Directora General: CARMEN LIRA SAADE
Director Fundador: CARLOS PAYAN VELVER  
Domingo 7 de marzo de 2010 Num: 783

Portada

Bazar de asombros
HUGO GUTIÉRREZ VEGA

Las ciudades de Carlos Montemayor
MARCO ANTONIO CAMPOS

Montemayor: regreso a las semillas
RICARDO YÁÑEZ Entrevista con DANIEL SADA

La autoridad moral de Carlos Montemayor
AUGUSTO ISLA

Carlos Montemayor: ciudadano de la República de las Letras
LUIS HERNÁNDEZ NAVARRO

Recuerdo de Carlos Montemayor
LUIS CHUMACERO

In memoriam
Carlos Montemayor
MARÍA ROSA PALAZÓN

Ser el otro: Montemayor y la literatura indígena
ADRIANA DEL MORAL

Quiero saber
CARLOS MONTEMAYOR

Parral
CARLOS MONTEMAYOR

Columnas:
La Casa Sosegada
JAVIER SICILIA

Las Rayas de la Cebra
VERÓNICA MURGUíA

Bemol Sostenido
ALONSO ARREOLA

Cinexcusas
LUIS TOVAR

Corporal
MANUEL STEPHENS

Mentiras Transparentes
FELIPE GARRIDO

Al Vuelo
ROGELIO GUEDEA

El Mono de Alambre
NOÉ MORALES MUÑOZ

Cabezalcubo
JORGE MOCH


Directorio
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Manuel Stephens

De Brasil a India

La capoeira mexicana llega a su mayoría de edad; hace dieciocho años el entonces Departamento de Danza de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) organizó el primer taller de esta forma de expresión y poco a poco ha ido ganando adeptos y relevancia.

Creada por esclavos durante la época de la colonia portuguesa en Brasil, la capoeira es un arte marcial mediante el cual se preservaban las tradiciones africanas, y que, para resistir la opresión de sus captores, fue adquiriendo un perfil dancístico como hábil estrategia de supervivencia cultural.

La capoeira sirvió a los esclavos para no perder su identidad y tras el fin de la esclavitud la siguieron practicando, pero al estar sumidos en la pobreza y sin empleo pronto se empezaron a formar bandas, por lo cual en 1892 fue prohibida pues se le asociaba con actividades delictivas y se castigaba con la cárcel, el destierro y, en el peor de los casos, cortándole al infractor los tendones de las piernas. Fue un delito hasta la segunda década del siglo XX y se convierte en deporte nacional brasileño en 1937.

Adolfo Flores, director, junto con Rosalinda Pérez, del grupo Longe do Mar, recalca la naturaleza dancística de la capoeira y enfatiza que no debe reducírsele a su faceta marcial ya que lo más importante es el juego: “La capoeira no bloquea los golpes, los evade y luego contesta. Se ‘juega' siempre acompañada de su música tradicional –dirigida por el berimbau, un arco musical que ha llegado a ser su símbolo místico– en un círculo, la roda, en la que músico, bailarín, cantante, guerrero y espectador son papeles que pueden recaer en cualquiera.”

El capoeirista debe tener un entrenamiento sumamente riguroso que incluye algunos de los requerimientos de uno dancístico: fuerza, elasticidad, salto, giro, precisión, etcétera, y se vincula también fuertemente con la acrobacia.

La capoeira, el clown, la acrobacia aérea, la gimnasia olímpica, el uso de estructuras tubulares, son disciplinas cuyo instrumento es el cuerpo, por lo que, aunque no se bailan en sentido estricto, plantean posibilidades kinéticas e interpretativas que se pueden incorporar coreográficamente, razón por la cual se les considera como parte de la escena dancística. En Mercado de 4 puertas, de Flores, se utiliza la capoeira como vehículo para crear un espectáculo teatral: un conserje-narrador lleva al espectador en un viaje imaginario por barrios populares latinoamericanos, señalados por las puertas del establecimiento, en el cual se celebrará la fiesta de su santo patrono y se llevará a cabo la rifa de una motocicleta. La trama es sumamente sencilla, un tanto ingenua y coquetea con el teatro infantil. En contraste, el segundo acto, en el que se da paso a la capoeira por completo, muestra un grupo de atletas y músicos que se imponen por el alto nivel de dificultad de las acciones que realizan y su vitalidad, aunque se reproduce el modelo de la roda.

Mercado de 4 puertas formó parte de la temporada “Danzas del mundo” en la que también se presentó el ensamble de danza clásica de India que dirige Djahel Vinaver. Jhankar, suenan los cascabeles es un programa conformado por obras del repertorio tradicional de India de los estilos clásicos Odissi y Kathak dedicadas a varios dioses hindúes.

La danza Odissi se caracteriza por la división del cuerpo en tres partes: cabeza, pecho y torso. Las posturas que se logran mediante la combinación y colocación de estos elementos dan lugar al sinuoso uso del cuerpo de este estilo rescatado el siglo pasado, entre otras cosas, por el estudio de manuscritos, esculturas, pinturas y poesía del estado de Orissa. Su otro componente son los mudras, posiciones de las manos con un significado simbólico. Por su parte, el Kathak (palabra que deriva de katha: contar una historia) es un estilo que hace énfasis en el golpeteo de los pies contra el piso y la vertiginosidad de los giros.

Vinaver intercaló las danzas con breves intervenciones didácticas que acercan a los espectadores a un lenguaje del cuerpo prácticamente desconocido en nuestro país y propician un mayor disfrute de las piezas. El ensamble tuvo como invitada especial a Veronique Azan, virtuosa figura del Kathak reconocida a nivel mundial; la iluminación estuvo a cargo de Xóchitl González, quien logra atmósferas espirituales, refrendando su lugar como una de las mejores iluminadoras de México. Para un neófito en danzas tradicionales como el que escribe, Jhankar fue una experiencia reveladora de profunda belleza.