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Este fin de semana las exposiciones rebasaron los 100 mil asistentes, cifra récord para el recinto

Muestras de Miguel Ángel y Da Vinci en Bellas Artes, un fenómeno cultural

Adquiere esa condición por la calidad de su contenido y por la respuesta del público, consideró el presidente del Conaculta en un comunicado

Permanecerá hasta el 23 de agosto

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Estudio de un escarabajo, de Leonardo da VinciFoto María Luisa Severiano
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A tres semanas de la inauguración de las muestras, la viveza aún circunda el Palacio de Bellas Artes y anima sus interiores
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Estudio para el ángel de la Virgen de las rocas, de Da Vinci, considerado por expertos el dibujo más hermoso del mundoFoto María Luisa Severiano
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Frente a obras originales de dos de los artistas más grandes de la historia se encienden las sonrisas, como ante esta escultura creada por Miguel Ángel
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Largas filas circundan el recinto cultural capitalino para observar algunas rarezas exhibidasFoto María Luisa Severiano
 
Periódico La Jornada
Lunes 20 de julio de 2015, p. 8

Las exposiciones siamesas con obras originales, algunas primicias mundiales, de Leonardo da Vinci y Miguel Ángel Buonarroti, rebasaron los 100 mil visitantes este fin de semana en el Palacio de Bellas Artes, con lo que se alcanzó una cifra récord en apenas su tercera semana de exhibición.

Multitudes se desplazan desde las seis de la mañana, cuando serpentean las filas que tardan tres horas en llegar desde casi la avenida Hidalgo, que da a la parte trasera del recinto, otra fila que llega hasta avenida Juárez y una tercera a Eje Central, hasta llegar a las puertas laterales del palacio de marmomerengue; de ahí se someten a una dosificación por grupos, dada la profusión de visitantes frente al poco espacio disponible.

El presidente del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (Conaculta), Rafael Tovar y de Teresa, celebró la cifra y destacó entre los tesoros artísticos exhibidos el Retrato de Lorenzo, El Magnífico, de Giorgio Vasari, una de las obras que abren la exposición correspondiente a Miguel Ángel.

Ambas exposiciones se han convertido en un fenómeno cultural, por la calidad de su contenido y por la respuesta del público, consideró el Conaculta mediante un comunicado.

El contenido: 11 piezas originales de Da Vinci y 19 de Miguel Ángel.

El público: salas adentro, en la semipenumbra, brillan las miradas, el asombro y las sonrisas.

Es el creador de la idea de volar, dice a manera de resumen personal, emocionado, un adolescente a su hermano menor al salir de la pequeña sala donde acaban de disfrutar de un video de cuatro minutos de duración donde se escucha la voz de Margarita Castillo explicar el Códice sobre el vuelo de las aves, la pieza mayor entre puras obras mayores de Leonardo da Vinci, cuyas páginas vemos hojear, voltear, transcurrir y moverse mediante animaciones en pantalla.

Giuliana Prevedello, integrante del equipo de montaje, guía a La Jornada en un recorrido a través de ambas muestras.

Los datos que aporta van más allá del tecnicismo y se enriquecen sus aportaciones con el contexto de la vida de estas obras, la que han vivido estos trabajos artísticos durante siglos.

Una prueba de que estas obras están vivas consiste en las noticias que se han generado en días recientes respecto de tres de ellas, por lo menos: el busto de Miguel Ángel que realizó Daniele Ricciarelli, el Cristo Portacroce o Cristo Giustiniani, que inició Miguel Ángel y culminó un artista anónimo, y el Estudio para el ángel de la Virgen de las Rocas, de Da Vinci.

Esta viveza consiste, además de la pulsión vibrátil de las obras en exhibición, en la aparición de noticias que dan cuenta de nuevos descubrimientos en torno a estas obras, el surgimiento de datos que contradicen, enriquecen o modifican los anteriores y la animación de las discusiones de los expertos en distintos puntos del planeta.

La viveza que circunda el Palacio de Bellas Artes y anima sus interiores sólo se asemeja a las filas que solemos ver y hacer en Florencia, Barcelona, París y otras capitales europeas donde se resguardan los originales de estos y otros grandes maestros.

Por vez primera en el mundo y en algunos casos en América Latina se exhiben algunas de las obras que ahora convocan entusiasmo multitudinario en Bellas Artes.

Entre los asistentes cunde de pronto el descontento por el contraste entre el tiempo de espera, haciendo fila, en promedio tres horas, y el tiempo que duran en hacer el recorrido por las exposiciones.

Esa situación no es privativa de Bellas Artes. Sucede en los museos de Florencia, París, Roma y otras capitales europeas. Se trata de una cuestión de aritmética. Frente a la alta demanda, el poco espacio.

Se puede observar que muchas personas realizan recorridos de por sí rápidos y desprovistos de información, ya porque las cédulas en las paredes no son suficientes, ya porque no se informaron previamente de lo que iban a ver.

Otros visitantes agradecen en cambio las explicaciones que brindan jóvenes expertos, entre ellos Elizabeth Vega Hernández, y todo un equipo desplegado dentro de las salas.

La realidad en todos los casos es que sucede un impacto estético que levanta el asombro, ilumina las miradas y enciende las sonrisas.

Los privilegios se multiplican: entre las rarezas exhibidas, podemos ver, por ejemplo, obras inacabadas, como el ya mencionado Cristo Portacroce.

Al recibir el encargo, nos explica Giuliana Prevedello, Miguel Ángel se trasladó de inmediato a Carrara, para elegir el mejor bloque de mármol para el caso.

Sucedió que cuando llegó la obra a la altura de la nariz, el artista se percató de una veta en el bloque, lo cual arruinaba la obra en su conjunto. Con su maestría, Miguel Ángel minimizó el detalle, que sólo podemos observar si nos lo explican; si nos acercamos lo suficiente, podemos observar una línea oscura, que a final de cuentas resalta aún más la brillantez de la obra.

Sucede algo similar con el también mencionado Estudio para el ángel de la Virgen de las rocas, considerado por expertos el dibujo más hermoso del mundo, realizado con una técnica difícil en extremo, que exige realizar la obra entera con un solo trazo, sin despegar el buril. Si nos acercamos, vemos distintas líneas trazadas junto a la nariz definitiva.

La solemnidad se puede romper cuando uno quiera, por ejemplo, si estamos frente al dibujo donde aparecen pescados, panes y objetos varios, se trata de un menú que pidió el artista para la comida del día, algo así como una lista del súper de hoy día.

Asombros entre la multitud. Frente a obras originales de dos de los artistas más grandes de la historia se encienden las sonrisas, se iluminan las miradas. Se incendian los asombros.

Las exposiciones de Leonardo da Vinci y Miguel Ángel permanecerán hasta el 23 de agosto y 27 de septiembre, en ese orden.