Opinión
Ver día anteriorLunes 8 de junio de 2009Ver día siguienteEdiciones anteriores
Servicio Sindicado RSS
Dixio
 
Toros
¿La fiesta en paz?

Novilladas, ¿qué esperar?

A

nte el inicio de la temporada de novilladas 2009 en la Plaza México, ¿qué puede esperar –exigir es una utopía en países paraconstitucionales– la afición y el público en general de este enésimo serial?

Desde luego profesionalismo por parte de la empresa, que incluye varios aspectos, hasta ahora deficientemente atendidos, como son: criterios más rigurosos de selección de jóvenes, combinación de alternantes a partir de sus resultados en otras plazas, propósito claro de generar partidarismos y rivalidad en el ruedo en el corto plazo. Ganado en la línea del elefón, es decir, ni elefante ni ratón, sino novillo con la presencia a la altura del que se pretende el coso más importante del país, estímulos económicos a los novilleros en función de su entrega y capacidad de convocatoria, publicidad imaginativa y amplia si de verdad se quiere llevar gente a la plaza y hacer repuntar el espectáculo.

Rechazo al amiguismo y a las recomendaciones sin bases para imponer muchachos improvisados o que incluso pagan por torear, buscar en serio nuevos valores de la novillería y, de ser posible, consolidarlos y cotizarlos ante el resto de las empresas que, tras el llamado de Rafael Herrerías, seguramente ya se reunieron y acordaron las medidas a tomar y los pasos a seguir, calendarizados, para unirse en torno al repunte definitivo del espectáculo taurino como objetivo prioritario.

Por su parte, cada novillero tiene la responsabilidad, a menos que alguien lo obligue a hacer lo que no quiere, de entregarse como enamorado perdido al compromiso torero consigo mismo, sin preocuparse por el sentido práctico de la vida o por la próxima novillada. Siendo nadie, no puede comparecer como si ya fuera alguien dentro del espectáculo.

Cada ganadero ha de enviar a la Plaza México no únicamente el encierro por el que le vayan a pagar, sino sobre todo aquel que contribuya a dar lustre a la mejor tradición de la ganadería brava en México, a prudente distancia de las embestidas dóciles para faenas de relumbrón.

Los creativos que realicen la publicidad de las novilladas –sin ésta no irá gente– que motiven a asistir al coso no a los aficionados de siempre, sino a los ocasionales o a los que nunca han ido, que son legión, prometiendo no diversión –para eso están el circo y los partidos políticos– sino emoción originalísima y diferente a cualquier otra. Ignorar estas respetuosas sugerencias, será repetir otra temporada de trámite.