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Chichihualco, papa en el horno

L

a existencia de las policías comunitarias tiene un origen único: el incumplimiento del estado en dar garantías a la población en materia de seguridad, advirtió el abogado Eduardo López Betancourt.

Habló, pues, un profesional del derecho, una persona que sabe lo que dice, porque, habrá que reconocerlo, todo el mundo opina, y muchos, la mayoría tal vez, lo hacen según su entender y sus creencias, de acuerdo con sus condicionamientos y su educación, pero este caso concreto, habló el maestro, al margen no de estados emocionales o basándose en el raciocinio, sin con apego al derecho, a las leyes.

El jurista dijo que estas policías no deberían existir, pero son necesarias. Son, abundó, un grito de desesperación de las comunidades porque el gobierno no ejerce su trabajo: si no me puedo defender mediante un policía oficial, lo voy a hacer por mí mismo.

Con la proliferación de las policías comunitarias surgen los atropellos que rayan en las matanzas de inocentes, así como las sospechas de que están involucradas muchas de ellas con el crimen organizado. El gobierno lo ha dicho: algunas policías comunitarias defienden intereses ajenos a la población; sin embargo, permanece paralizado en cuanto a definir cuáles son las buenas y cuáles las malas.

Maniatado como está, es de entenderse el calibre del problema que se ha creado en Chichihualco, donde habitantes formaron su propia autodefensa para oponerse a que a la Policía Federal (PF) ingrese al municipio.

Además de respaldar a la PF y agradecer el apoyo que ha dado a Guerrero, se antoja conveniente que los jerarcas policiacos investiguen el comportamiento de sus subordinados, pues abundan los comentarios de que parte de ellos actúa en forma prepotente y en forma no muy honorable, así como muy conocidos son aquellos de que los soldados del Ejército proceden con mucha decencia y respeto a la población.

Es entendible el peligro que enfrentan militares y policías en el combate a la delincuencia, pero eso no significa que se les extienda un cheque en blanco que implique excederse con gente inocente; independientemente de dejar manos libres a las autodefensas que incursionan por todas partes con armas de uso exclusivo del Ejército.