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El gobierno redujo a la mitad el número de aspirantes a investigadores respecto de 2015

Recorte presupuestario arriesga el futuro de científicos argentinos

Ante la medida oficial, los demandantes, entre ellos profesores y estudiantes, mantienen tomado el ministerio de tecnología

Esta expulsión de recursos humanos desatará una fuga de cerebros, alertan

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Manifestantes afuera del ministerio de Ciencia y TecnologíaFoto Ap
 
Periódico La Jornada
Viernes 23 de diciembre de 2016, p. 2

Buenos Aires.

Científicos argentinos abandonaron los laboratorios y levantaron pancartas de protesta para evitar que la ciencia vuelva a convertirse en una variable de ajuste en un país con economía paralizada.

Desde principios de esta semana investigadores, estudiantes y profesores mantienen tomado el Ministerio de Ciencia y Tecnología, luego de que el gobierno anunció que sólo 455 aspirantes, entre ellos 70 del exterior, ingresarán el próximo año a la carrera de investigador del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet), el más prestigioso centro de formación y promoción de la ciencia en Argentina. En 2015 fueron aceptados más de 900.

La medida oficial, adoptada en un contexto de ajuste del gasto público para reducir el abultado déficit fiscal, dejó afuera a 500 aspirantes con títulos de posgrado y maestrías que contaban con la previa recomendación del comité de selección del propio Conicet para ingresar al organismo. El futuro de estos científicos ahora es incierto.

No hay ningún país que, con 30 por ciento de pobres, esté aumentando el número de investigadores, dijo el ministro de Ciencia y Tecnología Lino Barañao al justificar el recorte de cupos para 2017.

Pero para la comunidad científica el ajuste responde a una decisión política del gobierno del conservador Mauricio Macri para optimizar los recursos, y sostienen que la medida pondría en riesgo el desarrollo científico del país para los próximos años.

Esto implica una expulsión de recursos humanos del sistema científico, señaló Stéfano Cirigliano, becario del doctorado de biométrica del Conicet. Acá había una planificación para los próximos años que no se va a cumplir, opinó el joven de 28 años, sentado en el piso con su computadora portátil mientras a pocos metros colegas golpeaban bombos y cantaban consignas contra el ministro Barañao.

A los científicos más veteranos que participan en la toma del ministerio el conflicto los retrotrae a la década de los 90, cuando el entonces ministro de Economía los mandó a lavar los platos mientras reclamaban más presupuesto para la ciencia. Durante cuatro años no hubo convocatoria a la carrera de investigador del Conicet, lo cual generó un masivo éxodo de legos al exterior.

Impulso en gobiernos anteriores

En 2007, la entonces presidenta Cristina Fernández dio categoría de ministerio a la Ciencia y Tecnología y le otorgó un presupuesto que permitió fomentar proyectos de investigación y mejorar los salarios y becas, con lo cual se logró frenar la sangría de científicos al exterior y repatriar a más de un millar de ellos.

Durante la campaña electoral Macri elogió esta política de promoción de la ciencia y, al asumir el poder, a finales de 2015, ratificó a Barañao en el cargo que venía ocupando los ocho años anteriores. Pero en un contexto de recesión económica la ciencia también debió ajustarse el cinturón para ayudar a bajar el abultado déficit fiscal, en gran parte heredado de la gestión anterior.

Si bien la partida destinada al Ministerio de Ciencia en el presupuesto de 2017 implica un aumento de 32 por ciento respecto de este año, la cifra está por debajo de la inflación anual.

Barañao reconoció que hay que reformular la planificación del Conicet, porque es imposible cumplir el plan que él mismo diseñó para aumentar 10 por ciento cada año el ingreso de científicos a la carrera de investigadores del organismo.

Esto va a desatar una fuga de cerebros al exterior, alertó Agustín Barna, doctor en antropología becado por el Conicet, quien vio frustrado su ingreso a la carrera de investigador. La mayor tristeza es que hay colegas que investigan enfermedades de transmisión sexual. Otros, cómo producir vacunas, mejorar semillas, hasta sujetos como yo, de ciencias sociales, que trabajamos en problemas sociales muy dramáticos. Esas investigaciones van a dejar de suceder, lamentó.