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Se marchó a Ecuador debido a la incertidumbre laboral

Los entrenadores, condenados al maltrato, lamenta Rafael Martínez
 
Periódico La Jornada
Martes 12 de julio de 2016, p. a15

Cuando un entrenador de alto rendimiento se hace viejo termina por preguntarse: ¿Qué voy a hacer mañana?, duda que refleja la desazón en la que viven quienes preparan a las figuras deportivas en este país, comparte el mexicano Rafael Martínez, responsable de los logros del corredor Juan Luis Barrios hace ocho años.

Los atletas cruzan metas o reducen tiempos que atraen las luces y los aplausos. Los políticos capitalizan ese éxito y fama, dice. Pero quedan en la sombra los entrenadores, responsables de ese éxito y que tarde o temprano son devorados por la oscuridad y condenados al maltrato, cuenta Martínez.

El entrenador que guió a Barrios al séptimo lugar en los Juegos Olímpicos de Pekín 2008, que le ayudó a conseguir cuatro medallas en Panamericanos, está en el exilio. Dice que se marchó ante la incertidumbre laboral y el maltrato con el que son tratados los responsables de guiar a los atletas en México.

Hace tres años llegó a Ecuador y hoy tiene seis corredores clasificados para Río de Janeiro. El entrenador es la esencia de un deportista, el motor; si se le descuida, su atleta no llegará muy lejos, explica.

Martínez dice que el deporte en México está enredado en una maraña administrativa en la que no existe la figura como tal de entrenador. Eso –argumenta– se evidencia en la incertidumbre laboral, en la que ni siquiera existen contratos formales y, por tanto, están en permanente zozobra.

Esto se refleja en la crisis del atletismo que vivimos en México, considera. No les veo posibilidades de ganar medallas en atletismo, cero posibilidades.

Transcurrieron décadas –relata– sin que un mexicano quedara finalista en 5 mil metros planos hasta que llegó Barrios en Pekín 2008 bajo su dirección, que terminó séptimo.

Fue un no africano que dejó atrás a varias potencias, recuerda. Me gustaría que en Río tuviéramos tres finalistas mexicanos, pero para eso se requiere un plan de desarrollo y garantías laborales, y aquí todo se improvisa.

Y lamenta: Es frustrante estar dando lo mejor de uno para los colores de otro país.