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Héctor Bonilla y Sofía Álvarez leen e interpretan las curiosas misivas en el teatro-bar El Vicio

Cartas marcadas revela la romántica, trágica y divertida relación epistolar de parejas históricas
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Ambos actores sacan a la luz los agarrones de chongo y el coqueteo de parejas que cambiaron el rumbo de la historiaFoto cortesía de la producción
 
Periódico La Jornada
Jueves 12 de mayo de 2016, p. a10

No hace mucho en la historia la gente se carteaba, mantenía relaciones epistolares y leía en voz alta y en privado alguna misiva en la que se comunicaba sobre cómo iba la vida, la salud; se extrañaba algo o a alguien, porque podía ser un adiós, un hasta luego... pero hoy todo es vía Internet, email, redes, Whatsapp, etcétera. El correo, el servicio postal, está en franca desaparición, afirmó en entrevista Héctor Bonilla, quien con Sofía Álvarez presentará este viernes y sábado el espectáulo Cartas marcadas, en El Vicio.

Héctor y Sofía estarán frente al público para provocar lo que cada quien traiga dentro causado por su forma de comunicarse. Cartas marcadas referirá correos curiosos, divertidos, reveladores y trágicos.

Héctor dijo que hay quienes presumen y consideran de lo más cachubi el Whatsapp, el Face-book y el Twitter. Eso es un grave error. ¿O cómo creen que su abuelo conquistó a su abuela y su papá convenció a su mamá para que usted esté aquí?

Trapitos al sol

Así, ambos actores utilizan el romántico medio de las cartas para sacar los trapitos al sol, los agarrones de chongo y el coqueteo de parejas que cambiaron el rumbo de la historia.

Cartas marcadas tiene el objetivo de sacar a la luz la relación epistolar entre personajes de relevancia histórica, aludiendo generalmente a su relación amorosa. Misivas curiosas, divertidas, reveladoras y trágicas.

Los actores, algunas veces de pie y otras sentados, con elementos mínimos, interpretan y leen las cartas. ¿Qué chismes y revelaciones traerán? ¿Se conocerá la intimidad de estos personajes?...

Héctor dijo muy ufano: “Para mí es maravilloso trabajar con mi vieja. Cartas marcadas es una apología totalmente gratuita y fuera de tiempo sobre lo que es la relación epistolar tratada con la tecnología de hoy, que obviamente a la gente que nacimos en el siglo XX nos parece perturbador, con toda esta comunicación, entre comillas, porque se toma como verdad universal. Los que venimos de la cultura libresca hemos leído cuatro libros sobre el caso. Desde que nace la relación epistolar está plagada de contrastes entre cosas románticas, chistosas o dramáticas, candorosas; cartas de niños víctimas del franquismo, por ejemplo.

Este espectáculo se basa en un machón de canciones, porque sostengo que los temas que no pretenden ser comerciales y no tienen una dedicatoria especial son epístolas musicales. Evidentemente, con los cambios recientes se ha perdido la intimidad. Cuando de pronto una niña de 13 años siente la tentación de desnudarse ante la humanidad por los siglos que vengan es un cambio radical, y los herederos de lo que fue la cultura decimonónica, en la Ciudad Luz, en la Francia donde se inventó la democracia y donde se glosó la filosofía, donde la gente más inteligente se medía por sus alardes literarios y donde el más inteligente era quien tenía mejor manejo del idioma... ahora está la cibernética. Es evidente que nos están convirtiendo en robots, pero no deja de doler.

Escribir cartas, dijo, era algo muy personal. “El siglo pasado grabé un disco, le puse Pa’ los cuates y se lo di a mi mamá, a mis hijos, a mi país, a Panamá, y se trataba de cartas musicalizadas, canciones con dedicatorias. Son pinceladas. Hay nostalgia por un mundo romántico. Leemos una carta de Fidel Castro que escribió a los 12 años de edad. Yo no conservo cartas a mis novias. Básicamente conservo muchísimos mensajes de mis hijos y de mi mujer. Todos cargados de amor y que a mí me hacen la vida cuando los reviso.”

Cartas marcadas: autoría, dirección y actuación de Héctor Bonilla y Sofía Álvarez. Las presentaciones serán el viernes 13 y el sábado 14 de mayo, a las 22:30 horas, en el teatro-bar El Vicio, ubicado en Madrid 13, Coyoacán. Entrada: 400 pesos.