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El Texano sumaba cuatro caídas en sus recientes cinco combates; Omar Chávez iba invicto

Murió el boxeador Marco Nazareth; iba a ganar 15 mil pesos por la pelea

Usted ha sido mi ídolo de toda la vida, le dijo a JC Chávez poco antes de perder la conciencia

Si es en la raya, en la raya nos quedamos, fueron de las últimas palabras que dirigió a su padre

Foto
Marco Nazareth, en el pesaje previo a su último combateFoto Notimex
Corresponsal
Periódico La Jornada
Jueves 23 de julio de 2009, p. a13

El desenlace fue inevitable. A las 6:20 horas de ayer el corazón del boxeador Marco Nazareth dejó de latir después de casi 80 horas en agonía por un derrame cerebral, a consecuencia de los golpes que recibió la noche del pasado sábado en Puerto Vallarta.

Tenía 23 años y muchos deseos de triunfar, por lo que la pelea que le costó la vida, ante el hijo del ex campeón Julio César Chávez representaba no sólo la posibilidad de cobrar una revancha, sino además la oportunidad de darse a conocer en el mundo del boxeo.

Omar Chávez el Businessman llegó al compromiso invicto, con 13 nocauts en 17 victorias; Marco había perdido cuatro de sus recientes cinco combates.

El Texano, como apodaban a Marco, recibiría 15 mil pesos por ese pleito pactado a seis asaltos contra un rival ante el cual había perdido un año antes, por una decisión que en aquel entonces fue criticada por la afición.

Con estos antecedentes, el sábado Omar y Marco se enfrascaron en un combate en el que hubo más coraje que técnica, y en el que ambos recibieron fuertes dosis de castigo. En el intercambio de golpes Nazareth consiguió imponerse en el tercer episodio, apoyado por la afición vallartense.

Sin embargo, en el cuarto asalto las cosas tomaron otro curso, cuando Omar propinó una andanada de puñetazos contra la cabeza del Texano, quien recibió un poderoso derechazo en pleno rostro, que hizo que el réferi Guillermo Ayón detuviera la pelea al minuto 2:59.

Nazareth no perdió en la lona

Omar ganó su combate 18 y mantiene su trayectoria invicta; Marcó selló para siempre su récord con una derrota en su octava pelea.

Nazareth no perdió en la lona. Tuvo tiempo de caminar hasta el ex tricampeón Julio César Chávez, a quien le dijo: Usted ha sido mi ídolo de toda la vida, pero al llegar a su esquina el Texano empezó manifestar síntomas alarmantes y se desplomó en su banquillo.

Dijo que estaba muy mareado y que le dolía la cabeza: ¡no me echen agua, porque siento que me quema!, exclamó. Ahí mismo se desvaneció y tuvo que ser llevado de urgencia al hospital para ser intervenido por un derrame cerebral.

Esa misma noche lo operaron y nunca más recuperó la conciencia. Aunque hubo señales esperanzadoras, la situación de Nazareth siempre fue grave. Al final, ya nada se pudo hacer.

“Que esto que le sucedió a mi hijo sirva de ejemplo para todos los que están en este deporte, por el riesgo que hay. Aquí están las consecuencias.

Mi esposa y yo nunca estuvimos de acuerdo en que se dedicara a esto, pero, ¡qué se hace cuando a un hijo le gusta algo!, dice el padre del pugilista buscando una respuesta ante la desgracia.

“Yo le dije a Marco: ‘vamos viendo por otro lado’, pero él estaba muy emocionado con esta pelea y tenía muchas expectativas de que iba a sobresalir en el boxeo, me decía: ‘Papi, si es en la raya, en la raya nos quedamos’. Lamentablemente así se dieron las cosas”, expresa consternado.

La trágica muerte de Marco se convierte en estadística fría. Es el tercer peleador que fallece este año a consecuencia de los golpes, junto al húngaro András Nagy y al mexicano Benjamín Flores.

A nadie se culpe de la muerte de Marco Antonio, menos a Omar, esto es un deporte de contacto que tiene sus riesgos, lamentablemente le tocó a mi hijo, agregó su progenitor.

Este trágico incidente abre una herida que es al mismo tiempo una señal urgente para que las comisiones estén obligadas a profundizar en las circunstancias en las que se realizan las peleas, y que se ponga más atención a la experiencia de los rivales, opina el presidente del Consejo Mundial de Boxeo, José Sulaimán Chagnón.

“Hay que indagar minuciosamente –continúa– sobre las condiciones en las que se llega a un combate para que no haya peleas disparejas. Definitivamente tiene que tomarse en cuenta la experiencia de los rivales. Hace falta ser más estrictos en este tema.”

A los Chávez, sobre todo a Omar, se les ha criticado de que siempre les buscan rivales fáciles que no pongan en riesgo sus carreras. Contrincantes a modo.

Al respecto, Sulaimán responde que la afición es demasiado exigente con los hijos del ex campeón y que ahora no deben culparlos por algo que es responsabilidad de los mánagers y los promotores.

“Esto dará pie a una polémica y tiene que llamar la atención a todos para tener más cuidado con los contrincantes de los boxeadores. Todo mundo busca mejorar el récord de su peleador considerando a otros que crean que no le vayan a destruir la trayectoria. Ahí es conveniente una reunión nacional para establecer criterios, como no permitir peleas disparejas.

“Este caso existe –abunda– porque no hay una reglamentación que precise esto y en el boxeo todo se realiza por usos y costumbres, hay demasiados descuidos en la manera como se llevan a cabo las funciones. Y en este descuido se va la vida de un muchacho de 23 años.”

Marco regresó al lugar de su desgracia: el Centro de Convenciones de Puerto Vallarta, donde estuvo apenas el sábado peleando contra Chávez. Ahí los restos del joven peleador recibieron el homenaje de cerca de 2 mil personas, que entre gritos y aplausos corearon el apodo que queda para la triste memoria: Te-xa-no-Te-xa-no-Te-xa-no.

El ritual que siempre acompaña las muertes en el boxeo, con los mismos ingredientes: un joven, un futuro cortado de tajo y la insistencia de que así es de crudo este deporte. Los guantes sobre el ataúd, la bata y una camiseta hacia los que dirigían la mirada los compañeros de establo y los familiares. Los llantos, la indignación y al final, el silencio.

Este jueves el Texano será trasladado a la ciudad de Guadalajara, donde será sepultado junto a su abuelita en el panteón Recinto La Paz, informó don Marco Antonio Nazareth, mientras lamentaba el desenlace: Mi niño perdió la batalla final.