Política
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Tener la razón es necesario, pero no suficiente, señala

Narro apremia a reivindicar la política en su sentido original

No es un camino para satisfacer las ambiciones personales, advierte

 
Periódico La Jornada
Sábado 23 de diciembre de 2017, p. 8

El fusilamiento de José María Morelos y Pavón, acaecido el 22 de diciembre de 1815, fue marco referencial para que el gobierno federal advirtiera de los riesgos de debiltar la política, cuya razón de fondo es la honorabilidad.

Se equivocan quienes ven en la política el camino para alcanzar ambiciones personales, quienes usan los métodos que sea para alcanzar sus objetivos, quienes pretenden eliminar al contendiente, quienes piensan que solo ellos tienen la verdad y confunden fines y medios.

En la Casa de Morelos, en San Cristóbal Ecatepec, sitio donde el Siervo de la Nación fue asesinado por las tropas realistas hace más de dos siglo, el secretario de Salud, José Narro Robles, ponderó la trascendencia histórica del cura michoacano. “Es uno de los constructores de la identidad de México y fuente de inspiración para el desarrollo y el progreso de nuestra sociedad. Nos hemos reunido para valorar una vez más al libertador portentoso.

Sus capacidades de estratega en la guerra de Independencia le permitirían ocupar, con justificación, un sitio privilegiado en nuestra historia. Sin embargo, esa faceta es fácilmente superada por la del hombre de ideas, por la del reformador social. Él legó un código de principios y abanderó los valores fundamentales de soberanía y libertad. Con los Sentimientos de la Nación y con su convocatoria y trabajo para organizar el Congreso de Anáhuac, que elaboró la Constitución de Apatzingán, se convirtió en el escultor de la República, en artífice sobresaliente de nuestra nacionalidad.

El funcionario –ex rector de la UNAM– redundó en las paradojas de la sociedad actual. Mientras nunca había existido un mundo con tantos niveles de libertad y de posibilidades, la intolerancia, el miedo y el enojo colectivo infectan a mucha gente. Jamás se había contado con tantas posibilidades de comunicación y, sin embargo, parte de los problemas de la humanidad radica en la falta de entendimiento.

No desestimó los grandes problemas que se ciernen sobre el país: Nuestros tiempos, caracterizados por las turbulencias internacionales, por los contrastes sociales, económicos y culturales, por el desencanto con la política y por el pragmatismo y el debilitamiento de los valores laicos, nos obligan a convocar a nuevas batallas, a la lucha para alcanzar una nueva emancipación, a erradicar a los enemigos de siempre: pobreza y desigualdad, ignorancia y enfermedad, exclusión y polarización, corrupción e impunidad, violencia, inseguridad y el desapego al estado de derecho.

Con esa perspectiva, Narro Robles apremió a recuperar el valor de la política, pues conviene reivindicarla en su sentido originario, el de participación ciudadana en los asuntos que a todos interesan.

“En política tener la razón es necesario, pero no suficiente. Se requiere entre otras, tener capacidad realizadora, contar con la confianza de la gente, convocar y discutir otras ideas, ser sensible, decir la verdad, ser honesto y comportarse congruentemente. La política reclama diálogo y tolerancia, reconocimiento a la pluralidad, buscar acuerdos, hacer y no sólo decir; incluir y nunca fracturar; perseverar y soportar las dificultades que impone la dura realidad.

Debemos luchar contra la avaricia y la apatía. Estamos transmitiendo un mensaje equivocado a las nuevas generaciones sobre lo que significan la vida, el éxito o la felicidad, que no requieren de la pura acumulación de bienes materiales, y menos de sacrificar la ética y la solidaridad humanas.

Y rememorando al Nigromante, Ignacio Ramírez, recordó: Cuando en medio de un cielo tempestuoso aparece una estrella, miserables náufragos, no pregunten por su nombre, se llama esperanza.