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Es el único de los grandes ricos hondureños que abiertamente rechaza el régimen de facto

El golpe deja un daño económico irreversible, y al PL dividido para siempre: Rosenthal
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Roberto Micheletti, gobernante de facto hondureño, durante una misa ayer en TegucigalpaFoto Ap
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Jaime Rosenthal Oliva, uno de los cuatro señores mediáticos de Honduras, durante la entrevista con La Jornada, ayerFoto Arturo Cano
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Periódico La Jornada
Martes 24 de noviembre de 2009, p. 26

San Pedro Sula, 23 de noviembre. Jaime Rosenthal Oliva es uno de los cuatro señores mediáticos de Honduras y también una rara avis: el único de los grandes ricos de este país que abiertamente está contra el golpe de Estado. Hace unas semanas, por ejemplo, Rosenthal trató de conseguir las firmas de cuatro decenas de diputados para que el Congreso fuera convocado a decidir sobre la restitución del presidente Manuel Zelaya. No lo consiguió y entonces decidió sumarse, más formal que realmente, a la campaña presidencial de su partido, el Liberal, aunque tiene la convicción de que el golpe de Estado ha dejado al menos dos resultados: un daño económico irreversible, y a los liberales, mayoría política en esta pequeña nación y ganadores de cinco de siete elecciones presidenciales desde 1982, divididos para siempre.

A diferencia de Tegucigalpa, aquí sí hay banquetas, de modo que no se debe caminar por la calle para llegar a una oficina, arriba de una pequeña sucursal del Banco Continental, del que Rosenthal es principal accionista. La oficina está en una plaza comercial de medio pelo, con despachos de abogados, tiendas que ofrecen baratijas chinas, trofeos deportivos y comida chatarra.

No al diálogo de sordos

Los liberales no estamos hechos para ser golpistas y mucho menos para atropellar al pueblo, escribió Rosenthal en una carta abierta, el 25 de septiembre pasado. La hizo publicar en el diario Tiempo, de su propiedad, el único de los medios nacionales que no ha estado con los golpistas.

No se trata de jugar al diálogo de sordos o de dilatorias para ganar tiempo, escribió también, anticipando la estrategia del gobierno de facto.

Como Rafael Ferrari, Jorge Canahuati Larach y el ex presidente Carlos Flores Facussé –los otros tres señores mediáticos–, Rosenthal tiene gran variedad de negocios. Los cuatro incursionan en bancos, aseguradoras, exportadoras, empresas de telefonía y cable, bebidas y equipos de futbol, entre muchos otros rubros.

Pero es Rosenthal quien encarna la representación simbólica más notoria de la vinculación entre los medios masivos de comunicación, el mundo de los negocios y la política, como dice el periodista Manuel Torres Calderón en su texto El poder de los señores mediáticos en Honduras.

Figura prominente del Partido Liberal, Rosenthal ha sido diputado, ministro, vicepresidente y aspirante eterno a la presidencia de Honduras. En el ocaso de su vida, ha depositado esa aspiración en su hijo Yani, quien fue ministro de la presidencia con Manuel Zelaya y ahora busca una diputación.

Hijo de un inmigrante judío nacido en Rumania, que llegó sin nada a este país en 1929, Rosenthal se graduó de ingeniero en 1957, en el Instituto Tecnológico de Massachussetts.

Desde entonces, los Rosenthal mantienen un pie en Honduras y otro en Estados Unidos. Tanto, que en esta crisis, asegura el patriarca del clan, reunieron a Zelaya con los golpistas en el aeropuerto de Nueva Orleáns.

Contacto en Luisiana

A Rosenthal le gusta presumir su papel dentro del país: hay gente que le dice que es la única figura capaz de unir de nuevo a los liberales. Y también fuera: “Yani, mi hijo, es muy amigo de Mel, y también ha hecho muy buenas relaciones con los gringos, y le han pedido que les ayude”.

En julio, su hijo estaba de vacaciones, en un búngalo que tenemos en Nueva Orleáns, y organizó una reunión de Zelaya con los representantes de los golpistas. La cita fue en el aeropuerto de esa ciudad, dice, y acudieron Arturo Corrales, representante de Micheletti; el ex presidente Carlos Flores Facussé, y un enviado del Departamento de Estado.

La reunión se celebró mientras en San José, Costa Rica, arrancaba el diálogo fallido bajo la mediación del presidente Óscar Arias. De ahí salió la propuesta de San José. Llegaron a un acuerdo pero no pudieron convencer a Micheletti. Bueno, creo que fueron las fuerzas armadas las que se opusieron.

