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Escritor toca tema tabú: el suicidio
 
Periódico La Jornada
Miércoles 30 de marzo de 2011, p. 6

El talento o el don para escribir es un globo que requiere de mucho trabajo para inflarlo, y el mejor entrenamiento es leer, afirma Pablo Raphael, Premio Nacional de Literatura 2003 por su libro de cuentos Agenda del suicidio, el cual fue presentado en la Casa Refugio Citlaltépetl.

Debido a fatalidades del destino, la primera edición de ese libro aún permanece embodegada en Silao, Guanajuato. Por fortuna, a los responsables de Tumbona Ediciones les encantaron los relatos y los presentan ahora dentro de su colección Prosas Fugitivas.

Se trata de 11 narraciones (las 10 escritas en 2003 y una agregada para esta edición) que hablan del suicidio, entretejidos con guiños que refieren la manera en la que escritores como Ernst Hemingway, Walter Benjamin, Mishima o Sylvia Plath, se quitaron la vida.

Sacrificio y placer

En charla con La Jornada, el autor reitera que no cree en el discurso de que se puede hacer literatura sin haber pasado por un bagaje de lecturas: escribir es un proceso muy lento, de mucha concentración, de mucho sacrificio, pero también de mucho placer.

Cuando escribe, añade, “soy muy obsesivo. Procuro trabajar la escritura en dos niveles: uno, para que la construcción de las frases tenga una sonoridad específica, que enganche pero al mismo tiempo para que tenga la capacidad de construir imágenes que ayuden a llevar la historia con facilidad.

Es como tener que leer una partitura donde aparecen varios instrumentos. En la literatura tienes que hacer que el tiempo termine por convertirse en espacio, primero en un nivel textual: extensión de las frases, ritmo de las palabras, sonoridad. Luego viene otro nivel que tiene que ver con lo ideológico, con la estructura mental del escritor y su forma de transmitir no sólo imágenes e ideas, sino las escenas que quieres que le den al texto una característica especial.

El carácter optimista y risueño de Pablo Raphael contrasta con el tema oscuro y doloroso de sus cuentos, detalle que llama la atención de sus editores y sus colegas. Él responde: “lo que presento en Agenda del suicidio es literatura, no soy yo”.

El libro, continúa, toca un tema tabú: la muerte por decisión propia, el cual ligo a escritores que deciden morirse así. Vi en ello una vena muy amplia para reflexionar en distintos niveles; hay un ejercicio de intertextualidad todo el tiempo con otras obras.