultivo”?

Tenemos una agenda que requiere renovarse. Hay temas nuevos, uno de ellos, hacer efectivo lo dicho por la Suprema Corte con relación al matrimonio entre personas del mismo sexo y la adopción, es decir, normalizar ese asunto. El otro gran tema es el de las leyes de identidad sexogenérica, no es posible que una parte importante de la población viva sin documentos legales como actas de nacimiento y papeles vinculados con su identidad.

En términos de investigación sociocultural, hay otros temas que se están abriendo a la sociedad y que generan incomodidad, como la bisexualidad y el poliamor porque tienen que ver con nociones muy centradas de lo que es el amor, la pareja, familia y el sistema de parentesco. En términos de acción pública y movimientos sociales, hay una agenda muy amplia que se tiene que construir sobre política pública, por ejemplo, el tema de la seguridad es fundamental.

Otro es la colonización de la vida afectiva, no sólo en las parejas del mismo sexo, sino en todas las parejas. Es esta colonización de este modelo consumista del mercado llevado a las relaciones humanas como lo que plantea Zygmunt Bauman en su libro del amor líquido y de la vida líquida, por ejemplo, las redes sociales nos permiten búsquedas eficientes y eficaces de personas, afectos y vínculos sexuales, hay programas que podemos incorporar en nuestros teléfonos que nos van avisando por la calle si hay una persona disponible para tener relaciones sexuales. Bauman menciona que el problema es que así como consumimos objetos como computadoras o teléfonos y queremos tener el último, el que está de moda aun cuando el que tenemos nos sirva, ¿qué hacemos con tanto desecho? Lo que está pasando en las relaciones humanas empieza a incorporarse a ese modelo de vida de consumo. Los jóvenes, no sólo gays y lesbianas (aunque particularmente he detectado en este sector), presentan una profunda incertidumbre alrededor de la vida afectiva. La sensación que muchos tienen es que nadie quiere comprometerse porque esto implica negarse la posibilidad de un nuevo encuentro o una nueva relación, algo así como un “nuevo modelo de celular” que es más interesante, atractivo y novedoso.

Lo que señalo en el libro es que es algo paradójico porque los activistas gays y lesbianas de los años setenta y ochenta lucharon curiosamente por un reconocimiento del amor entre personas del mismos sexo, y justo cuando se está logrando, eso se convierte en un bien escaso y efímero.

Cuando pregunto a los jóvenes lo que les preocupa, ya no tiene que ver con el crimen homofóbico o con que si los padres los quieren y aceptan, sino con una sensación de vacío y soledad e incertidumbre asertiva, derivada de un problema social global relacionado con la colonización de la cultura del consumo que se ha intensificado, en gran medida, por las redes sociales. Los colectivos LGBTTTI, que son los que más discuten estos temas, tienen la posibilidad de ser vanguardia en la discusión sobre la calidad de nuestras relaciones humanas y la calidad de nuestra vida afectiva. Eso implica hacer una reflexión muy importante y tomar en cuenta que lo que se puso de moda es la liberación total de las ataduras morales, pero el asunto de la calidad de los vínculos era algo risible y conservador que ahora se está convirtiendo en un síntoma de las y los jóvenes, hasta cierto punto, una crisis.

S U B I R