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Más que libros ahora se privilegia la venta de souvenirs

Se extingue la bohemia bibliófila de los bouquinistes del Sena

Los clientes antaño habituales ya no acuden con tanta frecuencia, dicen

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Bouquinistes, 1911, óleo de Fritz Westendrop
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Periódico La Jornada
Sábado 5 de febrero de 2011, p. 5

París, 4 de febrero. Las orillas del río Sena, en París, están llenas de cajas metálicas verdes, de unos dos metros de largo y 60 centímetros de alto. Cuando están cerradas, llama la atención el óxido rojizo que devora la carcasa, pero al abrirlas, se convierten en un colorido puesto de libros antiguos, revistas y grabados.

Al menos, eso es lo que debería ser, según las normas de la ciudad para estos bouquinistes o comerciantes de libros de ocasión. Pero en algunos de sus puestos, lo que busca atraer a los turistas son réplicas de la Torre Eiffel, imanes para el frigorífico y carteles.

De esto se puede vivir, más o menos, dice una joven tendera, mostrando su colección de souvenirs a su derecha. Por desgracia, de esto ya no, lamenta apuntando a los libros, situados a su izquierda. Oficialmente, la ciudad de París permite que uno de los módulos sea de objetos de recuerdo siempre que haya otros tres de libros al lado. Pero los puestecitos destinan más de la mitad de su espacio a los artículos para turistas, ya que para los bouquinistes, ésta es la principal fuente de ingresos.

Para Sophie, una mujer de alrededor de 40 años, la tradición es importante. Su padre también vendía libros en la orilla del Sena, y ella es dueña desde hace dos décadas de cinco de las cajas metálicas verdes en el Quais Malaquais. En su opinión, la venta de souvenirs es un grave problema. Por culpa de eso hemos perdido a una parte de nuestros clientes en los años recientes, explica. Además, Internet es ahora un gran rival. Los clientes antaño habituales ya no acuden con tanta frecuencia a las orillas del Sena a echar un vistazo.

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Aspectos de los tradicionales expendios de libros de ocasión, revistas y grabados, emplazados en las orillas del Sena, en París, captados en 2010. Los bouquinistes (libreros), cuyo origen se remonta al siglo XVI, son parte del Patrimonio Cultural de la HumanidadFoto Jebulon e Ingolfson

Sophie sonríe amablemente a los transeúntes y saluda a los conocidos. Un hombre le compra un periódico de hace unos 100 años.

Conversan sobre su valor. Cuando busque algo concreto, avíseme. Puedo investigar, le ofrece.

Los bouquinistes de París forman parte del Patrimonio de la Humanidad que declara la UNESCO, ya que desde el siglo XVI son un rasgo distintivo de la ciudad. En un principio se situaban en el Pont Neuf, el puente más antiguo de la ciudad, pero actualmente son unos 200 y sus puestecitos se extienden por las dos orillas del Sena.

El ayuntamiento de París intenta mantener la tradición y elige cuidadosamente a los nuevos libreros. Algunos candidatos tienen que esperar años hasta la aprobación. En 2009 se concedieron unas 40 licencias, y una de ellas la obtuvo el joven Rémy, de 21 años. Aunque pertenece a una generación que ha crecido con Internet, quiere dedicarse al negocio de los libros contra viento y marea. Me encanta poder fascinar a la gente con libros que no conocen, afirma.