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¿La Fiesta en Paz?

Baillères, ¿desafío histórico o control infructuoso?

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UN RESPIRO. El torero español Morante de la Puebla (con puro mano) se toma un respiro antes de salir al ruedo durante su participación en la Feria du Riz, en Arles, FranciaFoto Afp
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n los frecuentes bandazos de la posmodernidad mal asimilada, el poder ha retomado, sin mucha imaginación, los métodos del gatopardismo –si se quiere que todo siga como está, es necesario aparentar que todo cambia–, por lo que locutores, papas, secretarios de Estado, presidentes y hasta empresas taurinas que se soñaron inamovibles son sustituidos con la finalidad de que aparentemente todo se renueve, si bien para que todo siga como antes pero con distintos actores.

Con información extraoficial aparecida el jueves 8 de septiembre en el resumen diario del portal mexicano De Sol y Sombra, el periodista Vicente Zabala de la Serna, del diario español El Mundo, consiguió una exclusiva envidiable, en caso de que no sea mera especulación, al anunciar que la Monumental de las Ventas ya tiene nuevos empresarios: José Antonio Martínez Uranga, actual empresario de la plaza de Madrid, y Alberto Baillères, magnate mexicano que hace sólo unos días se ha hecho con la Monumental de México.

El texto añade que la empresa Taurodelta –que en octubre cumple 10 años como gestor de la Plaza de Toros de Las Ventas– ha enviado un comunicado en el que anuncia: Taurodelta SA ha llegado a un acuerdo con la sociedad española Global Gudea SLU para la constitución de una Unión Temporal de Empresas para la gestión del servicio público de la Plaza de Toros de Las Ventas. Esta unión temporal, se denominará Taurodelta y Manuel Martínez Erice será el director único de la UTE. Global Gudea SLU es una sociedad participada al 100 por ciento por el Grupo BAL, propiedad de Alberto Baillères.

Salga lo que salgare, como dijera Chava Flores en su deliciosa canción Ingrata Pérjida, el hecho es que hasta el momento el Centro de Asuntos Taurinos de la Comunidad de Madrid, que es el que emite el pliego de condiciones para la licitación del coso, no ha hecho el anuncio oficial del o los ganadores del concurso al que convocó, mismo que fue repudiado por los licitadores, que lo calificaron de intervencionista. O sea, Tribilín hablando de orejas.

Ahora bien, esta asociación de Baillères con el empresario madrileño no es distinta a sus otras asociaciones –Fusión Internacional por la Tauromaquia, apoderamiento de figuras españolas y su reciente regreso al frente de la Plaza México– en las que antepone la mera inversión a una trayectoria empresarial taurina que haya apostado por el toro de lidia con edad y trapío, salvo el honroso caso de la plaza Nuevo Progreso, de Guadalajara, también de su propiedad, y que gracias a unas autoridades municipales comprometidas con la fiesta de toros no se ha caído en el novillo adelantado, como en el resto de sus ferias y temporadas.

A esta insuficiente apuesta por el toro añádase su pobre concepto de competencia con la nefasta empresa de la Plaza México, que en 23 años no hizo sino sacar a la gente del coso y debilitar a la función taurina frente a otros espectáculos, medios y anunciantes. Asimismo, su política de importar tres o cuatro figuras en vez de fomentar, en serio, el surgimiento de toreros nacionales con imán de taquilla, confrontándolos para propiciar un urgente y atractivo relevo generacional.

Igualmente llama la atención que los Baillères, como los Alemán, en el negocio taurino no han querido aplicar algunas de las exitosas fórmulas empleadas en sus negocios productivos, sino que prefieren dejar la toma de decisiones en su gente de confianza y asesores, con discretos cuando no contraproducentes resultados. Pronto sabremos si más capital mexicano a la fiesta de España se traduce en algunos beneficios para la fiesta de nuestro país.