Opinión
Ver día anteriorViernes 15 de julio de 2016Ver día siguienteEdiciones anteriores
Servicio Sindicado RSS
Dixio
 
Penultimátum

Blair: ocaso y mea culpa

A

nthony Charles Lynton Blair (1953), más conocido como Tony Blair, es un político que creyó que la historia lo recordaría por sus grandes logros. Al cumplir 41 años fue elegido líder del Partido Laborista británico. Dirigió esa agrupación con tanto éxito que en 1997 ya era primer ministro de su país. Una década después dejó el cargo en medio de severos cuestionamientos por el apoyo que dio al presidente de Estados Unidos, George W. Bush, para invadir Irak en 2003 y derrocar a Saddam Hussein. Otro mandatario, el español José María Aznar, completó la tripleta que aseguró que Irak era una amenaza para la paz mundial, por poseer armas de destrucción masiva. El entonces presidente de México, Vicente Fox, se negó a sumarse a dicha alianza, lo que enfrió el enorme afecto y admiración que Bush le tenía.

De que Blair, Bush y Aznar mintieron al mundo y a la Organización de Naciones Unidas (ONU) lo demuestra el reciente y demoledor informe encargado por el gobierno de Reino Unido al respetadísimo sir John Chilcot, y en el cual se detalla la participación británica en la guerra de Irak hasta la retirada de sus tropas en 2009.

Por principio, en el informe se muestra que Blair fue un incondicional servidor de Bush (al igual que Aznar) para tal invasión, a pesar de las resoluciones adversas de la ONU. Y que mintió al parlamento británico al asegurar que el gobierno de Hussein poseía armas de destrucción masiva. En esa invasión murieron cientos de soldados británicos en operaciones militares erráticas que provocaron destrucción y muerte entre la población civil de Irak. En el informe se revela que a Blair le advirtieron que la invasión desecadenaría mayor actividad de Al Qaeda y otros grupos terroristas, como sucede desde entonces. Y algo no menos perverso: que la invasión permitiría a la British Petroleum y la Shell aprovechar los recursos energéticos iraquíes.

Al darse a conocer el informe, Blair se mostró arrepentido y pidió perdón a las víctimas que ocasionó su actuación. Lo único que logró fue despertar el rechazo generalizado. Sin faltar los que piden que se le juzgue por crímenes contra la humanidad.

Al desprestigio por el apoyo bélico a Bush y sus negocios trasnacionales, otro asunto acabó de hundirlo: terminó de mala manera la amistad que por años tuvo con el zar de la prensa Rupert Murdoch. Sus diarios estuvieron por años al servicio del político. Pero en 2013 se dieron a conocer los encuentros sexuales de Blair con Wendi Deng, entonces esposa del magnate, en la mansión que éste posee en California.

También ahora se conoce que la aventura militar tan pésimamente planeada en Irak restó recursos que estaban destinados a la educación y la cultura. Hoy la historia coloca a Blair como uno de los que han utilizado el poder para hacer el mal.