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Promover el libre comercio y las inversiones, los principales objetivos del viaje por el sur

Obama inicia gira por AL; busca definir amigos y enemigos de EU, dicen asesores

Intentará reparar la relación con Brasil, consolidarla con Chile y hablar sobre el narco en El Salvador

Su agenda, muy parecida a la de Bush, con énfasis en los negocios y la lucha antidrogas: especialistas

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El premier de Irlanda, Enda Kenny, entrega al presidente Obama un tazón con tréboles durante la celebración del Día de San Patricio en la Casa BlancaFoto Ap
Corresponsal
Periódico La Jornada
Viernes 18 de marzo de 2011, p. 25

Nueva York, 17 de marzo. En vísperas de su primer viaje como presidente a América del Sur, Barack Obama intentará reparar relaciones con Brasil, consolidarla con Chile, abordar el tema de narcotráfico en El Salvador y, según sus asesores, intentará dividir a la región entre los pro y antiestadunidenses.

De hecho, la agenda es muy parecida a las giras de su antecesor George W. Bush con el énfasis en los negocios, el libre comercio, la militarización de la lucha antinarcóticos y lealtad a los objetivos globales de Washington. Aunque a inicios de esta presidencia –con gestos y retórica festejados en la Cumbre de las Américas en 2009– Obama prometió impulsar una nueva política por la que se buscaría dialogar y negociar intereses mutuos como socios iguales con los países de la región, y que ese diálogo sería con todos los regímenes sin descartar a los críticos de Washington, la política, tanto en hechos como en su caracterización, parecen tener poco de nuevo, coinciden varios especialistas.

Entre los propósitos centrales de la gira de seis días que se inicia mañana en Brasil, continuará en Chile y concluirá en El Salvador, está la promoción de relaciones económicas –inversión y libre comercio– y presentar a la región como un mercado emergente que es clave para la recuperación y prosperidad de Estados Unidos (justificación doméstica para el viaje), afirmó la Casa Blanca.

Pero también se subraya como propósito central la ampliación de la influencia estadunidense, o como lo caracterizó el director para el Hemisferio Occidental del Consejo Nacional de Seguridad de la Casa Blanca, Dan Restrepo, el viaje “será una oportunidad para continuar… resaltando la importancia de la región y también la restauración de la influencia y atracción estadunidense en las Américas, y el efecto que eso ha tenido en disminuir el espacio para aquellos que intentan ganarse la vida políticamente con un sentimiento antiestadunidense”.

Restrepo, en una sesión informativa con reporteros sobre el viaje, agregó que ese espacio se ha reducido significativamente en el curso del último par de años, y este viaje ofrece una oportunidad para continuar eso. Explicó que esto se logra al demostrar que Estados Unidos y el presidente Obama están entregados a ayudar a abordar los desafíos básicos que enfrenta la gente en las Américas hoy día y que está dispuesto, listo y capaz de relacionarse constructivamente con los líderes de la región que están posicionados de manera similar para enfocarse en los desafíos de hoy y no en los argumentos ideológicos pasados de moda, o en debates ideológicos pasados de moda.

En la misma sesión, el subasesor del Consejo Nacional de Seguridad para comunicaciones estratégicas, Ben Rhodes, abundó sobre el punto en respuesta a preguntas de los periodistas: “hace varios años, líderes de la región como el presidente (venezolano Hugo) Chávez y otros podían alimentar y capitalizar el sentimiento antiestadunidense para promover sus propias agendas… Ya no tienen ni cerca el mismo espacio para hacer esto”.

Sugirió que es un hecho, por donde se vea o mida, que el actual presidente demócrata es un líder enormemente popular que ha logrado elevar la opinión positiva de Estados Unidos y su liderazgo en el mundo. Eso es importante, subrayó, no solamente porque facilita la cooperación de otras naciones con Estados Unidos, sino también “porque cambia la dinámica en la región donde ya no estamos atorados en el mismo debate sobre algo que ocurrió hace décadas o algún tipo de mentalidades de guerra fría sobre la naturaleza del liderazgo de Estados Unidos”.

Rhodes reiteró que este tipo de viaje sirve para sacar mucho viento de las velas de aquellos que desearían capitalizar el sentimiento antiestadunidense y hacer más difícil que los gobiernos de la región cooperen con nosotros.

La retórica empleada por este funcionario no se diferencia mucho de la utilizada por el gobierno de Bush. Pero eso no solamente se ve en la retórica, sino en los hechos.

Aunque nadie pone en duda –y las encuestas lo demuestran– que la llegada a Obama a la Casa Blanca fue bien recibida y celebrada por amplios sectores de la población en América Latina y por varios de sus líderes progresistas –en buena medida porque también marcaba el fin de la era de Bush–, lo que no mencionan los funcionarios aquí es el desencanto y hasta la ira con su gobierno que se ha expresado en las Américas poco después de que llegó al poder.

Obama viajará a una región donde su gobierno a fin de cuentas endosó, en los hechos, un golpe de Estado en Honduras, siguió promoviendo una agenda de libre comercio que había criticado a su antecesor y continuó ampliando las operaciones de inteligencia y militar en la lucha antinarcóticos bajo los mismo rubros del gobierno de Bush. En el ámbito diplomático, titubeó en sus relaciones con Cuba limitándose a cambios muy limitados, expulsó al embajador de Venezuela en Washington y generó una disputa con Brasil sobre las relaciones con Irán y otras naciones, entre otras cosas.

Tal vez no hay mejor ejemplo de este desencanto que el expresado por uno de los líderes más populares de tiempos recientes en las Américas, cuyo país será la primera escala de la gira de Obama. Luiz Inacio Lula da Silva, el recién retirado presidente de Brasil, elogió la llegada de Obama a la Casa Blanca y se declaró uno de sus fanáticos, en tanto que Obama comentó que Lula era el político más popular de la Tierra, recuerda este jueves el Washington Post. Pero, agrega el periódico, a finales de su presidencia Lula declaró que Estados Unidos seguía comportándose como un imperio y que nada había cambiado con Obama.