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Ver día anteriorDomingo 3 de marzo de 2013Ver día siguienteEdiciones anteriores
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De petróleo a orquídeas
E

n varias ocasiones hemos hablado de Azcapotzalco, antigua villa que conserva un grato aire provinciano. Es poseedora de una rica historia que data del siglo XIII, cuando se establecieron en ese lugar los tepanecas. Fundaron un poderoso imperio que dominó a los pueblos más importantes de la cuenca y finalmente terminaron de súbditos de México Tenochtitlan.

Tras la Conquista, los frailes dominicos fueron los encargados de evangelizar la zona, construyendo el templo y convento de los Santos Apóstoles Felipe y Santiago, belleza arquitectónica que aún existe, al igual que los chalets tipo inglés y magníficas casonas barrocas y decimonónicas.

A sus multiples atractivos ahora viene a sumarse el Parque Bicentenario; con más de 50 hectáreas de superficie y asentado en los terrenos de la antigua Refinería 18 de marzo, representa uno de los más importantes esfuerzos de limpieza de terrenos contaminados en el mundo.

La vieja Refinería de Azcapotzalco de Petróleos Mexicanos (Pemex) fue clausurada en 1991 debido a los fuertes problemas de contaminación que generaba tanto en sus inmediaciones como para el conjunto de la zona metropolitana.

Tras una década en el abandono, en 2007 los terrenos de la antigua refinería fueron cedidos por Pemex al gobierno federal y de inmediato se iniciaron los trabajos de remediación ambiental. Se contó con el apoyo de varias universidades públicas de México, así como de asesores internacionales, ya que el trabajo era arduo y complicado.

Cuando finalmente se logró limpiarlo, se iniciaron los trabajos de arquitectura del paisaje, mismos que llevó a cabo un grupo multidisciplinario que encabezó el arquitecto Mario Schjetnan, autor de otras importantes áreas verdes como el Parque Ecológico de Xochimilco y el Parque Tezozómoc.

Cinco áreas temáticas conforman el Parque Bicentenario: el Jardín natura, el Jardín viento, el Jardín tierra, el Jardín sol y el Jardín agua, cada una de las cuales cuenta con características paisajísticas propias. Están integradas por agradables fuentes y canales unidos por una ciclopista, que conecta las distintas áreas del parque. Hay una réplica magnífica de unas chinampas.

Muy atractivos son los invernaderos, en especiale el Orquidiario, un cálido y amplio espacio con música ambiental, que permite recrearse con la belleza de estas exóticas especies vegetales. No se queda atrás el jardín botánico, con senderos e invernaderos donde podemos localizar plantas provenientes de diferentes hábitat de toda la República Mexicana.

Son muchas las atracciones que ofrece el gran parque: áreas de pic-nic, juegos infantiles, pista de skating, canchas de volibol, basquetbol, futbol y volibol playero. Todavía no está totalmente terminado, así es que hay que estarlo visitando periódicamente para conocer los avances, entre otros, un gran lago artificial con préstamo de embarcaciones. El Parque Bicentenario se encuentra en la avenida 5 de Mayo esquina Ferrocarriles Nacionales y la entrada es gratuita. Hay un amplio estacionamiento y si va en Metro le queda cerca la estación Refinería.

Para la comida, en la cercana avenida Cuitláhuac No. 2709, se encuentra el El Bajío. El excelente restaurante de comida mexicana tradicional, primorosamente decorado con arte popular, que acaba de cumplir 40 años. Con tal motivo su dueña Carmen Ramírez Degollado, la queridísima Titita, ofreció un menú de celebración que es de lo mejor y más generoso que he probado en la vida. Los voy antojar con los manjares que sirvió: Entrada: ceviche verde. Sopas: chilpachole de jaiba, chileatole verde y Xonequi, acompañadas con empipionadas papantecas. Platos fuertes: mole blanco con pechuga de pollo, mole de Xico con pato, pipián de semillas de chile con costillas de cerdo, pipián de Coquimatlán con nopalitos y mole verde con verduras. Postres: nieve de mango y macarrón de chamoy Huehue. Bebidas: aguas frescas de chía, lima y mandarina, tequila, mezcal, vino tinto y blanco, café y té. ¿exageré?