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La captura de El Chapo

y las reformas estructurales

L

a captura, el fin de semana, de Joaquín Guzmán Loera no debe verse como un suceso ajeno al conjunto de reformas que ha emprendido el presidente Enrique Peña Nieto. Por el contrario, forma parte de una estrategia bien diseñada para generar una percepción internacional y nacional de que en México se aplica el estado de derecho y hay un gobierno lo suficientemente fuerte como para asegurar que los capitales trasnacionales que se buscan con esos cambios constitucionales pueden confiar en el país.

La detención de El Chapo no debe verse solamente como una medida aislada en materia de seguridad. Es también la advertencia del gobierno federal a los grupos criminales que operan en el país de que no se pueden ir por la libre, de que el Estado mexicano es fuerte y tiene el control. Y esto quedó demostrado independientemente de que la captura del capo se haya realizado a partir del trabajo de inteligencia de las fuerzas armadas o de una negociación con el propio jefe del cártel de Sinaloa, escenario que no puede descartarse a priori.

Bajo cualquier circunstancia, el de Peña Nieto se reivindica como un gobierno fuerte, más si se toman en cuenta los desfiguros, dislates y tropiezos de sus dos antecesores panistas. El primero, Vicente Fox, quien optó por la frivolidad y la indolencia (baste recordar aquella frase de nos van ganando dos a cero cuando se fugó El Chapo de Puente Grande), y el segundo, Felipe Calderón, que quedó atrapado en la declaratoria de una guerra sin sentido y sin estrategia que provocó miles de muertos en el país y el empoderamiento de las organizaciones criminales que pretendía combatir.

Con este manotazo, Peña buscar borrar de tajo todos esos fracasos del gobierno federal tan cuestionados en el extranjero y que tantas dudas han generado sobre la viabilidad del modelo mexicano. Baste recordar cuando desde Washington se asestaban los golpes de que México era un Estado fallido y los cuestionamientos que el propio Peña Nieto escuchó en enero pasado durante el Foro Económico Mundial de Davos, cuando poco pudo presumir sus reformas en tanto no se tuvieran señales de que realmente limpiaría la casa.

¿Qué está haciendo Peña? Dar señales de fuerza y de control para generar esa percepción de seguridad para las grandes inversiones que aspira atraer, sobre todo con su reforma energética. La imagen gran reformista que se quiere presentar al mundo tiene que ir acompañada de acciones como la vista el sábado: detener al capo más buscado a escala mundial.

En esta estrategia también deben considerarse las acciones emprendidas en Michoacán. Los pintorescos personajes que están sugiendo en aquella entidad, como el Papá Pitufo o el Comandante Cinco, serán usados hasta que le sirvan al gobierno. No hay que descartar que pronto se anuncie la captura de Servando Gómez Martínez, La Tuta, y de Enrique Kike Plancarte.