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Ansina es el libro más reciente de la autora, publicado por el sello Vaso Roto

Myriam Moscona convierte en poesía la lengua de su infancia: el ladino

Recibo un fuego encendido hace 500 años que se está apagando, dice la escritora a La Jornada

Preservar los idiomas es responsabilidad del Estado y a veces se reacciona muy tarde

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Ahora escribo un libro de poesía que nada tiene que ver con el djudeo-espanyol, adelanta Myriam Moscona a La JornadaFoto Claudia Sánchez Rod
 
Periódico La Jornada
Jueves 3 de marzo de 2016, p. 5

Hace más de cinco siglos se encendió un fuego que ahora se está apagando. El ladino, el castellano que se hablaba en esa época, llegó a varios países después de la expulsión de los judíos de España.

Es el castellano que llegó a América y que hoy casi no se habla. Es la lengua de la infancia de la escritora mexicana Myriam Moscona (CDMX, 1955), cuya familia es de origen búlgaro sefardí. Es la lengua que ahora convierte en poesía en Ansina.

Este poemario, publicado por Vaso Roto, está escrito por entero en esa lengua, con excepción de algunas frases escritas en castellano o francés, por ejemplo, pero no son traducciones. La autora eligió no hacer la traducción y dejar que el ladino fuera el protagonista.

–¿Cómo se protege más un idioma: a través de la narrativa o de la poesía?

–La primera protección de un idioma radica en que tenga hablantes, en que se use para la comunicación cotidiana. La literatura es una manifestación, una recreación de una lengua; en ese sentido, me toca recibir un fuego encendido hace 500 años que se está apagando en mi mano y lo que quiero es dejar una memoria.

Me preguntan si yo rescato el ladino; eso es una barbaridad: nadie podría tener la posibilidad de rescatar una lengua que ya no tiene hablantes. Tenemos muchos ejemplos en México de lenguas que han desaparecido y seguirán desapareciendo. Es la responsabilidad del Estado preservar las lenguas y a veces se reacciona muy tarde. Ya no hay nada que hacer con lenguas que ya no tienen hablantes.

Entonces la poesía y la narrativa, “son recreaciones, incluso de una lengua como ésta que no tiene ni patria ni academia y que es la lengua de una comunidad desterrada. Como te conté cuando se publicó Tela de sevoya es una lengua que escuché de boca de mis abuelas, es una lengua de mi infancia, pero, mucho más importante, es la infancia de mi lengua y mi apego al djudeo-espanyol está más vinculado con mi amor al castellano que con esta pertenencia comunitaria”, dice en entrevista.

“Además, soy una falsa hablante de ladino porque mi lengua natural es el castellano; eso le hace ruido al djudeo-espanyol: los verdaderos hablantes de ladino tienen lenguas ajenas al castellano, son hablantes de griego, turco, búlgaro, serbio, croata, también de algunas lenguas latinas, como francés, italiano, rumano. Nunca hablé ladino, lo escuché, pero siempre contestaba en castellano, jamás en ladino, alguna palabrita por ahí, pero cuando escuchaba de pronto desde una nana (canción de cuna) hasta un indio que se paraba en la esquina de casa a ordeñar una burra, porque vendía la leche y decía ‘ansina te vas a curar, te vas a melezinar’, que es hermosa palabra. Yo decía: ‘ah caray ¿Qué este también será búlgaro sefardí?”

El ladino es ese castellano que escuchamos todavía en comunidades rurales con palabras como nadien, trujeron, ”mesmo”, fuistes. Palabras que quedaron congeladas en el tiempo en esas zonas, entre la gente menos escolarizada, y que no es más que el castellano que trajeron los primeros europeos a América y así se quedó, como una isla. Muchos consideran que son barbarismos o incorrecciones; en realidad es el español arcaico.

Escribir poesía en ladino resulta además un ejercicio interesante, añade, porque “a mí me sale otro temperamento. El hecho de tener un vocabulario más limitado también me obliga a la concisión. Empecé a interesarme en el ladino tarde; mi primer libro, que se publicó en 2012, fue Tela de sevoya, después, junto con Jacobo Sefamí, Por mi boka, una reunión de textos de la diáspora sefardí y ahora este poemario en ladino. Nunca se me ocurriría escribir una novela en djudeo-espanyol, sin embargo la poesía me lo permite”.

Ansina no se circunscribe a los temas tradicionales de la poesía sefardí que son el Holocausto o el amor a España. “¿Por qué no puedo escribir poesía contemporánea con una lengua del siglo XV, casi muerta? Se puede, claro que se puede. Hay un poema que se llama Eskrivir de amor o sensya, que se refiere a eso, puedo escribir de lo que me da la gana en esta lengua”.

Presentación en la Capilla Alfonsina

–Ansina está escrito en ladino, pero se entiende. Quizá porque es poesía tiene un sonido muy particular, muy melodioso.

–Qué bueno que mencionas eso; es exactamente lo que esperaría del lector, que pudiera exponerse a este registro musical, que sí es distinto, o tiene distinciones respecto de nuestro castellano.

–Que el lector se deje llevar, porque la primera intención es intentar traducirlo en la cabeza, que se deje llevar.

–Ese sería un excelente punto para leer cualquier libro de poesía, primero oírlo y no meter tanto la razón. Quizá por eso la poesía tiene menos lectores, porque no es necesariamente a través de la lógica y de la razón como puedes internarte en la poesía. Primero la poesía te presenta una partitura musical, claro, tiene contenidos. Sería estúpido decir que nada más existe el trique traque de las palabras, está llena de contenidos, pero muchas veces el exceso de la razón y de la lógica impide que un lector fluya; creo que la primera puerta de entrada es el flujo musical, después viene lo demás.

–¿Volverá a escribir en ladino?

–No quisiera sacar un pie para siempre del djudeo-espanyol, tampoco me quiero volver la escritora oficial del ladino. Ahora escribo un libro de poesía que no tiene que ver nada con el djudeo-espanyol y una obra narrativa que es por un lado un díptico de Tela de sevoya, pero que ya no tiene al ladino como su hilo conductor, aunque de pronto se pueda salpimentar de algunos giros.

Ansina será presentada este sábado a las 18:30 horas en la Capilla Alfonsina (Benjamín Hill 122, colonia Condesa), con Hernán Bravo Varela, Nicolás José, Jaime Tikín y Javier Taboada de invitados.