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Mónica B. Brozón da a conocer la trilogía de aventuras de JJ Sánchez, de 11 años

Que los niños adquieran valores, lo único que sacará al país de la realidad actual

Para la escritora, es indispensable que exista disfrute genuino de los adultos para compartir el entusiasmo por la lectura

Cuenta la historia de un pequeño que va en busca de su madre

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Los tres volúmenes, de 200 páginas cada uno, difieren de la idea clásica de la literatura para niños con muchas ilustraciones, pues en su mayoría se extiende en texto
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Los tres volúmenes, de 200 páginas cada uno, difieren de la idea clásica de la literatura para niños con muchas ilustraciones, pues en su mayoría se extiende en texto
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Los tres volúmenes, de 200 páginas cada uno, difieren de la idea clásica de la literatura para niños con muchas ilustraciones, pues en su mayoría se extiende en texto
 
Periódico La Jornada
Domingo 8 de mayo de 2011, p. 3

Cuentan que el lobo feroz sopló y sopló, hasta que la casa tiró. Pero en el caso de José Juan Sánchez, fue el casero y un policía quien los dejó sin casa y sacó sus tiliches a la calle, literalmente. Me gusta reflejar una realidad que puede ser inmediata para cualquier niño, dice Mónica B. Brozón, en entrevista, a propósito de la nueva edición de la trilogía protagonizada por JJ Sánchez, niño de 11 años que comienza una viaje a Chiapas para buscar a su mamá, quien se fue sin dar explicación alguna.

Mediante las letras se logra una gran empatía, lo único que puede sacar al país de la situación en que está es que la gente pequeña adquiera ciertos valores y criterios, y que no se deje llevar por lo que dicen en la televisión y en la publicidad, reflexiona la reconocida autora de literatura infantil, quien ha publicado 27 títulos y se ha convertido en referente en nuestro país.

Las temáticas de la literatura infantil han cambiado: antes, la función primordial era educar y enseñar con moralejas, eso ha ido evolucionando. Es importante que los niños sean sensibles a realidades ajenas, agrega. Además, son inteligencias frescas, en formación, a las que puedes hablar de cualquier tema, de la muerte, de la violencia, del abuso, porque es una forma de prevenir. Si un niño tuvo la desgracia que le ocurriera, si le das un libro sobre ese tema, no se va a sentir tan solo, los libros son una gran compañía.

Apunta, quise retratar a un niño de clase media que va a una escuela pública, que tiene problemas con sus compañeros y con la maestra; se enamora de una niña, los corren de su casa porque su papá está deprimido desde que la mamá se fue y se van a vivir a un multifamiliar con la abuela, es parte de la historia, dividida en tres episodios, que es relanzada por Alfaguara Juvenil, ahora sí con facha de trilogía, después de que las ediciones pasadas fueron un errático proceso.

Los tres volúmenes, de 200 páginas cada uno, difieren de la idea clásica de la literatura para niños con muchas ilustraciones, pues en su mayoría consiste en texto. En cambio, son novelas llenas de humor y aventuras, que se recomienda para mayores de ocho años, o de acuerdo con la experiencia lectora, por lo que la invitación es para curiosos de cualquier edad.

Para compartir el entusiasmo por la literatura es indispensable que exista disfrute genuino de los adultos, ya sean padres o maestros. Apelo a los papás, porque a un niño le va a parecer entretenido, pero a los papás también, porque son cosas familiares vistas con un punto infantil, inocentón, irónico y simpático, explica.

Por adultos lectores

De acuerdo con la escritora mexicana, la literatura infantil en el país tiene una tradición reciente, quizá 15 años, con temas cercanos. Hace 20 años sólo existían dos colecciones, una con muchas traducciones. Eso ha cambiado, y lo más importante es que los niños están leyendo. Entonces, ese niño, lo más probable es que pasen los años y sea un adulto lector. Además, ocurre el fenómeno de que los niños llevan los libros a casa y los papás leen gracias a los niños.

“Desafortunadamente, los adultos de mi generación –Brozon nació en 1970, en la ciudad de México– no teníamos literatura infantil, nos dejaban leer a Dostoievski. Hoy día, un libro divierte, hace reír, ofrece una experiencia lúdica y placentera.”

La historia de JJ Sánchez comienza con El último sábado fantástico; el segundo tomo es La turbulenta travesía del alacrán, y culmina con El cocodrilo que lloró de noche. “Mi idea fundamental era mostrar tres ambientes distintos, que conviven entre sí: el primero, en la ciudad de México, que es cuando busca dinero para ir a buscar a su mamá; el segundo, un road book, que es el trayecto desde la ciudad hasta San Cristóbal de las Casas, con miles de contratiempos, y el tercero en medio de la selva Lacandona”, explica sobre los libros que le llevaron a recorrer la ciudad y a experimentar los sonidos de la selva.

Que un niño de 11 años decida por sus pistolas, primero conseguir el dinero y luego agarrar el camión más barato a Chiapas para ir a buscar a su mamá, es una locura. En 2003 comencé a escribir la historia, las cosas han cambiado bastante, para peor. En ese entonces eso era una locura menos peligrosa, comenta. Mi idea es que el lector se encante con el narrador y JJ. Es un niño muy chistoso, más allá de la emoción de la historia, me gusta que sea una lectura divertida, con personajes entrañables.