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Su Satanísima Majestad cumple 72 años
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Con Norah Jones
 
Periódico La Jornada
Sábado 12 de diciembre de 2015, p. a16

Dentro de seis días, Keith Richards tendrá 72 años de edad, caminará descalzo por el campo que rodea su casa, fumará un cigarrillo tras otro y soltará una de esas carcajadas que recuerdan a Volfi Mozart.

Los dedos chuequísimos de uno de los mejores guitarristas de la cultura rock, su vasta colección de arrugas en el rostro, sus atuendos fricky, su bastón ritual, su valet/curador/amo de llaves de su arsenal de guitarras exquisitas, sus manías y todo aquello que lo aleja del personaje de leyenda negra que se le ha construido y él ha confirmado asertos y desmentido mitos en su fabuloso libro titulado sencilla y contundentemente Life, todo eso está en el filme Under the influence, uno de los grandes aciertos de Netflix.

Lo que era una grabación visual para promover el nuevo disco de Keith Richards resultó una de esas bio pics tan en boga.

Se ha vuelto ya un estilo, sello distintivo aunque los directores sean distintos, la atmósfera y hondura que logran los documentales sobre músicos de Netflix: la impactante What happened, Miss Simone?, retrato de Nina Simone; Amy, de Amy Winehouse; The other one; The Long, Strange Trip of Bob Weir, a propósito del alma del grupo Grateful Dead, Bob Weir, quien sostuvo anímicamente en las buenas y en las malas a su mentor, el gran Jerry García.

Under the influence, el filme producido por Netflix con Keith Richards como personaje, no es tan hondo, dramático ni revelador como el resto. Esa suerte de morbo público que ha generado la leyenda del arrugado motor musical de los Rolling Stones queda insaciada por quienes querían revelaciones tremebundas, escenas y momentos sicalípticos.

Filme promocional en su origen, nos revela en cambio secretos insospechados, inesperados y más reveladores que el estilo Hollywood Babylonia y el tremendismo gratuito.

Mientras muchos salivan narrando historias inverosímiles como que la vigencia y vitalidad de estos venerables setentones se debe a que reciben transfusiones sanguíneas periódicas y otro tipo de leyendas urbanas, en el filme de Netflix hallamos la respuesta: lo que mantiene vivo a Keith Richards y por extensión a los Rolling Stones es su profundo amor por la música.

Otro factor fundamental: su mozartiano sentido del humor. Durante todo el filme Keith Richards no deja de reír, aun en los momentos más dramáticos de sus relatos y situaciones de vida.

Entre los momentos más disfrutables está la secuencia con Tom Waits, su amigo del alma, quien refrenda su condición de genio. Su análisis del trabajo artístico de su carnal Keith Richards reúne todas las condiciones musicológicas que él lleva al territorio de la poesía y lo metafísico.

El título Under the influence queda explicado en otra de las respuestas que otorga este filme: la música que influye en Keith Richards es el blues, el country y el reggae, territorios que vemos desglosarse en la película: su convivencia con héroes bizarros del mundo country, gandallas, pendencieros, violentos, hiperexcéntricos, los periodos de su vida compartiendo con vecinos negros, con quienes hace música y es siempre el placer de hacer música lo que priva.

Y todo eso está inmerso en el nuevo disco solista de Keith Richards: Crosseyed heart (Corazón bizco), que es todo un hallazgo que contiene joyas como Illusion, pieza escrita por una de las dos hijas de Ravi Shankar: Norah Jones, quien entrega al piano y voz una porción de lo mejor del disco, que está preñado de música exquisita.

Luego de más de dos décadas, Richards vuelve a grabar solista, su tercer álbum y lo hace de manera tan libre, pues lo grabó durante los recesos de las giras de los Stones y durante muchos años, que todo eso lo recibe el escucha: las 15 piezas del disco resultan una delicia, como el entrañable blues Goodnight Irene.

Un disco hecho por placer, sin dead line, sin la mirada puesta en la registradora, una miríada estilística coronada por los riffs del jefe Stone; un reggae con instrumentos de aliento-metal, el guitarreo magistral que sonó hace décadas en una de las mejores piezas de los Stones, Can’t you hear me knocking? Revisitado en el track 14, Substantial Damage; un homenaje a Robert Johnson en el track inicial, Corazón bizco, que por cierto está inacabado, se corta abruptamente y sólo se escucha a Richards decir: “that’s all I got” (hasta aquí llegué en esta rola) y homenajes a sus mentores, a sus autores tutelares (estoy pagando mis deudas, dice Keith), recorridos por el blues de Chicago, el de Nueva Orleáns, el universo que determina la vida de un señor que dentro de seis días cumplirá 72 años y contando.

Caminará descalzo por la campiña que rodea su casa, fumará un cigarrillo tras otro y soltará una carcajada al más puro estilo Volfi Mozart.

¡Feliz cumpleaños, oh Gárgola, Homúnculo, Duende, Esfinge, Gremlin!

Maestro.

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