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Sin Arnaldo Otegi no habría llegado la paz al País Vasco

La detención del líder nacionalista, escarmiento político

Yo creo que el proceso de pacificación culminó cuando ETA abandonó las armas. En la gente se respira la reconciliación. Yo soy amigo de la gente de Batasuna y viceversa; obviamente, aún está pendiente el asunto de los presos, aunque eso queda un poco fuera porque tendrán que cumplir sus penas

Enviado
Periódico La Jornada
Viernes 4 de marzo de 2016, p. 20

San Sebastián.

Cuando Jesús Eguiguren pasea por las calles de San Sebastián, la ciudad en la que vive desde la infancia, la gente de todos los colores políticos se acerca a él para darle las gracias por su aportación para alcanzar la paz. Cuando era presidente del Partido Socialista de Euskadi (PSE) decidió romper con la norma y entablar un diálogo directo con el entonces líder de la izquierda separatista vasca, Arnaldo Otegi, que en ese tiempo, en la primera década del siglo XXI, era considerado un aliado cuando no integrante de la organización Euskadi Ta Askatasuna (ETA, País Vasco y libertad). Sin Otegi no hubiera llegado la paz, reconoció Eguiguren, pero también advirtió que su detención fue un escarmiento político al que incluso se oponían los altos mandos de la policía nacional y la guardia civil destinados en el País Vasco.

En entrevista con La Jornada, Eguiguren, de 58 años y profesor de derecho constitucional en la Universidad de Deusto, desgranó algunas de las claves de un momento histórico reciente en el que tuvo una participación crucial: el proceso de paz que se inició con ETA en Oslo, Noruega, entre 2006 y 2007, y que fracasó con la furgoneta-bomba que voló la Terminal 4 del aeropuerto de Madrid-Barajas y mató a dos ciudadanos ecuatorianos, Diego Armando Estacio y Carlos Alonso Palate.

–¿Cómo recuerda las negociaciones con ETA en las que usted participó?

–Hubo dos partes. Un año en el que estuvimos haciendo la hoja de ruta, sobre todo con Josu Ternera, y que fueron razonables y con afán de colaboración. Pero luego en la segunda fase apareció otro dirigente de ETA, en sustitución de Ternera, que era Francisco Javier López Peña, alias Thierry, y con él no avanzamos nada y de hecho se acabó rompiendo con el atentado de la T4*.

–¿Se entendió de inmediato que el atentado de la T4 había sido un error?

–Creo que sí, pero fue un error del cual luego vino la paz. Su propia gente no entendía cómo ETA había atentado cuando había una tregua y una negociación en marcha. ETA tiene un órgano de dirección que siempre es impar; entonces, en aquellos días había, por ejemplo, cuatro a favor de la negociación y tres en contra. Pero cuando se dan una serie de detenciones policiales cambia la mayoría y es entonces que deciden perpetrar el atentado. Pero no se sabe si ocurrió o simplemente Thierry dio la orden por su cuenta.

–¿Y cómo ve la situación actual del proceso de paz?

–Yo creo que ya está terminado. Pienso que la paz llegó cuando ETA dijo adiós a las armas. No ha habido un solo atentado desde entonces. En la gente se respira la reconciliación. Yo soy amigo de la gente de Batasuna. Los de Batasuna son amigos míos. Es decir, la reconciliación está prácticamente hecha, aunque obviamente queda el asunto de los presos, pero eso queda un poco fuera del proceso porque van a tener que cumplir sus penas. Otra cosa es que se les acerque al País Vasco y se les reduzcan las penas a través de beneficios penitenciarios. Lo de las víctimas no tiene arreglo y lo único que queda es que se les recuerde. Y luego queda el tema de la destrucción del arsenal y la entrega de las armas.

–¿Entonces usted cree que ya está cicatrizada la herida en la sociedad vasca?

–En gran medida sí. Date cuenta de que aquí vivimos mezclados, en las casas, en las fábricas, en los trabajos y las escuelas, así que desde el momento en que no hay amenaza no hay motivo para la tensión. Otra cosa es que todavía haya gente que guarde rencor, pero eso es inevitable.

–Pero el asunto de los presos sigue siendo un tema espinoso, ¿no le parece?

–Sí, así es, pero el gobierno del PP no ha hecho nada. España ha reaccionado ignorando que en Euskadi llegó la paz. No se ha dado ni un solo paso. Nadie ha dado las gracias a los que nos hemos estado jugando la vida y ha preferido silenciar el tema. En parte porque, al dejar ETA las armas de forma unilateral, digamos que desde la perspectiva de Madrid se frustró lo que ellos consideran la victoria policial. Y lo ha silenciado tanto el PP como el PSOE porque ambos partidos creen que la paz les quita votos, porque la gente piensa que para llegar a la paz has tenido que ceder en algo. Sacaban más votos deteniendo comandos que diciendo que habían hecho la paz.

–¿Coincide en que el gran detonante de la paz fue el cambio de la izquierda abertzale (nacionalista) para rechazar el uso de la violencia con fines políticos?

