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El arte de volar inauguró una tendencia: ahuyentar a los fantasmas de la dictadura franquista

En España llenan los silencios de la guerra civil mediante la ficción

De 2001 a 2015 se publicaron 120 cómics, señala el especialista Michel Matly

El libro definitivo acerca del conflicto del historiador Paul Preston se adaptó como novela gráfica este año, abunda

 
Periódico La Jornada
Sábado 16 de julio de 2016, p. 7

Madrid.

Cuando su anciano padre saltó por una ventana perseguido por los recuerdos de la guerra civil y la dictadura española, Antonio Altarriba decidió escribir una novela gráfica sobre su vida en un intento póstumo de enterrar sus fantasmas.

Publicado en 2009, El arte de volar se convirtió en éxito de ventas del cómic en España y en ejemplo de una nueva tendencia en este sector: el recuerdo de un conflicto que durante años estuvo escondido.

“Al final de sus días, mi padre hizo un balance muy corto pero dramático de su vida: ‘todo para nada’”, dice Altarriba. Ahora puedo decir a mi padre que todo no fue para nada.

La novela gráfica sigue a Antonio, padre del autor, a través de la sangrienta guerra civil (1936-1939), la posterior dictadura del general Francisco Franco y la frágil transición a la democracia tras su muerte en 1975.

Entonces, las autoridades decidieron correr un velo ante ese oscuro episodio de la historia de España que en muchos casos sigue silenciado hoy por el miedo a reavivar antiguas divisiones a pesar de las numerosas llamadas a sanar las heridas abiertas.

Cruenta y gráfica

Mediante la ficción, muchos intentaron llenar este vacío y la guerra ha sido tratada abundantemente en películas, novelas y cómics.

Michel Matly, quien publicó una tesis sobre el retrato de los conflictos en los cómics en la universidad francesa Blaise Pascal, asegura que esto no es completamente novedoso.

Ambos bandos de la guerra civil, republicanos y nacionales, usaron los cómics como propaganda.

En ese tiempo la gente a veces tenía problemas para leer o era analfabeta y los cómics era una buena manera de enviar mensajes, dice.

Durante la dictadura, el debate fue ampliamente reprimido y sólo fue en los primeros años de la democracia que volvió a cobrar vida en los cómics, aunque tibiamente, para mantener la política general de apaciguamiento.

En la década de 1990, la industria atravesó una crisis y numerosas revistas cerraron, explica Matly. Pero volvió a despegar en el cambio de siglo, impulsada por la bonanza económica y la llegada de las novelas gráficas, un formato de libro más largo.

Coincidió con un momento en que la guerra civil volvía con fuerza al debate público, en un proceso que terminó con una histórica ley de memoria aprobada en 2007 que reconocía las víctimas del conflicto y de la dictadura franquista.

Se habló más del tema, se empezaron a recopilar testimonios... Se escribieron muchísimos libros y también pasó en el cómic, dice Paco Roca, autor de aclamadas novelas gráficas de la guerra.

En su renacimiento, los cómics se volvieron más cruentos. Un caso paradigmático es 36-39 Malos tiempos, en el que Carlos Giménez relata el asedio de Madrid por las fuerzas insurgentes.

Basado en el testimonio de un hombre que vivió la guerra, contiene historias desgarradoras como la decisión de una madre de dar el querido gato de su hijo a un vecino hambriento o el terror de un hombre al ver a alguien decapitado en un bombardeo.

Testimonio

Si bien algunos están saturados de los libros y las películas de la guerra, las novelas gráficas siguen atrayendo con su poderosa y accesible mezcla de texto y dibujo, aunque la industria todavía es pequeña.

Matly asegura que entre 2001 y 2015 se publicaron 120 cómics en España al respecto, y vendrán más. El libro definitivo sobre el conflicto del historiador Paul Preston se adaptó como novela gráfica este año, por ejemplo.

Se ha convertido en un medio de dar testimonio, dice Altarriba.

Hablo con muchos lectores que son nietos de gente que vivió la guerra... y se ve claramente que hay una fuerte voluntad de llenar los silencios.

Roca lo experimentó de primera mano al crear Los surcos del azar sobre Miguel Campos, quien huyó de la guerra al norte de África y se unió a luchar contra los nazis en Francia.

El protagonista desapareció en Francia, empujando a Roca a novelizar el final de su historia. La nieta de Campos lo leyó y contactó a Roca pensando que había rastreado a su abuelo.

Le tuve que decir que era una ficción... Pero les puse en contacto con el historiador Robert Coale y están reconstruyendo la vida de Campos, explica.

Acerca del interés sobre la guerra civil, el difunto autor Ramiro Pinilla escribió en el prólogo de 36-39 Malos tiempos que no había nada más deseado en España que dejar atrás su pasado.

Sí, queremos pasar página... pero no antes de leerla, dijo.

Porque hubo una guerra, yo la vi.