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El caricaturista presenta Sexotismos en el Museo de Arte Contemporáneo de Oaxaca

Intervención efímera enfrenta a Gonzalo Rocha con la monumentalidad de un muro

La idea es mostrar cómo se veía al indio desde la época de oro del cine mexicano, explica

Foto
Efigie de Tizoc, pintura en acrílico de Gonzalo Rocha, creada a la sombra de unos laureles migrantes del Maco, pues llegaron a Oaxaca procedentes de India. La exhibición concluirá el 20 de julioFoto cortesía del caricaturista
 
Periódico La Jornada
Martes 4 de julio de 2017, p. 6

Entre las sombras, a través de robustos árboles de laurel procedentes de India, se asoma Tizoc, con los brazos tatuados, en el patio interior del Museo de Arte Contemporáneo de Oaxaca (Maco). Se trata de la intervención efímera de Gonzalo Rocha titulada Sexotismos.

En palabras del caricaturista de La Jornada, la idea es hacer un contrapunto a partir de la época de oro del cine mexicano, donde se planteó la imagen del indio legendario, como Tizoc o María Candelaria. Por eso el nombre del tríptico de obras plasmadas sobre los muros: quitarle lo exótico y jugar con los elementos del indio como una expresión actual, entre el muralismo y el arte urbano.

Ya se ha discutido mucho que en México somos un país racista, expresa quien al realizar el libro ¡Cácaro!, sobre la industria cinematográfica nacional, ha observado que se plasmó la figura de un indio ideal, epopéyico y legendario, que es parte de nuestra historia. Sin embargo, cuando se le tiene enfrente se le maltrata y discrimina.

En esos años, María Félix, Pedro Infante, Dolores del Río o el propio Indio Fernández, encarnaban a la estirpe de piel morena. Una reflexión que me dejó es que aunque era una visión exótica, paternalista y racista, por otro lado era una preocupación de identidad nacional, que actualmente casi ya no existe, explica en entrevista.

Testimonios en fotografía y video

Había una cuestión de enaltecer la parte indígena y hacer que las estrellas del momento se disfrazaran de indios. Eso ya no sucede hoy. En contraste, lamenta Rocha, “es triste, pues quien está generando eso en este momento es el narco. Comparativamente es una identidad del mexicano y del narco”.

La virgen de Guadalupe, una rosa, un corazón, un ave y unos ojos penetrantes visten la piel del personaje encarnado por Pedro Infante en la película que dirigió Ismael Rodríguez en 1956. A unos metros, está dibujada María Candelaria, quien visita a Lorenzo Rafael tras las rejas.

En el muro de al lado hay letras de arte callejero con los nombres de estos personajes de películas clásicas. El tatuaje es una cuestión muy urbana, muy de todos, no es exótico. Y lo otro es el grafiti, una expresión que todo el mundo ha retomado, sobre todo en las urbes.

Fue un trabajo arduo, de casi una semana de estar sobre andamios, entre el sofocante calor de la ciudad de Oaxaca, atenuado por la sombra de los laureles migrantes. Es un espacio experimental, efímero, cuenta Rocha, a sabiendas de que al final de la exhibición, el 20 de julio, su obra desaparecerá y sólo quedarán los testimonios en fotografía y video. Lo hice con todo ese conocimiento de causa.

Tinta en libertad

El primer migrante de este patio es el laurel, que desde India se asentó en el microclima oaxaqueño, donde crece enorme. Es el homenaje para los primeros migrantes indios, en este museo en el andador Macedonio Alcalá, que este año celebra su 25 aniversario.

El caricaturista, acostumbrado a la tinta sobre el papel en las viñetas, o al lienzo digital, ahora se enfrentó por primera vez a la monumentalidad de un muro. El indio Tizoc mide unos siete metros de alto, hasta donde alcanzó el brazo del dibujante sobre el andamio. La figura de María Candelaria mide unos cinco metros.

El mural fue realizado con un único tono de pintura acrílica, color sombra, más claro que el negro. La tinta en libertad de la gravedad fue la autora de la tonalidad que corrió de forma espontánea, como las raíces de los laureles.