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El auge digital permite la entrada del arte a lo cotidiano, dice el musicólogo Wade Matthews

Antes la ciencia se empeñaba en mostrar la inexistencia de la magia; hoy la explica

Doctor en composición y electroacústica por la Universidad de Columbia vino a México para promover su libro Improvisando. La libre creación musical, de editorial Planeta

 
Periódico La Jornada
Domingo 31 de marzo de 2013, p. 3

La magia está enfrente de nosotros, señala el compositor francés Wade Matthews. No hace falta mirar más allá. Si bien en el siglo XIX la ciencia estaba empeñada en demostrarnos que no había magia, hoy día la ciencia es capaz de explicar la magia, por medio de la causa y efecto.

Las condiciones del momento son propicias, indica, para determinar: La entrada del arte a lo cotidiano, gracias al auge de lo electrónico, lo digital, la síntesis.

Wade Matthews vino a México para promover su libro Improvisando. La libre creación musical, como parte de la colección Turner Música, distribuido por Editorial Planeta.

Es uno de los principales cultivadores de una corriente musical conocida como libre improvisación, que consiste en generar sonidos en computadora para un público generalmente reducido.

La música resultante no responde a las expectativas que todo asistente a conciertos suele cultivar. Se inserta, en cambio, en el territorio de la experimentación y es un campo abierto, prácticamente virgen.

Cantidad o calidad

En entrevista con La Jornada, este doctor en composición y electroacústica por la Universidad de Columbia de Nueva York, aborda este tema, prácticamente de iniciados, para llevarlo a públicos diversos, propósito que lo motivó a escribir ese libro.

–El auge de la tecnología y lo cibernético aparenta una supuesta democratización de los oficios; hoy día parece que cualquiera puede componer música, publicar un libro, entre otras actividades a través de las redes sociales. ¿Hay tal?

–La posibilidad de que más personas puedan publicar hoy día libros gracias a las nuevas tecnologías y las redes sociales, y más personas puedan hacer música gracias al software disponible, no garantiza que vaya a haber mejores escritores o mejores músicos. Henry David Thoreau dijo que si sólo cantaran los pájaros más dotados, habría mucho silencio en el bosque.

“Lo que ocurre –continúa el pensador– es que no hay que confundir creatividad con creación artística. Creatividad es mucho más grande: necesitamos ingenieros creativos, cirujanos creativos, políticos creativos. ¿Opera eso un cambio en el discurso artístico? Tal vez. En el contenido dudo que lo haga. El contenido en el arte siempre ha sido el mismo, entendiendo que la función del arte en la Edad Media no es la misma que en el Renacimiento ni mucho menos hoy.”

–De cara a la improvisación libre, ¿cuál es esta nueva función del arte?

–Hay un cambio de paradigma desde mediados del siglo XX y consiste en el tránsito de la idea del arte como expresión hacia la idea del arte como experiencia. En este contexto, quienes creamos mediante la improvisación libre estamos experimentando y atestiguando un proceso de creación que está pensado deliberadamente para estar hecho aquí y ahora. Es decir: vivir esa creación es también entender este momento y este lugar de otra manera.

“Cuando a mediados del siglo XX empieza a desaparecer el pedestal que sostiene la escultura y el marco que rodea al cuadro, lo que está desapareciendo en realidad es lo que señala al arte como algo separado de la vida cotidiana. La libre improvisación es, entonces, el estar aquí y ahora.

Mira, por ejemplo, hace unos días ofrecí un concierto en el Museo de Arte de Tlaxcala y cuando empecé a tocar llegó un guardia con una enorme cadena y empezó a envolver con ella el picaporte de unas puertas de cristal que están detrás de mí. El guardia cumplía su trabajo de cerrar puertas del museo porque ya era tarde. El sonido, en ese espacio, era impresionante, de manera que de inmediato empecé a trabajar con unos sonidos que dialogaran con los que estaba haciendo el guardia con la cadena y luego el vigilante entró en una sala, más atrás, donde se escuchó la risa de una mujer y entonces empecé a trabajar con esa risa y las voces, ¿con qué propósito? Pues en parte para dialogar con el entorno sonoro, pero sobre todo para llamar la atención del público hacia ese momento y ese lugar.

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Hacer improvisación libre también es entender este momento y este lugar de manera diferente a como se hacía a mediados del siglo XX, afirmó Matthews en entrevistaFoto Guillermo Sologuren

–Los conciertos de esta especialidad, libre improvisación, no resultan cómodos o entendibles para muchos públicos, que a veces puede reaccionar con violencia contra algo que no entiende o no le gusta, como ocurrió hace cien años en el estreno de La Consagración de la Primavera. ¿Qué función cumple el público para los músicos de libre improvisación?

–Lo que molestó al público en el estreno de La Consagración... fue que simplemente se les estaba diciendo: se acabó la vieja tradición. Hace poco, un ayuntamiento en España llevó a juicio a un músico estadunidense por no tocar jazz en un festival de jazz. El cargo era que se le había contratado para tocar jazz y decían que no había tocado jazz. No sé exactamente cómo piensan definir el jazz durante ese juicio legal (sonríe Matthews). La libre improvisación, por lo pronto, no entra en la definición de jazz.

“A mediados del siglo pasado –contextualiza– el compositor Milton Babbit escribió un texto titulado Who cares if you listen? (¿A quién le importa si escuchas?) y propone que al igual que la ciencia tiene investigación pura, también el arte, y debemos aceptar que hay una parte del arte que no va a ser asequible a todo mundo, porque la investigación pura es el filo de la navaja. Por poner un ejemplo: alguien puede abrir un libro de física cuántica y no entender nada, pero no dice no entiendo nada sino ‘es que es física cuántica’; en cambio se encuentra con una obra de arte que está realmente en la vanguardia y dice: ‘no entiendo nada, es que esto es arte’.

“En el caso de la libre improvisación –reconoce Matthews– la mayoría de ella es realmente investigación pura y, entonces, ¿quién es el público? Pues casi completamente otros músicos, igual que la gente que lee los libros de física cuántica son físicos. ¿Eso lo descalifica? En absoluto. Claro, el público general ni sabe que existe esta música que llamamos de improvisación libre, ni va a nuestros conciertos. Los medios de comunicación no dicen nada de ella y ocurre en salas pequeñas, porque es una música muy íntima, no es para mil personas.”

Improvisar: aquí y ahora

–¿Y necesitan llegar a un público más numeroso?

–No creo, al igual que la física cuántica no necesita llegar a más lectores, porque es el valor de la investigación pura que saca cosas que luego pasan a la investigación aplicada y luego se convierten en cosas importantes.

–En la línea de tiempo de la música: barroco-clásico-moderno-contemporáneo, ¿dónde se ubica la libre improvisación?

–Pienso que estamos en una nueva ars nova, porque si miras el ars nova del siglo XIII había un cambio enorme en el lenguaje musical acompañado por un cambio en los instrumentos y en la notación. Hay hoy también el auge de lo electrónico, lo digital, la síntesis, y esto una vez más refleja claramente la entrada del arte en lo cotidiano, a la magia. Hoy la ciencia puede explicar la magia, como esa que te platiqué que apareció en mi concierto en Tlaxcala cuando llegó ese guardia con una cadena para que, sin proponérnoslo, hiciéramos música juntos. Y lo que resultó fue una música del aquí y ahora. Entonces, en el nuevo ars nova que vivimos hoy día, la magia del aquí y ahora es la música de improvisación libre.