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El Conejo Pérez congeló algunas aproximaciones de Bravo

Brindan Pumas y Pachuca soporífero partido en CU

Meza criticó que el árbitro no permitió hidratarse a los jugadores

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El encuentro de Pumas y Pachuca se convirtió en un ir y venir sin mucha idea ofensiva. En la imagen, Hirving Lozano, de los Tuzos, y Luis Fuentes, de los auriazules, disputan el balón durante el partido de la jornada nueveFoto Jam Media
 
Periódico La Jornada
Lunes 3 de marzo de 2014, p. 3

El marcador sin goles fue reflejo fiel de lo que ocurrió en un partido casi sin llegadas y con pocas emociones. Pumas y Pachuca no pudieron dar espectáculo y tuvieron que conformarse con llevarse un punto cada uno.

No salieron las cosas a los equipos. De pronto se enfrascaban en vaivenes con la pelota que no llegaban a tocar ninguna de las áreas y se perdían en forcejeos en la media cancha.

Pumas no encontraba espacios para salir en el ataque ante unos Tuzos que estaban bien plantados en sus posiciones. A cada embate auriazul, los visitantes se imponían para frenar cualquier intento de avance.

La estrategia del técnico Enrique Meza funcionó, pues Pumas no pudo hacer demasiado ante ese panorama; tuvo algunos momentos, muy escasos, con Martín Bravo, y unos cuantos intentos del pie prodigioso de Daniel Ludueña.

En la primera parte Pachuca empezó a controlar el sentido del juego y tuvo algunas apariciones en el área de los Pumas, pero no florecieron ante las intervenciones afortunadas de Alejandro Palacios y los errores que cometieron los propios Tuzos en el ataque.

Wálter Ayoví estuvo a punto de abrir el marcador en una jugada insólita, solo ante el arco, pero la desperdició en un asombroso remate que se fue por encima del travesaño. Los aficionados se llevaron las manos a la cabeza, consternados, pero por lo absurdo que parecía la dirección que había seguido la pelota en la llegada más clara hasta ese momento.

La siguiente acción parecía ser la oportunidad de enmendar el error, pero Ayoví volvió a quedar cerca de la anotación: en una carrera individual quiso cruzar su disparo a segundo palo, pero la pelota se fue desviada por pocos centímetros. Pumas se salvó en esa primera parte en uno de los pocos momentos con claridad.

Al reanudar el duelo, Pumas se mostró en mejor forma, pero aún quedó a deber en los embates que se estrellaron con la defensa de Pachuca. Bravo parecía que lavaría la honra de los universitarios; sin embargo, en una llegada estrelló la pelota en dos ocasiones contra el arquero Óscar Conejo Pérez.

Todo terminó en un forcejeo poco claro en ambas direcciones, donde los jugadores pateaban por inercia y no movidos por la lógica del juego ofensivo.

Bravo no pudo llegar a tiempo a los centros que le enviaron, y cuando remató con mejor compostura, el Conejo Pérez le arruinó el esfuerzo. Una de ellas casi de manera heroica, al salvar al Pachuca con una rodilla tras un remate, y en otra atajando el fogonazo de Bravo.

En los últimos minutos hubo algunos intentos de los auriazules, pero todos parecían limitados en fuerza y con poca malicia, pues nunca fueron de verdadero peligro. Y otra vez el Conejo empecinado en arruinarle la tarde a los locales.

Cuando el árbitro silbó el final de juego, algunos espectadores abuchearon. Otros reclamaron con bostezos.

Los jugadores y el entrenador Enrique Meza se quejaron del calor, que disminuyó el desempeño. Incluso criticaron que el árbitro saliera a tomar agua, pero que no interrumpiera el partido para que se hidrataran los futbolistas.

Nos afectó la temperatura alta, el único que no lo resintió mucho fue el árbitro, que salió a rehidratarse, y a los jugadores no se los permitió, ni hablar, dijo el técnico tuzo en un intento para entender la actuación roma de los hombres sobre la cancha.

Mientras tanto, la única emoción que se veía en Ciudad Universitaria era la de los asistentes apresurados por marcharse, como para borrar 90 minutos perdidos en sus vidas.