Ya para entonces, dice Rosenthal, el ex presidente Flores, el hombre fuerte del liberalismo, había variado su posición y estaba por una salida negociada. Al principio, Flores estaba totalmente de acuerdo con el golpe; incluso fue a Washington con (Ricardo) Maduro (también ex presidente, pero del Partido Nacional). Ambos viajaron, se ha especulado mucho aquí, para defender el golpe en la capital estadunidense. Ahí (Flores) se arrepintió y llegó a la otra posición de buscar un acuerdo, porque empezaron a acusarlo a él y su hija de golpistas y él tenía la esperanza de que la hija podía llegar a la presidencia de Honduras, y la gente dice ahora que está terminada.

El domingo, Carlos Flores y su hija Lizzy, vicepresidenta del Congreso Nacional, estuvieron en el cierre de campaña del liberal Elvin Santos, en Tegucigalpa, en un gimnasio cerrado que sus seguidores no pudieron llenar.

El disco rayado de Santos fue contra el socialismo del siglo XXI, aunque admitió la división de su partido.

Pero la figura indiscutible del día fue Flores, el único que mereció este grito de la concurrencia: ¡Ése sí es un líder!

Afuera del gimnasio estaba Martha Cruz, quien este domingo 29 vigilará ocho mesas electorales y tiene un punto de acuerdo con Manuel Zelaya: La Constituyente hubiera servido para que se religiera Carlos Flores, porque no hemos tenido otro como él. Aunque es liberal de pura cepa, Cruz va a vigilar las urnas a nombre de la sociedad civil. Gracias a personas como ella, el Tribunal Supremo Electoral de Honduras podrá decir que cumplió su meta de contar con 13 mil observadores.

–¿Qué va a pasar con el Partido Liberal?

–El Liberal siempre ha tenido una izquierda y una derecha, pero siempre hemos podido amalgamarnos a la hora de las elecciones. Ahora no se va a poder, ya quedamos divididos para siempre –dice Rosenthal.

“Los liberales de dinero están en contra de Mel, porque él cometió el error de dejar de identificarse con el PL. Por eso ellos no ven que esto ha sido un golpe contra el liberalismo, sino contra la izquierda, porque Mel andaba con izquierdistas, y a los liberales ya no los tomaba en cuenta. Yo se lo hice ver, que era un error, porque la izquierda en Honduras no tiene futuro.”

–¿Y quién se va a quedar con la franquicia?

–Va a costar mucho. Va a tener que salir alguien a reconstruirlo.

–Si Elvin Santos (candidato presidencial del PL) pierde, no podrá ser esa persona. Ahí se acabó su carrera.

–Mi opinión es que sí. Aunque ha habido casos, y reviven.

–¿Le ve algún futuro político a Roberto Micheletti?

–Ninguno.

–¿Y a Zelaya?

–Según muchos analistas, él va a ser el gran elector del Partido Liberal. Pero yo creo que no, porque nunca va a poder atraer de regreso a la derecha del partido, y la derecha es la mitad del partido.

–¿Quién va a devolver a los militares a sus cuarteles?

–Ése es un problema muy serio, porque ya se dieron cuenta de que tienen un poder que ya se les había quitado.

Rosenthal hace un rápido recuento de los pasos que tuvieron que dar los gobiernos civiles, desde 1982, para disminuir el poder de los militares, que hasta entonces habían mandado a fuerza de golpes de Estado. Hace diez años, cuando se nombró ministro de Defensa a un civil y se eliminó el servicio militar obligatorio, el camino parecía andado.

–Pero todo eso se esfumó el 28 de junio.

–Sí, y ésa es la parte más difícil– estima Rosenthal–. Zelaya dio un gran poder a los militares. Porque, como él los quería comprar para su continuismo, les dio dinero, de todo les daba. Duplicó la policía y le puso un militar de jefe.

–¿Y si gana Porfirio Pepe Lobo (candidato del Partido Nacional)?

Pepe dice que va a hacer un gobierno de conciliación. Si de afuera de Honduras apoyan a Pepe con suficiente dinero, la gente va a esperar cuatro años y en cuatro años va a elegir a otro.

Si Mel hubiera pretendido relegirse nadie hubiera votado por él. Pero ahorita es una víctima del poder de los ricos y de las fuerzas armadas y se ha vuelto popular, muy popular.

Si de capacidad de acarreo se trata, el próximo presidente de Honduras se llama Pepe Lobo. En el último día de campañas, Lobo cierra en Tegucigalpa, en un campo de beisbol atiborrado de gente.

El Partido Nacional se caracteriza por poner orden en las finanzas, en la seguridad, en todo, presume la nacionalista y profesora Teresa Santos.

Será en el gobierno, porque en su cierre de campaña el Partido Nacional es un verdadero desmadre. Al principio quieren cachear a todos los que entran, pero como sólo hay un acceso, el lugar se vuelve un tapón de apretujones. Luego, como todos los nacionalistas somos disciplinados, piden que la gente se corra hacia un extremo del campo de beisbol. Sólo lo consiguen cuando comienzan a arrojar camisetas. Se arma una corretiza y hay más empujones para ganar las prendas. Luego, la mitad del lugar es una batalla campal de bolsas de agua que vuelan por los aires.

