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En Monterrey, la panificadora La Estrella Roja cumple 76 años pese a crisis y competencia

Desdeña el gobierno federal modelo de cooperativas: gerente de Pascual Boing

El consumo organizado puede regular precios de productos encarecidos en forma injusta, dice

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La Estrella Roja, panificadora que trabaja desde sus orígenes como sociedad cooperativa de producción, cubre 20 rutas con pequeños vehículos de reparto que atienden unas mil 900 tiendas de barrio en los municipios de Monterrey, Santa Catarina, San Nicolás de los Garza y ApodacaFoto David Carrizales
Corresponsal
Periódico La Jornada
Lunes 17 de septiembre de 2012, p. 40

Monterrey NL, 9 de septiembre. En la recta final de 2012, declarado AñoIinternacional de las Cooperativas así por la Organización  de Naciones Unidas (ONU), el sector lamenta que las autoridades deliberadamente hayan rehusado promover la creación y el crecimiento autónomo de estas formas de organización, como ofrecieron ocho secretarías de Estado y otras dependencias oficiales en un comunicado conjunto dado a conocer el 13 de marzo.

Alfonso Huerta Valeriano, gerente de la cooperativa Pascual Boing para el noreste del país, señala que la cultura individualista es un obstáculo para la creación o permanencia de las cooperativas, pues mucha gente piensa que por ser dueña de una empresa ya no va a trabajar y sólo recibirá beneficios, algo que, dijo, se ha evitado en dicha sociedad, formada en 1985, la cual hoy cuenta con mil 600 socios y más de 5 mil trabajadores.

Huerta Valeriano agregó que a pesar de que el cooperativismo puede ser una alternativa para crear empleos, mejorar el nivel de vida de las familias y contribuir a regenerar el tejido social, corroído por la impunidad, la corrupción y la violencia, las autoridades no apoyan estas formas de producción y organización para el consumo porque cuando la gente común se hace consciente de la fuerza y poder que adquiere mediante la unidad, la cooperación y el solidarismo, es vista como un peligro para el injusto y depredador sistema económico y político dominante.

El individualismo, arraigado

Con más de 30 años de experiencia, incluso como funcionario de Monterrey en el periodo 2006-2009, Francisco Acosta Zavala admite que es difícil impulsar la acción colectiva en una región donde se ha exaltado el individualismo y a la gente se le educa en instituciones privadas para ser empresario y en las públicas para ser empleado, donde cada quien trabaja para su santo, y a veces no es posible hacer algo en común ni en la familia.

Sin embargo, acota, ante una crisis económica tan severa como la actual, el cooperativismo es una alternativa interesante. Menciona que esta forma de organización para el consumo y la producción surgió en Inglaterra a raíz de la Revolución Industrial, que generó gran desocupación de mano de obra.

Considera que sería promisorio iniciar con cooperativas de consumo, pues la gente obtendría beneficios inmediatos y se daría cuenta de su enorme poder, incluso para regular precios si decide dejar de consumir algún producto encarecido injusta o desproporcionadamente.

Esto rompería una inercia, en la cual la gente del campo ya no quiere sembrar: los viejos porque se les están acabando las fuerzas y las esperanzas; los jóvenes porque son muy pobres los frutos de su trabajo y prefieren emigrar a las ciudades o a Estados Unidos.

Con una buena política social de gobierno, apuntó, podrían echarse a caminar decenas de cooperativas en el estado y el país, pese a que se eliminaron desde hace años las ventajas fiscales y hoy la única exención para dichas sociedades es la del pago para su registro ante la Secretaría de Relaciones Exteriores, como deben hacerlo las sociedades anónimas.

Comentó que las cooperativas que más se han fortalecido en la entidad son las de ahorro y préstamo, que aspiran a ser banquitos y se han olvidado un poco de la acción cooperativista, aunque cumplen una función social, pues prestan dinero a una tasa promedio de 2 por ciento mensual, cuando los bancos dan 0.1 por ciento de interés, pero prestan a 3 por ciento mensual.

