Número 157 | Entrevista con Gustavo Reyes Terán, especialista en virología, quien señala las diferencias y las similitudes de dos partículas virales que han transformado, cada una en su momento y a su manera, la vida de la humanidad. Una y otra pandemia, con sus particularidades, ameritan una estrategia integral.
Rocío Sánchez Con sus poco más de cien muertes en México, la influenza A H1N1 logró que toda la gente usara un cubrebocas, mientras que el VIH/sida, con sus miles de decesos en 28 años, no ha conseguido que toda la gente use condón, observaron médicos nacionales en medio de la contingencia que provocó la paralización económica y social de la capital. Desde el 6 de julio, la Organización Mundial de la Salud (OMS) decidió dejar de informar diariamente sobre el incremento de casos de influenza A H1N1. En el corte del 26 de julio, había 134 mil 503 casos de infectados, de los cuales 816 habían fallecido. Casi al mismo tiempo, la epidemia resurgió en el panorama nacional. La realidad es que nunca se fue. Hasta el 21 de julio, la Secretaría de Salud había confirmado 14 mil 861 casos, de los que 138 fallecieron. VIH e influenza son pandemias y ambas ameritan la atención mundial. Las comparaciones fueron por un momento inevitables, pero las grandes distancias entre una y otra también se hicieron notar. Gustavo Reyes Terán, jefe del laboratorio del Centro de Investigación en Enfermedades Infecciosas (CIENI) del Instituto Nacional de Enfermedades Respiratorias (INER), uno de los epicentros en la atención de la influenza, platicó con Letra S sobre los sutiles cruces entre el nuevo virus de gripe y ese viejo conocido, el VIH. El primer elemento que los aleja son los tiempos. “La enfermedad que produce cada virus es diferente. El VIH infecta y produce una enfermedad crónica que, si no hay tratamiento, mata a una persona en 10 u 11 años. El virus de la influenza produce una enfermedad aguda y también puede ser letal”. Sin embargo, en comparación, la tasa de letalidad de la influenza “es bajísima”. Por este desconocimiento, parte de la población consideró exageradas las medidas que se adoptaron para prevenir la influenza, entre ellas la restricción del contacto interpersonal. En un inicio, se pensó en tomar las mismas acciones –en ciertos casos, de hecho, se ejecutó- para las personas con VIH. Esto no tiene sentido. “Para empezar, la ruta de transmisión es diferente. La transmisión del virus de la influenza es por la ruta aérea, por vías respiratorias o contacto con secreciones respiratorias, mientras que del VIH la ruta de transmisión para nada es una ruta aérea”. Emergencia mundia El tercer elemento es una vacuna que previene la infección. Si bien la que está disponible es para los subtipos que han circulado desde hace décadas, el H3M2 y el H1N1 estacional, “previene aceptablemente bien a la cepa que enfrentamos”. Reyes Terán descarta que la alta mortalidad por virus de la influenza registrada en México se haya dado por el deficiente sistema de salud, al menos no directamente. “México fue el epicentro de la epidemia, hubo un periodo en que no se supo a qué nos enfrentábamos, por tanto, no se pudo dar el tratamiento adecuado”.Además, muchas personas infectadas visitaron a médicos privados, lo que dificultó la vigilancia epidemiológica, o simplemente no iban al doctor. Para el especialista, es un error hablar de la influenza A H1N1 en pasado, pues la epidemia está activa aún en el sureste mexicano. Para enfrentar otra contingencia, dice, es necesario mejorar “sin excusas” el sistema de vigilancia epidemiológica en los hospitales para detectar la mayor cantidad de los casos y dar el tratamiento necesario a quienes lo requieran.
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