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Sólo es separado de la línea sucesoria, para garantizar el clima de normalidad en el Congreso

Calheiros se mantiene en la presidencia del Senado, decide el Supremo Tribunal de Brasil

Evitan el riesgo de que un senador del PT pospusiera la votación del proyecto económico de Temer

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Renan Calheiros celebró ayer el fallo del máximo tribunal de Brasil que votó a favor de que permanezca en el cargo de presidente del Senado, luego de intensas negociaciones que involucraron a los titulares de los tres poderesFoto Ap
Especial para La Jornada
Periódico La Jornada
Jueves 8 de diciembre de 2016, p. 31

Río de Janeiro.

En una decisión tan inesperada como insólita –si es que algo todavía puede ser clasificado de insólito en el Brasil de hoy–, el Supremo Tribunal Federal decidió, por seis votos a tres, que Renan Calheiros, reo en aquella corte por corrupción, podrá seguir presidiendo el Senado y el Congreso hasta el final de su mandato, en febrero del año que viene. Ha sido una salida a la brasileña: Calheiros puede presidir el Senado, pero no puede integrar la lista sucesoria presidencial, como determina la Constitución.

El resultado nació de intensas y febriles negociaciones que involucraron a los presidentes de los tres poderes: Legislativo, Judicial y Ejecutivo. El mismo Calheiros propuso, debidamente respaldado por el presidente Michel Temer, a la ministra Carmen Lucia, que preside el Supremo Tribunal Federal, salida que no cuenta con ningún antecedente y va en contra de cualquier lógica jurídica.

Ha sido una decisión claramente política que por muchos aspectos desmoraliza la instancia máxima de la justicia en el país, dicen los juristas. A su vez, la clase política en general, y muy en particular el gobierno nacido del golpe institucional que destituyó a la presidenta Dilma Rousseff, celebraron el resultado. La polémica agenda de medidas altamente polémicas e impopulares que necesitan la aprobación en el Senado estaría en riesgo si Calheiros fuera alejado y la presidencia fuera ocupada por el también senador Jorge Viana, del PT.

Como Temer cuenta con amplia mayoría en el Congreso, el proyecto que impone un tope a gastos públicos deberá ser aprobado sin mayores problemas. El riesgo de que Viana decidiera postergar su votación, a su vez, podría crear un problema de graves proporciones no sólo en el Senado, sino principalmente entre empresarios y el mercado financiero, es decir, el capital. Rumores alarmantes, ampliamente difundidos por el gobierno y sus aliados (ninguno con posibilidad de confirmación), indicaban que se amenazaba con una estampida de inversionistas no sólo extranjeros, también brasileños, rumbo a playas más seguras, léase el exterior.

Varios de los ministros que votaron por la solución esdrújula no intentaron el más mínimo disfraz: admitieron, con todas las letras, que frente a la gravísima crisis económica por la que atraviesa el país sería de esencial importancia asegurar el clima de normalidad en el Congreso. De esa manera, optaron por seguir rigurosamente la pauta política de un gobierno fragilizado y que no logra aplacar la fuerte inestabilidad reinante, en lugar de seguir la Constitución y decisiones previamente aprobadas por el mismo Supremo Tribunal Federal.

En este primer momento Michel Temer pudo respirar aliviado, aunque sus alivios sean cada vez más fugaces. Calheiros es un aliado incómodo, de poco fiar, pero su actuación es fundamental.

Ya el preservado presidente del Senado y del Congreso ha dado una formidable demostración de fuerza y poder. Luego de haber rechazado recibir una citación formal de la justicia, desafío supuestamente inaceptable en un país civilizado, decidió enfrentar otra vez a la corte suprema y logró vencer.

Su argumento básico, acatado plenamente por los supuestos guardianes de la Constitución, fue claro: alejarlo de la presidencia del Senado provocaría un revoltijo en una economía que ya está en harapos, comprometería la aprobación del tope de gastos públicos y liquidaría de una vez la poca gobernabilidad de un gobierno anémico, el de Michel Temer.

Ya en la noche del martes, y en la mañana de ayer, celebraba, junto a su círculo más cercano, un resultado que solamente sería conocido alrededor de las seis de la tarde. En esos encuentros, Calheiros se equivocó por un voto: decía que su permanencia sería mantenida con los votos de cinco ministros del Supremo Tribunal Federal. A la hora final, fueron seis.

Ayer, Renan Calheiros dejó claro todo el peso de su poder. Y el Supremo Tribunal Federal, que observó con inerte pasividad cómo se destituyó, sin crimen alguno, una presidenta electa por 54 millones 500 mil brasileños, dejó clara una vez más, en palabras de la oposición, su nítida inoperancia.

Dentro de 13 días el Congreso entra en un periodo de receso parlamentario. Es el tiempo necesario para que el gobierno logre aprobar uno de los más duros programas económicos jamás presentados en Brasil, y presente una reforma en el sistema de jubilaciones que causará daños irreparables a su ya débil imagen.

Con eso, habrá cumplido al menos dos de sus anuncios. Todo indica que la profunda crisis persistirá, dicen analistas económicos, y el clima de rechazo a Michel Temer no retrocederá. Pero dos de los anuncios realizados a su llegada al sillón presidencial se concretaron. Nada más que dos, es verdad. Pero algo es algo.