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Una noche rusa
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Periódico La Jornada
Sábado 5 de febrero de 2011, p. a16

La tecnología encuentra usos cada vez mejores. A la calidad de sonido que han conseguido tanto las grabaciones discográficas como los reproductores, se añade la imagen. Así, una pantalla digital de 52 pulgadas, con un sistema de sonido 7.1, brinda en casa una experiencia artística de dimensiones descomunales: podemos ingresar a las mejores salas de concierto en cualquier momento y escuchar a los destacados atrilistas, directores de orquesta, solistas.

Bajo el sello Deutsche Grammophon circula ahora, por ejemplo, A Russian Night: la filmación del concierto inolvidable con obras de Chaikovsky, Rachmaninov y Stravinsky, ejecutadas por la Orquesta del Festival de Lucerna, dirigida por su fundador, el maestro italiano Claudio Abbado y la participación solista de la hermosa pianista francesa Hélène Grimaud, una de las consentidas del Disquero:

www.jornada.unam.mx/2006/03/04/index.php?section=disquero&article=a24n2dis

www.jornada.unam.mx/2006/03/04/index.php?section=disquero&article=a24n1dis

En los dedos, manos, brazos, la humanidad entera y el alma de Helen Grimaud, el Segundo Concierto de Rachmaninof (popularizado aún más luego del éxito de la película Shine, que narra la vida del pianista David Helfgott) suena tempestuoso, espléndidamente romántico, con los pliegues sedosos de lo sublime y el acompañamiento orquestal que raya en lo perfecto: en la batuta, Claudio Abbado vierte caudales de diamantes en el camino de la pianista, absorta en su terso viaje espiritual.

Antes de este prodigio, el concierto inició con una obra de Shakespeare traducida al lenguaje de la música: La Tempestad, Fantasía Sinfónica a partir de Shakespeare, titulada así gloriosamente por su autor, don Piotr Ilich Chaikovsky. Resulta sencillo poner en síntesis y a cabalidad el resultado sonoro logrado por Abbado y su orquesta: suena a Shakespeare. No hay duda, es la dramaturgia shakespeareana lo que anima la fascinación del público.

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Público: estamos en la sala de la casa pero también estamos en una de las mejores salas de conciertos del planeta: la del Festival de Lucerna, que se inauguró un buen día de agosto de 1988, construida por un genio: el arquitecto Jean Nouvel, quien también nació un buen día de agosto, de 1945. Bueno, como las casualidades no existen, el concierto titulado A Russian Night, grabado y ahora difundido en este dvd, ocurrió el 22 de agosto de 2008.

Esta sala de conciertos asemeja un buque anclado a la orilla del lago de Lucerna. Uno desde el interior vive la experiencia de estar dentro de un violín. Además, Nouvel utilizó, para la acústica –de antología– las mismas maderas, para los interiores, que suelen utilizarse para construir violines.

Ah, entre el público esa noche estaban entre las mil 840 butacas de esa sala, el compositor Pierre Boulez y los actores Roberto Benigni, célebre por su frase Bon Giorno, principessa!, de su filme La vida es bella, pero donde vale la pena es en el filme de Jim Jarmusch, Bajo la ley, donde actúa junto a Tom Waits, y en otro lado de la sala, el maestro Bruno Ganz, el de los filmes de ángeles de Wim Wenders y relator en grabaciones de obras de Luigi Nono y Beethoven: Egmont, con la Filarmónica de Berlín, dirigida por su amigo Claudio Abbado.

En la segunda parte de este concierto maravilloso, el maestro Abbado cimbró los mismísimos cimientos de la sala y puso a ondear en consecuencia con mayor garbo las aguas del lago de Lucerna, con una versión apabullante de El Pájaro de Fuego de Stravinsky.

Su saludo de agradecimiento, al final, a la manera budista, fue la cereza en el pastel.

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