La apertura comercial aplicada desde Salinas le hizo perder sucursales, socios y trabajadores

David Carrizales Corresponsal

Monterrey, NL, 9 de septiembre. La Estrella Roja, panificadora que trabaja desde sus orígenes como sociedad cooperativa de producción, cumplirá 76 años el 30 de septiembre, tras superar crisis económicas y la competencia de trasnacionales, cadenas de supermercados y monopolios en el sector.

Su modelo de organización es un ejemplo para quienes pretenden iniciar o consolidarse en la ruta del cooperativismo, con una fórmula simple, pero no fácil de seguir: nadie se hace socio por parentesco o compadrazgo, sino por méritos; no se tolera la corrupción y ninguno se siente jefe, aunque sea gerente, tesorero o presidente del consejo de administración.

José Luis Flores Nieto, presidente de la cooperativa, es sorprendido mientras empuja un carrito con charolas de margaritas para colocarlas sobre los estantes, listas para surtir pedidos.

Tímido, se resiste a conceder la entrevista y recomienda buscar al gerente, Guadalupe Castillo, porque él tiene más años como socio y nos representa en actos de la industria.

Sin embargo, el gerente no está disponible porque fue a entregar unos pasteles al Instituto Tecnológico de Monterrey, y agrega, señalando con la vista dos canastos rebosantes de pan colocados sobre una mesa de madera: Cuando regrese, lo mando con otro pedido.

Ya en confianza, Flores Nieto cuenta que hace más de 30 años empezó de barrendero y tardó 14 para llegar a socio. Si nos gusta, nos quedamos; si no, nos salimos. Nada de que yo entré porque soy hijo de dueño y me hice socio a los 14 de trabajar.

Admite que en numerosas cooperativas los miembros del consejo de administración no trabajan como nosotros en la producción, y el gerente se la pasa detrás del escritorio. Aquí todos cooperamos. La crisis económica, y sobre todo la competencia de cadenas comerciales derivada de las políticas de libre comercio que se aplicaron con crudeza a partir del gobierno de Carlos Salinas de Gortari le han pegado duro a La Estrella Roja, que llegó a tener ocho sucursales, 80 socios y más de 200 trabajadores.

Hoy sólo queda la matriz, en la avenida Bernardo Reyes, al poniente de la central de autobuses de Monterrey, con 33 socios y 80 trabajadores. Había más trabajo, pero se fue acabando por malos manejos de los encargados de las sucursales. La octava se cerró el año pasado. Eran 12 trabajadores y el encargado. Sólo salía para los sueldos de ellos.

Además, “nos ha pegado el libre comercio. Las compañías estadunidenses compran por camiones bultos de harina, manteca, azúcar.

Lo bueno es que conservamos las recetas antiguas. El sabor es muy distinto; pesamos todo, el azúcar, la sal, la manteca. Ellos traen todo preparado. Eso nos da preferencia.

La Estrella Roja cubre 20 rutas con vehículos distribuidores que atienden unas mil 900 tiendas de barrio en Monterrey, Santa Catarina, San Nicolás de los Garza y Apodaca.

La inseguridad también ha perjudicado a la cooperativa, pues los comerciantes cierran porque el crimen organizado los extorsiona.

Un factor que los ayuda a mantenerse en el mercado es que han logrado crear una buena relación con proveedores, que ofrecen a buenos precios los insumos, incluido el huevo, a pesar del reciente encarecimiento de este producto.

Los últimos 15 días nos han llamado de otras panaderías para preguntarnos desesperados si vamos a subir el producto. Les decimos que no, porque debemos apoyar a la clase popular. Tenemos harina y azúcar para aguantar cuatro o cinco meses por lo menos.

Finalmente, Flores Nieto señala que tal vez a La Estrella Roja le va bien por las bendiciones que a diario reciben de la comunidad que se ve beneficiada por sus donativos: entrega aproximadamente 10 por ciento de su producción al comedor de los pobres de la iglesia de Santa María Goretti, a la agrupación Alcohólicos Anónimos, a la Cruz Roja y la Cruz Verde, y a los centroamericanos que intentan llegar a Estados Unidos.