–Así es. La paz surge básicamente de los escombros de la T4. Aunque el cansancio venía de antes, en ese atentado la gente vio que el gobierno español estaba negociando en serio y que hayan roto la tregua hizo que ETA perdiera la legitimidad ante sus propios seguidores. Lo que aceleró el proceso dentro de las bases de Batasuna, donde mayoritariamente estaban hartos de la violencia. Y desde Madrid no lo percibieron o lo quisieron percibir, porque yo les informé tanto al PP como al PSOE de que todo apuntaba a que iban a parar definitivamente. En lugar de eso empezaron a esparcir rumores de que iba a haber un atentado o un secuestro. Pero se ve que no les venía bien electoralmente.

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Jesús Eguiguren, ex presidente del Partido Socialista de Euskadi, quien rompió con la norma y en su momento entabló un diálogo directo con el entonces líder de la izquierda separatista vasca Arnaldo Otegi para alcanzar la paz en el País VascoFoto Mikel Jauregi/Argaski Press

–¿Qué importancia tuvo la figura de Arnaldo Otegi en el cambio de la izquierda vasca?

–Fue importantísimo. De hecho creo que no se hubiera producido si en parte no hubiéramos empezado, 15 años antes, un diálogo entre Otegi y yo, que aunque actuábamos a título personal se sabía que éramos dirigentes de las dos formaciones políticas que nunca se habían puesto a hablar. Y que además estaba prohibido hablar por el Pacto Antiterrorista. Y luego, cuando ocurrió el atentado de la T4, fue el principal impulsor para detener la violencia. Dijo hasta aquí hemos llegado y dio un paso más que el resto de sus compañeros, así que fue determinante su participación.

–Además en un momento en el que era vigilado por todas partes, tanto por la policía como, supongo, por sus compañeros de partido y de organización...

–Así es. En aquella época yo sabía todo el tiempo qué hacía y por dónde se movía Otegi. En esos años creo que tenía hasta más información que el gobierno o que el Centro Nacional de Inteligencia (CNI), porque los jefes de la guardia civil de Intxaurrondo y de la policía nacional eran amigos míos y me contaban las cosas. De hecho antes de que detuvieran a Otegi yo le dije que mejor se estuviera en casa y no se moviera mucho porque tenían la consigna de detenerlo. Les habían dicho, después del atentado, que pájaro que vuela, a la cazuela. Y le advertí que iban por él. Le dije mil veces que se quedara en casa, que lo iban a detener.

–¿Entonces la orden era detener a Otegi?

–Sí, y a pesar de que la policía no tenía mucho interés en meterse en ese tema, entre otras cosas porque la policía y la guardia civil veían con buenos ojos todo lo que había estado haciendo yo, incluido el diálogo franco y abierto con Otegi. De hecho los jefes me dijeron que no querían detenerlo pero que tenían que cumplir órdenes. Y así, en un momento dato, lo acusaron de estar intentado reconstruir el aparato político de ETA. Todo el mundo pensó entonces que lo detendrían 15 días o un mes y luego lo soltarían. Pero ha estado seis años y medio por esa necesidad que había de tener chivos expiatorios.

–¿O sea que lo ve como un error y un acto de venganza?

–Sí, claro. Pero más que revancha fue un intento de demostración de fuerza con un preso de renombre, para dejar patente que el Estado reprime. Creo que fue un arresto y una condena absurdos, fuera de lugar, y que rompió o retraso la iniciativa que estaba promoviendo el propio Otegi a favor de la paz. Y ya el colmo de la cuestión es que el juez que le metió en la cárcel, Baltasar Garzón, decía que no tenía que estar encarcelado. Y entonces, si eso es así, yo creo que el que tendría que estar dentro de la cárcel es el juez Garzón por prevaricación. Incluso Felipe González dijo alguna vez que era un error mantener a Otegi en la cárcel.

–¿Y qué consecuencias tendrá la liberación de Otegi para el proceso?

–En términos del proceso creo que lo va a dinamizar y acelerar. Va a conseguir que ETA haga algo en cuanto a la disolución y a la entrega de armas. Y también con los presos se acelerará para que entren a la dinámica de los beneficios penitenciarios. Y también tendrá mucho que hacer para sacar a Bildu de la crisis en la que está inmersa. Sobre todo ahora que tiene como competidor a Podemos, que les está haciendo mucho daño en términos electorales y se están dando cuenta de que sus votantes también les abandonan, como al resto de los partidos políticos. Así que Bildu es en estos momentos un movimiento desencantado y sin perspectiva, que ha gobernado las instituciones durante cuatro años y que ha fracasado en todas ellas.

*Atentado perpetrado por ETA en un estacionamiento de la Terminal 4 del aeropuerto de Barajas que provocó dos muertos y 20 heridos el 30 de diciembre de 2006, con el que la organización armada rompió la tregua que había decretado en marzo de ese año como parte de un proceso de negociaciones de paz.