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No nos dan mucho, pero algo es algo cuando la necesidad es canija, refieren

Casas de empeño, oportunidad para salir de los problemas, aunque sea por un rato

Los usuarios llevan herramientas, alhajas, aparatos electrónicos y hasta baterías de cocina

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Como cada año, la llamada cuesta de enero obliga a muchos capitalinos a empeñar algún artículo para poder solventar problemas económicosFoto María Meléndrez Parada
 
Periódico La Jornada
Domingo 15 de enero de 2012, p. 33

Con dos mil pesos al mes no se puede vivir. Así lo expresó Judith quien tiene dos hijos que mantener, una renta que pagar y muchas necesidades que cubrir. Hoy, como cada año, acudió al Nacional Monte de Piedad ubicado en el Zócalo capitalino a empeñar unas alhajitas para poder salir del apuro. La cuesta de enero le llegó como a cientos de personas que se desprenden de lo poco que tienen para salir adelante.

Yo trabajo haciendo limpieza en una casa, gano dos mil pesos al mes y no me alcanza porque todo está muy caro: la luz, el gas, las verduras, ya no se puede comprar nada. Hay que ver de dónde saca uno dinero, porque así no se puede vivir, señaló.

Para algunas personas, con menos de 500 pesos que les presten es suficiente, otras salen satisfechas de haber recibido hasta cinco mil pesos, pues aunque hay que pagar a tiempo, por los intereses, por el momento se sienten más seguras.

Yo plancho y lavo ajeno, también vendo ropa en un tianguis; no pago renta pero hay que pagar luz, gas y la comida. No me doy abasto, dijo Silvia, quien empeñó dos medallas y un anillo. Es madre de dos niños, uno de cuatro y el otro de siete años; su esposo se quedó sin empleo, es chofer.

Herramienta, una batería de cocina, la televisión o un estéreo son algunos de los artículos que se dejan, pese a que por ellos no nos dan mucho, pero algo es algo cuando la necesidad es canija, explicó Manuel en la sucursal del Nacional Monte de Piedad en la colonia Portales Norte.

Asimismo, Maricruz –quien acudió a empeñar una batería de cocina por la que le prestaron 400 pesos, en el Monte de Piedad de la calle Del Carmen en el Centro Histórico– explicó que es común que acuda a ese lugar porque así sale aunque sea para el pedido del día. Necesita ese dinero para completar el pago de unos utensilios de cocina que vende, con lo que señaló, podré darle de comer a mi hija. Es madre soltera.

En otra casa de empeño llamada Monte Palma esperan las hermanas Ramírez, ambas dependen únicamente de la pensión que les otorga el Gobierno del Distrito Federal, y de lo que a veces nos dan los hijos. Este mes el recibo de la luz les llegó de tres mil pesos, sólo somos nosotras, es absurdo, pero si no pagamos nos la van a cortar, explicaron.

También deben pagar otros servicios, como el gas, y sus medicinas, pues una de ellas es hipertensa y la otra sufre diabetes. Afirman sentirse desamparadas y ven las casas de empeño como la oportunidad de salir, aunque sea por un rato, del problema. Al abrir la mano, dejan ver que llevan cadenas de oro, anillos, algunos pequeños aretes y medallas. No es mucho, pero entre las dos sale por lo menos para la luz y el gas, afirmaron.

Minutos después les entregan su hoja de empeño. Les prestaron cinco mil pesos. Se ven aliviadas y sonríen. Al salir del establecimiento lo confirman: Estamos contentas, pero sobre todo tranquilas.