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El poeta granadino recibió un homenaje en su 75 aniversario luctuoso

Convirtieron la poesía de García Lorca en instrumento de libertad

Mujeres y hombres condenados en la cárcel de Soto del Real gritaron: “¡Viva Lorca!

El Teatro Real desarrolla labor educativa en las prisiones mediante ópera, teatro, danza y música

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Escena del espectáculo efectuado en memoria de Federico García LorcaFoto Javier del Real
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Escena del espectáculo efectuado en memoria de Federico García Lorca, ante el público de la prisión de máxima seguridad ubicada en MadridFoto Javier del Real
Corresponsal
Periódico La Jornada
Miércoles 30 de marzo de 2011, p. 3

Madrid. Luego de escuchar odas al amor y a la muerte, así como versos del poeta granadino, en la cárcel de máxima seguridad de Soto del Real, hace unos días, presas y presos gritaron con frenesí ¡Viva Lorca!

Con una imagen de Federico García Lorca sentado al piano, de perfil y manipulando una partitura se ilustró uno de los espectáculos más relevantes del Proyecto Social del Teatro Real: un homenaje a Federico García Lorca por el 75 aniversario de su muerte, para recordar cómo en una noche de agosto de 1936 un grupo de militares al mando del fascismo sublevado contra la República española ejecutó en un barranco a uno de los máximos poetas de la lengua española.

En la cárcel de Soto de Real conviven internos en prisión preventiva, a la espera de juicio y que muchas veces viven recluidos por una falta administrativa y por la reiteración de delitos de carácter leve, hasta los criminales más peligrosos, como los relacionados con actos terroristas (allí se encuentran detenidos algunos de los autores materiales de los atentados del 11 de marzo de 2004, en Madrid, en el que un comando islamista perpetró una matanza de 192 personas y que dejó más de 2 mil heridos).

Desde hace unos años el Teatro Real desarrolla una labor educativa y de reinserción en diversos centros penitenciarios, en los que ha creado una red de talleres de ópera, teatro, danza y música.

Se trata de llevar el arte allá donde las personas más lo necesitan, en clara sintonía e inspiración con el sistema de orquestas infantiles y juveniles de Venezuela, fundado por el maestro José Antonio Abreu, que ha enfocado su trabajo en barrios marginales, en centros de reclusión y en orfanatos.

Una de las principales actividades de estos talleres es llevar hasta la cárcel espectáculos variopintos, pero de alta calidad y muchos de ellos creados y diseñados ex profeso.

Así nació el homenaje a Federico García Lorca, el cual comenzó y terminó con un estremecedor grito unánime de artistas, presos y hasta funcionarios de prisiones: ¡Viva Lorca!

Se escucharon varios de sus poemas y versos más bellos, como La noche del amor insomne, El amor duerme en el pecho del poeta, Soneto de la carta, Ay, voz secreta del amor oscuro y Gacela del amor desesperado.

Las palabras colmaron el pequeño auditorio de la prisión, repleto de mujeres y hombres que cumplen condena, pero que reciben con alborozo el espectáculo.

Carlos G. es un joven español, de 27 años, que cumple condena de 10 años de prisión por asuntos de droga, te metes en esa espiral y no sabes lo que haces. Ahora es director del taller teatro, estudia sicología en la universidad a distancia y escribe teatro y poesía.

Esto es un regalo para nosotros. Es sentirnos de pronto libres, explicó a La Jornada.

A David M., mexicano, de Mazatlán, quien cumple condena por tráfico de drogas, lo que en realidad le apasiona es el baile. Pertenezco al taller de ópera y estoy feliz. A pesar de que estamos aquí dentro, al menos busco sonreír e intentar disfrutar de estas cosas y de la oportunidad de poder expresar algo.

Los dos, emocionados, asistieron al acto en memoria de García Lorca. De pronto, en la cárcel donde regularmente viven un régimen severo, asistían a un espectáculo singular y de enorme belleza: al piano la granadina Celsa Tamayo, la voz la puso la soprano María Rodríguez y, por último, la bailaora Nuria Pomares llenó el escenario de color, sensualidad y pasión.

El espectáculo se dividió en dos partes: primero, los poemas de García Lorca interpretados y musicalizados y, en segundo lugar, las canciones populares que el propio poeta musicalizó, como las míticas Anda, jaleo, Las morillas de Jaén, Los cuatro muleros y El Vito.

Mártir y símbolo

La finalidad del espectáculo en memoria del autor de La casa de Bernarda Alba fue doble: por un lado llevar un poco de la obra de Federico García Lorca a la prisión y, por otro, recordar en un escenario así a uno de los más grandes escritores de todos los tiempos, quien, precisamente, pasó sus últimos días en una comisaría.

De las decenas de miles de personas enterradas en las fosas comunes diseminadas por el territorio español, como herencia trágica de la Guerra Civil, hay quizá un nombre que sobresale del resto, por su condición de genio literario y, a su pesar, mártir y símbolo de esa barbarie: Federico García Lorca.

En torno a la figura del poeta hay, quizá, dos facetas profusamente investigadas y analizadas hasta la extenuación: sus poemas, obras de teatro y ensayos, que lo han erigido como uno de los poetas españoles más relevantes del siglo XX y como el autor más brillante e influyente de su generación. Y, la segunda, es la que se refiere a su biografía, sobre todo a los últimos tres días de su vida, cuando con 38 años fue detenido, encarcelado y finalmente ejecutado en un solitario descampado de su Granada natal, por las huestes fascistas de Francisco Franco.

Los investigadores sostienen que García Lorca fue fusilado la madrugada del 18 de agosto de 1936, junto a tres personas más: el profesor de escuela Dióscoro Galindo y los banderilleros Francisco Galadías y Juan Arcoyas Cabezas.

Algunos historiadores –entre los que figuran Ian Gibson, Miguel Caballero y Pilar Góngora– sostienen que en la mañana del 18 de agosto García Lorca fue trasladado a un viejo caserón conocido como Las Colonias, que durante la República sirvió como lugar de vacaciones y recreo para niños humildes y que el bando fascista convirtió en centro carcelario que hacía las veces de antesala para el último paseo del prisionero antes de la ejecución.

Ahora García Lorca, 75 años después de su asesinato y todavía sin que se sepa el paradero exacto de sus restos, sigue emocionando en los sitios donde su poesía se convierte en arma de libertad. Por eso las presas y los presos gritaron al unísono: ¡Viva Lorca!