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Moscú pretende mantener una base militar en el país de Asia central

Rusia busca quedar bien con Kirguistán y le condona deuda
Corresponsal
Periódico La Jornada
Jueves 22 de junio de 2017, p. 26

Moscú.

La necesidad de reforzar su presencia militar en Asia central –en abierta carrera con Estados Unidos y China, que aspiran también a establecer su liderazgo ahí– obligó a Rusia a realizar el magnánimo gesto de condonar la deuda de Kirguistán, país clave en la geopolítica de la región, cuyos trabajadores en territorio ruso remiten cada año el equivalente a una tercera parte de su PIB.

En su última vista a Rusia como jefe de Estado, el presidente saliente de esa república centroasiática ex soviética, Almazbek Atambayev, obtuvo ayer en Moscú un compromiso firmado que libera a su país de la necesidad de devolver 240 millones de dólares, suma a que asciende la deuda kirguisa originada en los créditos rusos posteriores a septiembre de 2012.

Tanta generosidad, como aseguran los expertos, a cambio de que Atambayev recomiende a quien el Kremlin cree resultará electo su sucesor en los comicios del 15 de octubre siguiente, Sooronbai Zheenebekov, el actual primer ministro, respetar el acuerdo de prolongar por 49 años la base militar de Rusia en Kirguistán, suscrito en 2009.

En diciembre anterior, Atambayev declaró que al término de ese plazo los militares rusos tendrán que irse definitivamente. Y desde entonces, aunque en principio falta mucho, se reanudó con nueva intensidad el estira y afloja entre Moscú y Bishkek, con creciente intromisión de otros interesados –China, sobre todo, que se proclama aliado estratégico de Rusia– que ofrecen más beneficios por revertir el entendimiento ruso-kirguiso.

Ofendido aparentemente, Putin reviró en febrero que si Kirguistán no necesita la presencia del ejército ruso, sólo tiene que decirlo y Atambayev, como todos los dirigentes de las repúblicas ex soviéticas de Asia central que tratan de sacar provecho de su ubicación geopolítica, empezó a maniobrar con Moscú, sin dejar de enviar señales de acercamiento a sus oponentes, hasta que llegó a la capital rusa para despedirse con todos los honores de una visita de Estado.

Más allá de la parafernalia de este tipo de honores a huéspedes extranjeros y de las buenas intenciones, contenidas en los discursos de ocasión –confío en que todo lo positivo que logramos durante su presidencia continuará y podremos fortalecer la relación bilateral y la seguridad en la región toda, dijo por ejemplo Putin–, no es seguro que el sucesor designado de Atambayev será el nuevo mandatario de Kirguistán.

Mientras se aclara quién tomará el relevo al frente de Bishkek –a la fecha, hay cinco candidatos registrados–, sólo queda expresar, como hizo este miércoles el primer ministro Dimitri Medvediev al entrevistarse en su residencia con el presidente kirguiso, el deseo de que la relación bilateral redunde en beneficio de ambos pueblos.