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Desde otras ciudades

Ulva, isla disputada por magnates

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Los pobladores que la isla escocesa temen que los echenFoto www.isleofulva.com
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uando los helicópteros de extranjeros ricos empezaron a posarse en la isla escocesa de Ulva, cinco de sus seis habitantes decidieron comprarla por miedo a perder su estilo de vida.

Ulva, con sus playas prístinas, colinas frondosas y costas escarpadas, pertenece desde hace décadas a una familia aristocrática que en julio la puso en venta.

Los cinco habitantes se basan en una ley votada el año pasado por el gobierno escocés de Nicola Sturgeon, que permite suspender la venta de haberes privados y les da tiempo para comprar el territorio.

Los habitantes de Ulva disponen de ocho meses para comprarla. El propietario, Jamie Howard, la vende por 5.4 millones de dólares. Los isleños pidieron fondos en Internet, pero por ahora sólo recaudaron unos mil 310 dólares.

Es una de las islas privadas más bellas del norte de Europa, se lee en un folleto. Magnates de Rusia y Medio Oriente han aterrizado en ella para comprobarlo.

Los residentes temen que caiga en manos de un extranjero que los expulse. Si tuviera tanto dinero, ¿por qué habría de dejar la isla accesible al público en vez de guardarla para usted solo?, manifiesta Emma McKie, de 33 años, uno de los habitantes.

En su apogeo, Ulva contaba con más de 800 habitantes. Su declive comenzó en el siglo XVII, cuando los terratenientes echaron a los agricultores para transformar sus campos en pastizales para ovejas.

John Addy, quien facilita la oferta de compra, asegura que la productividad ha bajado, la agricultura ha decaído, los edificios están en mal estado. El objetivo de la compra es mejorar todo esto y hacer que la isla sea más productiva.

Su ejemplo: la vecina isla de Eigg, comprada por sus habitantes en 1997. Desde entonces, su población casi se duplicó, la isla cuenta con su propia red de energías renovables, con internet y con un festival de música.

Afp