Opinión
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México SA

Optimismo vs realidad

Desigualdad a galope

¿Ya no es como antes?

E

n el cuento de nunca acabar, el raquítico crecimiento económico que registra nuestro país no permite generar empleo de calidad, lo que deteriora permanentemente el de por sí precario nivel de bienestar de los mexicanos. La economía crece a un ritmo tres veces inferior al necesario, pero ello no amilana al círculo de Los Pinos, el cual se muestra optimista.

Como lo detalló el Inegi, en el primer trimestre de 2015 el producto interno bruto (PIB) de nuestro país aumentó 2.5 por ciento a tasa anualizada, donde las actividades primarias reportaron el mayor incremento (6.8 por ciento anualizado y 3 por ciento en el periodo en cuestión), seguidas por las terciarias (2.9 y 0.5 por ciento, respectivamente) y las secundarias (1.4 y 0.2 por ciento negativo, en cada caso).

Si bien el crecimiento del PIB es superior, por decirlo así, al obtenido en el mismo periodo del año pasado (cuando el anualizado fue de 2 por ciento), el comportamiento de la economía es rotundamente insuficiente para siquiera rozar los niveles de crecimiento que el país necesita, y con urgencia. De hecho, el Banco de México recortó su estimaciones sobre el crecimiento del PIB en 2015 (de un rango de entre 2.5 a 3.5 por ciento pasó a otro de entre 2 y 3 por ciento) y la Secretaría de Hacienda, en el mismo tenor, proyecta un avance de entre 2.2 y 3.2 por ciento.

La economía crece a un ritmo moderado, considera el Centro de Investigación en Economía y Negocios (CIEN), del Tecnológico de Monterrey, campus estado de México, y la tasa de desocupación paulatinamente disminuye, aunque la mayoría de la ocupación se registra en los micronegocios, a la par de que el número de participantes en el mercado laboral se reduce. Lo cierto es que la precarización en este renglón avanza en caballo de hacienda. De acuerdo con los datos de la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (Inegi) durante el primer trimestre del año dicho indicador fue de 4.2 por ciento de la población económicamente activa, cifra ligeramente inferior a 4.8 por ciento reportado en el mismo periodo de 2014. Esa sería la parte buena de la noticia.

Sin embargo, subraya el CIEN, es importante mencionar que la tasa de desocupación como tal no es un indicador directo del bienestar de la población; más bien muestra un desequilibrio existente en el mercado laboral. En este sentido, se podría dar la situación en la que todos los habitantes del país en edad y condición de trabajar contaran con un empleo, pero de cualquier suerte éste podría no satisfacer al trabajador, ser mal remunerado y poco productivo, de tal manera que no se presente una mejoría en el bienestar de la población.

Al analizar las condiciones de trabajo del mercado laboral mexicano durante el primer trimestre del año con respecto al mismo periodo de 2014, apunta el CIEN, se observa que éstas continúan en pleno deterioro. En cuanto al nivel de ingresos, se aprecia que las remuneraciones para los trabajadores van a la baja. Si bien el número de personas que perciben más de cinco salarios mínimos al día aumentó –por llamarle así– en 6 mil 879 trabajadores, en contraste el número de quienes obtienen hasta dos salarios mínimos se incrementó en 863 mil 737 personas, una diferencia de casi 126 tantos.

En lo que respecta a las prestaciones, más de 31 millones de trabajadores no cuentan con acceso a las instituciones de salud, comparados con los cerca de 18 millones que pueden acceder a ellas (casi dos por uno). Adicionalmente, la cantidad de personas que no cuentan con un contrato de trabajo por escrito (15 millones 688 mil 409) ya rebasó a aquella que posee un contrato de base, planta o tiempo indefinido (14 millones 509 mil 734 trabajadores). La diferencia supera 8 por ciento.

En este contexto no se puede obviar el más reciente informe de la OCDE, el cual ubica a México como el segundo más desigual entre los integrantes de la organización (el primero se lo lleva Chile, la madre del neoliberalismo latinoamericano) y uno de los más desiguales en el mundo. “La ampliación de la brecha de desigualdad en el país ha llevado a que actualmente 10 por ciento de los hogares que están en la punta de la pirámide perciban un ingreso 30.5 veces mayor que el de 10 por ciento de los hogares más pobres. Como referencia, en los años 80 del siglo pasado, cuando el país vivió la llamada década pérdida de crecimiento –por la crisis de la deuda externa–, 10 por ciento de los hogares más ricos tenía un ingreso 22 veces mayor que el de los más pobres” (La Jornada, Roberto González Amador).

Por otro lado, la ocupación en el sector informal continúa siendo un factor preocupante, por mucho que en el discurso oficial se intenta aminorar el problema. El número de personas que se encuentra bajo está condición asciende a 28 millones 694 mil 655, cifra que representa 57.6 por ciento de la población ocupada. De esta forma, dicho sector de la población económicamente activa carece de seguridad social y otras prestaciones mínimas de ley, lo cual los vuelve mucho más vulnerables ante cualquier inconveniente serio en su estado de salud, así como vivir la vejez sin acceso a una pensión.

Si la economía nacional continúa creciendo a un ritmo moderado, puntualiza el citado centro de investigación, resultará complicado que se puedan generar empleos de calidad, pero mientras la población no tenga un nivel de remuneración adecuado, difícilmente se podrán alcanzar niveles de crecimiento más elevados. Para romper con este círculo vicioso, se debe incrementar la productividad laboral reduciendo los niveles de informalidad a través de inversiones que se traduzcan en empleos de calidad que brinden remuneraciones adecuadas a los trabajadores, condición fundamental para lograr tasas de crecimiento superiores.

A pesar de ello, y de muchos focos rojos más, el inquilino de Los Pinos y el ministro del (d) año se manifiestan optimistas, porque, dicen, la economía mantiene su dinamismo. Y mientras ellos son felices y se aferran a la negación de una realidad que carcome al país, la situación nacional va de mal en peor.

Las rebanadas del pastel

No se avanza económica ni socialmente, pero qué tal produce la fábrica de muerte. Sólo ayer, al menos 40 cadáveres en Michoacán. Ante este tétrico panorama, cómo olvidar las sabias palabras del ex comisionado Alfredo Castillo (hoy al frente de la Conade) cuando en enero pasado dejó el puesto: aunque algunas voces pregonen lo contrario, hoy Michoacán ya no es como antes. ¿En serio?

D.R.: [email protected] • Twitter: @cafevega