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Ofrece Abdiel Vázquez un recital en la sede del Seminario de Cultura Mexicana

Al tocar el piano, canto; es algo que nace desde las entrañas, afirma joven ejecutante
 
Periódico La Jornada
Sábado 1º de julio de 2017, p. 4

Para el pianista Abdiel Vázquez (Monterrey, 1984), quien hoy ofrece un recital en el Seminario de Cultura Mexicana, inscrito en los festejos por el 75 aniversario de la institución, no hay instrumento más importante que la voz humana.

De allí que su manera de relacionarse con el piano y ejecutarlo tenga mucho que ver con el trabajo de un cantante: proyectar la música y las emociones desde lo más profundo de las entrañas del ser, desde las vísceras.

Realmente cualquier instrumento es una extensión de la voz humana. Como no tengo la voz de Luciano Pavarotti ni de Plácido Domingo, al menos trato de expresarme con la voz del piano, explica el intérprete, uno de los más importantes pianistas mexicanos a escala internacional.

Poco se sabe que detrás de él hay un cantante en potencia, en particular de ópera, género que descubrió en la adolescencia al escuchar en Internet Madama Butterfly, de Giacomo Puccini.

Fue una revelación, según cuenta, y desde entonces quiso ser parte de esa música. Sin embargo, como desde los seis años comenzó a estudiar piano, al crecer decidió seguir por ese camino y nunca probar suerte en el canto.

Tengo miedo de que se me descubra que poseo más talento como cantante y me vea orillado a dejar el piano, que tanto me gusta, expresa en broma, aunque aclara que esa fue una situación que en la realidad le ocurrió a cantantes como el tenor Plácido Domingo y la soprano Montserrat Caballé, que antes de dedicarse a la lírica eran grandes pianistas, o a la soprano Anna Netrebko.

Desde muy joven quedé fascinado por la ópera y fue una sensación de querer ser parte de esa música. Fue muy especial descubrir que esa afinidad por la voz es muy natural en muchos músicos, desde Bach y Beethoven hasta compositores más cercanos a nuestro tiempo, explica Abdiel Vázquez en entrevista con La Jornada.

Muchos compositores han estado fascinados por la voz humana, lo cual tiene sentido, porque es el primer instrumento que tenemos a nuestro alcance, es con lo que nos expresamos, por eso los karaokes tienen tanto éxito. Es la forma más primaria de expresión humana.

Destaca que muchos de los grandes pianistas de la historia también eran operómanos, fanáticos de la lírica, como Franz Liszt, el más grande intérprete de ese instrumento en la historia, quien fue uno de los principales impulsores de Wagner y de Verdi.

Eso fue en el siglo XIX; en el XX mis dos grandes héroes musicales, Arthur Rubinstein y Vladimir Horowitz, tocaban óperas de memoria desde chicos. Para mí, eso fue la reafirmación de que estaba en el camino correcto, añade.

“Lo que uno busca en el piano es cantar. No es un instrumento percusivo ni de cuerdas; es de voz, y ese canto es lo que uno debe buscar como intérprete, es la manera de comunicarse con el público. Yo canto al tocar, como lo hacía Glenn Gould, aunque me controlo ante el público. De eso se trata, de buscar esa naturalidad de la línea melódica en el piano.

Creo que eso es parte de lo que logra conectar con las personas. Ven que les estoy comunicando un mensaje como si tuviera letra. Es algo que nace desde las entrañas, desde las vísceras.

Love and death, su primer disco

La relación de Abdiel Vázquez con el mundo lírico viene a cuento, debido a que el concierto conmemorativo que hoy ofrece a las 12 horas en la sede del Seminario de Cultura Mexicana está integrado por versiones para piano de algunas de las óperas de Verdi y Wagner.

Es un programa que preparó en 2013 para conmemorar a los dos autores en el bicentenario de su natalicio, en el Festival Internacional Cervantino de ese año y con el cual integró su primer disco, Love and death, que apareció en 2015 con el sello británico Piano Classic.

Otra de las razones para abordar ese tema es su próximo debut como director concertador, lo cual ocurrirá en agosto, en el montaje de La flauta mágica, de Mozart, con la compañía Manhattan Opera Studio, de Nueva York.

La dirección orquestal es una inquietud que el joven músico trae consigo desde que cumplió 20 años, pero debió dejarla de lado hasta ahora, comenta, ante su falta de madurez en ese entonces y por considerar que le restaba atención a su faceta de pianista.

La dirección no es para muy jóvenes, se requiere mucha madurez para estar frente a una orquesta. Cuando se es joven es fácil perder la razón; es decir, muchos directores entran a esta carrera por ego o dinero, es adictivo estar al frente de un grupo y que todos te hagan caso, explica.