Expulsada
de la tauromaquia por los varones y su dios
La
torera Cristina Sánchez deja su historia durmiendo bajo las aguas
Una mujer se ha rendido ante el más absoluto
de los silencios de sus congéneres
Ursula Weiser
"Cristina Sánchez,
la primera y única mujer que ha tomado la alternativa, se retira
de los ruedos", dice una cabeza perdida entre los diarios madrileños,
una nota de importancia moderada a juicio de cualquier jefe de redacción,
tan sólo una nota más que se suma a las que uno lee entre
el despertar y la taza de café. Para los criterios de la mayoría
de los medios de comunicación, en su lugar casi podría
estar cualquier otro asunto, cualquier otro retiro: "Juan Pérez
se retira del baloncesto... etcétera".
Mientras leía, la noticia adquirió para mí un significado
distinto. Me preguntaba: ¿Qué opinarán otras mujeres
de esto? Seguramente la mayoría no lee la sección de deportes,
pensé. De pronto, de aquél encabezado se desdoblaron otras
fatales cabezas de periódicos perdidos en el tiempo: "Sor
Juana Inés se arrepintió de todo lo que escribió,
y descubrió en último momento que su vocación era
ser la Susanita del Siglo de Oro español, revela su diario íntimo";
"Madame Curie no descubrió la radioactividad, sino sólo
el barniz de uñas"; "Despiden a la única mujer
que tocaba en la filarmónica de Berlín: `Desafinaba continuamente',
afirman sus compañeros de atril"... y así, sucesivamente,
hasta que aquel movimiento feminista de los años sesenta se desdibujó
en un bla... bla... bla, cuando descubrí que algunas de sus dirigentes
terminaron golpeadas por sus maridos.
La matadora de 27 años de edad, quien retó al universo
masculino por antonomasia que representa la tauromaquia, anunció
en conferencia de prensa su retiro prematuro (con tan sólo dos
temporadas), porque sus colegas se niegan a compartir cartél
con ella.
Cristina Sánchez se quedó a unos instantes de salir por
la puerta grande de Las Ventas, en la Feria de San Isidro del año
pasado. "Quizá Dios, que también es hombre, le mandó
las tres cornadas que se lo impidieron", me dijo una amiga entre
la risa y el resentimiento.
Ante todo, la discusión no está en si nos gusta o no lo
que hace Cristina, si nos parece quizá grotesco, si es buena,
si su peor defecto está a la hora de matar al toro, si disfrutamos
o no de la fiesta brava, si los ecologistas tienen o no razón
en que es una barbarie injustificada o si la tienen los artistas e intelectuales
que defienden "la plasticidad" del toreo: una mujer se ha
rendido ante el más absoluto de los silencios de sus congéneres.
Qué lejano parece aquel día de mayo de 1996 en que Cristina
tomó la alternativa en Nimes, Francia, de manos de Curro Romero,
quien aquella tarde le dijo que si bien el toreo consiste en acariciar,
ella sabría hacerlo mejor que cualquier hombre. Hoy Cristina
admite: "El mundo del toro está hecho por y para el hombre,
pero me queda el orgullo de haber hecho historia." Quizá
no sólo el mundo del toreo, querida.
Cristina se convierte entonces en un último suspiro solitario,
perdido en el maremágnum de declaraciones. Las mujeres seguimos
sin atender a lo que nos pasa como subconjunto de la sociedad. Allí
prevalecen inquebrantables, a pesar de cualquier esfuerzo, las líneas
estereotípicas que rigen la conducta humana.
Es una lástima que no podamos ser tan pragmáticas como
Berit Ass, ex lideresa del Partido Demócrata Socialista de Noruega,
quien mientras ocupó una curul en el parlamento se quejó
de tener que soportar adulaciones impertinentes por parte de sus colegas
parlamentarios cuando trataba de discutir algún asunto referente
a la política: "En algunas ocasiones, saltaba por ahí
algún caballero con expresiones como: `Trae un vestido muy bonito
hoy, Berit'. Ante tal situación, mi técnica de contraataque
ha sido emplear el mismo método --relató en ese entonces--.
Al día siguiente, y cuando aquel caballero trata de plantear
alguna propuesta de ley, intervengo repentinamente y le digo: `Trae
una corbata muy bonita', o `su pelo luce más brillante que nunca,
¿qué se ha puesto?'".
¿Qué pasaría por la cabeza de Cristina al leer
en las crónicas taurinas que la gente la vitoreaba en las plazas
solamente por su atractivo físico y no porque desarrollara una
buena faena? Hemos perdido además el derecho de ser mediocres,
de ir pasando por la vida así nomás como cualquier hombre.
Ciertamente el pragmatismo de Ass no es infalible ante cualquier situación,
muchas veces pagar con la misma moneda resulta contraproducente.Sólo
se invierten los papeles, pero la relación dominante-dominado
continúa. El error, pienso, quizá está en que nos
hemos entretenido creyendo que en efecto el hombre es el enemigo a vencer.
Cristina ha decidido, a pesar de todo, partir con la frente en alto,
y al final de esta temporada torear algunas corridas más: "He
salido por las puertas grandes de Madrid, Sevilla y la Plaza México,
y eso, que es una página de oro en el toreo, va a quedar ahí,
aunque de momento parezca que se ha hundido el barco y que todo lo que
he hecho quedará bajo las aguas".