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Tampa Bay vence 4-1 a la selección de la isla, que evitó la blanqueada en el último rollo

Un partido simbólico, el retorno de las Grandes Ligas a Cuba

Obama y Raúl Castro, codo a codo durante dos entradas

Asisten 42 mil invitados al estadio Latinoamericano

El público festejó el inicio de la normalización de relaciones entre ambos países

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Las Mantarrayas de Tampa Bay en su turno al bat, durante el histórico partido de beisbol disputado ayer en La Habana. Al fondo, en primera fila, el presidente Barack Obama y su familia con Raúl CastroFoto Ap
 
Periódico La Jornada
Miércoles 23 de marzo de 2016, p. 9

La Habana.

El beisbol fue un vehículo perfecto para acercar a dos países con una historia de desencuentros. En ambos, este deporte es símbolo de identidad y convoca multitudes. Por eso el retorno de las Grandes Ligas a Cuba fue más simbólico que una competencia entre rivales.

Después de la visita a la isla de un presidente de Estados Unidos, como no ocurría desde hace casi 90 años, Barack Obama se sentó codo a codo con su homólogo Raúl Castro a mirar el duelo en el que la novena profesional de Ligas Mayores, Mantarrayas de Tampa Bay, venció 4-1 a la selección caribeña, integrada por jugadores amateurs.

Al estadio Latinoamericano de La Habana, que reunió a 42 mil espectadores invitados, llegaron los mandatarios en una actitud relajada. Obama en mangas de camisa y gafas de sol, acompañado de Michelle y sus hijas; Raúl Castro, de traje azul y sin corbata. En un ánimo de distensión que recorría el remozado coloso del Cerro.

Los dos sonreían como aficionados que acuden a olvidarse de la rutina de la semana y sólo quieren apoyar a sus equipos.

El juego sería el clímax de esta visita y como prólogo regaló algunas imágenes memorables. El Coro Nacional de Cuba interpretó los himnos de ambos países, mientras Obama y Castro escuchaban con seriedad y discreto entusiasmo las voces en el estadio. Al terminar el coro todos ovacionaron emocionados.

Sólo hubo una pausa en ese ambiente festivo para hacer silencio durante un minuto por las víctimas de los atentados en Bélgica.

El inicio guardaba otro momento lleno de significados varios. La primera bola del partido sería lanzada por un par de jugadores cubanos. Primero, Pedro Luis Lazo, de 42 años, máximo ganador de campeonatos de la isla con 257 en su récord. Después, Luis Tiant, de 75 años, el monticulista con 229 victorias en Grandes Ligas.

El juego empezó con Yosvani Torres sin recibir hit, como buen augurio. La afición apoyaba a su equipo y animando al adversario. La primera jugada emocionante del encuentro ocurrió cuando Brad Miller despachó al jardín central y Roel Santos logró atrapar una pelota esquiva que provocó que Obama se levantara del asiento junto con su esposa, con las manos a la cabeza, y Raúl Castro aplaudió contento.

El turno de Cuba tenía ecos de advertencia, pues relucieron los bateadores con sus agresividad. Yordan Manduley y Alarcón conectaron sencillos.

Pero en el tercer episodio la suerte cambió para los caribeños, pues Torres recibió dos hits y la primera carrera anotada por Kevin Kiermaier, tras un embase de Desmond Jennings y la impulsada del sencillo de James Loney, quien llegó en barrida a home.

Esa primera carrera volvió a levantar de su asiento al mandatario estadunidense junto a su esposa. Ambos abanicaban los brazos en señal de safe. Después él palmeó cortés el hombro de Castro, quien sonreía y aplaudía. Al concluir la segunda entrada los dos se retiraron del partido.

Aunque Cuba había conectado más hits hasta el cuarto rollo, volvió a recibir un par de carreras más, tras un jonrón. Jennings, embasado en base por bolas, fue impulsado tras el primer jonrón del día, que conectó Loney. La pelota llegó a las gradas y los jóvenes cubanos atraparon con entusiasmo la bola como un souvenir invaluable.

En la séptima Tampa Bay redondeó su cuenta con una anotación más. Mikie Mahtook recibió pasaporte y robó segunda, fue impulsado por Steve Pearce para el equipo de Florida.

Todo apuntaba a la blanqueada en el último turno del partido, pero Cuba consiguió un jonrón que encendió los ánimos del estadio Latinoamericano y empezó a corearse el nombre del país caribeño.

Terminó el partido, pero el ambiente era distendido en el diamante y las gradas. Los jugadores de ambos equipos se tomaban fotos e intercambiaron playeras.

Pese al marcador adverso, muchos asistentes celebraron el partido, que consideran un paso adelante en la normalización de las relaciones entre Cuba y Estados Unidos y, sobre todo, entre las Grandes Ligas y la Federación Cubana.

La victoria o la derrota poco importan. Vimos buena pelota, tuvimos un gran espectáculo y Raúl y Obama estuvieron aquí demostrando que el beisbol une a los pueblos de Estados Unidos y Cuba. Eso quedará para siempre, dijo Katherine Pérez La Rosa, quien asistió al estadio porque se trataba de un día especial, un supermartes.