Con todo, el más aplaudido, excluyendo al candidato presidencial, es el candidato a diputado Óscar Álvarez, héroe de la mano dura contra la delincuencia durante el último gobierno nacionalista, y sobrino del dictador Gustavo Alvarez Martínez, derrocado por un golpe de Estado en los 70.

En esta campaña, los nacionalistas han buscado correrse al centro, convencido su candidato de que una propuesta muy conservadora no es atractiva electoralmente, dice el analista Gustavo Irías. Por ejemplo, han escondido a Óscar Álvarez, un hombre de ultraderecha que sería el ministro de Seguridad de Lobo, y ya no hablan, como en la campaña anterior, de la pena de muerte.

En su cierre, sin embargo, lo vuelven a sacar. Y lo proclaman héroe nuevamente, aunque el candidato presidencial ya no habla de matar a los delincuentes, sino de humanismo cristiano.

–¿Lobo puede ser presidente con la desconfianza que le tienen los poderosos de este país?

–Depende de si van a votar los liberales y por quién votan los independientes. Lobo, más que el problema de las sospechas, tiene el problema de que es feo, y en Honduras eso es delito. La gente vota por el guapo y por el simpático.

Con todo, Rosenthal piensa que “los nacionalistas están felices con el golpe de Estado, porque tenían 16 puntos abajo y la gente va a votar contra Micheletti y contra Mel (ambos liberales). A Elvin nadie lo conocía, nunca había hecho una campaña liberal y la gente votó masivamente por él sólo porque el contrincante era Micheletti.”

–A Lobo los empresarios lo ven muy parecido a Zelaya y le critican que no fue muy claro en su respaldo al golpe.

–Según las últimas encuestas, Pepe tiene el apoyo de su partido, y Elvin no tiene el apoyo del PL. El swing vote es el independiente. Hay 43 por ciento de liberales, 38 por ciento de nacionalistas y 20 por ciento de independientes. Los partiditos ésos de izquierda y la Democracia Cristiana no juntan 6 por ciento. Pero ésta ha sido una campaña atípica.

En otras ocasiones, las campañas son de intensa actividad en las plazas públicas. Ahora todo son foros en la televisión y todo lo que dicen ahí son mentiras, asegura el empresario.

–¿No es contraproducente esta campaña de elecciones seguras? En la calle hay gente que dice que el domingo 29 ni saldrá de su casa.

–Tienen un gran despliegue de policía y soldados para cuidar los centros de votación. Mi opinión es coincidente con la suya, que la gente va a decir pucha, si aquí hay 20 policías, cualquier cosa va a pasar, ¿para qué me voy a arriesgar a ir a votar?

Para las elecciones, Micheletti o quien deje a cargo mientras toma unos días de asueto con la bendición estadunidense tiene ya en las calles y plazas más de 25 mil soldados y policías, sin contar a los 5 mil 500 reservistas del ejército que llamó a servicio.

Rosenthal se asume como del ala izquierda del Partido Liberal, aunque parte del hecho de que el liberalismo, como doctrina, es de derecha. No somos de izquierda, ni comunistas, pero creemos en las reformas sociales.

–Pero ahora ganó la derecha retrógrada.

–Sí. Los dos candidatos son de derecha. Tal vez Lobo sea menos de derecha que el candidato liberal.

–¿Se va a quedar Zelaya en Honduras?

–Sí, en unos cinco años, no tiene mayor cantidad de enemigos.

–¿Pero, al salir de la embajada, adónde irá?

–El se va a ir de Honduras una temporada. Por ahora, en la embajada de EU están preocupados porque dicen que Mel está pidiendo que pongan bombas.

Eso dicen en la embajada. Pero lo que a Rosenthal le consta es que Zelaya está haciendo un gran esfuerzo por que la gente no vaya a votar. Hace un ratito estuvo llamando a Yani para que se retirara de su diputación.

Convencido de que puede ser uno de los pocos que unan al Partido Liberal, y de que puede llevar a su hijo a la presidencia de Honduras dentro de cuatro años, Rosenthal, que se había mantenido alineado con Zelaya, asistió el fin de semana a los cierres de campaña de Elvin Santos.

En el deslucido acto de Tegucigalpa, Rafael Pineda Ponce, ministro de la presidencia de Micheletti y vocero eterno de los golpistas, le daba palmaditas en la pierna derecha.

Las paredes de la oficina de Rosenthal están repletas de diplomas, la mayoría de asociaciones empresariales que le agradecen ayuda o lo felicitan por su cumpleaños. También hay muchos retratos de él, de joven, maduro y viejo. Sólo en tres fotografías aparece con otros personajes: en una, con los miembros del gabinete presidencial del que formó parte. En las otras dos con Ronald Reagan.