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Jornaleros no reciben prestación alguna y les retienen sueldos; operan tiendas de raya

Campos agrícolas de Coahuila, paraíso de explotación
Corresponsal
Periódico La Jornada
Jueves 4 de octubre de 2012, p. 35

Torreón, Coah., 3 de octubre. Miles de jornaleros agrícolas de Veracruz, Hidalgo y San Luis emigran cada temporada agrícola a trabajar en los invernaderos de la Laguna de Coahuila a cambio de 90 pesos diarios, hospedaje en galeras y comida, pero sin prestaciones ni seguro de vida, por lo cual la Comisión de Derechos Humanos del Estado (CDHE) los considera una población altamente vulnerable.

Un informe especial de la CDHE indica que 2 mil 938 hombres y 382 mujeres trabajan en campos agrícolas de Matamoros, San Pedro de las Colonias y Francisco I. Madero.

Pese a que la Constitución garantiza un día de descanso por seis de trabajo, los migrantes laboran de lunes a domingo, no reciben utilidades ni capacitación, y además se les paga al término del contrato, aun cuando la ley prevé que no debe pasar más de una semana para que reciban sus jornales.

Es mejor que nada

En la plaza del ejido 20 de Noviembre, a 35 kilómetros de la cabecera municipal de Matamoros, un grupo de jornaleros conversa y bebe cerveza. Los aproximadamente 500 habitantes del poblado ya se familiarizaron con los huejutlas, como llaman a los migrantes, gustosos de hacer el trabajo que los locales no aceptan.

Carlos, de 17 años de edad, llegó a Matamoros el 28 de julio tras firmar un contrato de dos meses para trabajar en la recolección de hortalizas porque donde vivo no hay trabajo. Acá voy a ganar 90 pesos; no es suficiente, pero es mejor que nada. Ahora vivimos en ejido El Pilar, aledaño al 20 de Noviembre.

El dueño del invernadero, al que sólo conocen como El Diablo, los pone a hacer una tarea y cuando terminan se pueden ir.

Carlos llegó con su tío Segodino –quien no habla español– y otros hombres de la Huasteca a cortar tomate y pepino. Dice que el trabajo es pesado, pero el tiempo pasa rápido y en los diciembres regresará a casa.

Los campesinos explican que viven de préstamos, pues les pagan al finalizar el contrato, y tienen que pagar artículos de higiene personal, despensa y cervezas.

Nos prestan 100 pesos o lo que pidamos. Dormimos en cuartos con literas; tenemos agua caliente para bañarnos y doctor. Algunos traen a sus hijos, pero no dan contratos a menores de 16 años.

Fortunato, de 30 años de edad, llegó a la Laguna con Margarita, su hija de 16 años. Los dos deshojan pepino en un invernadero. Él explica que parecen hormigas, pues trabajan en largas filas y nadie se mueve hasta que acaba. A las 11 de la noche los empiezan a recoger en camiones.

La CDHEC pretende instalar comités regionales para proteger a los jornaleros.