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Por cuidar animales, algunos se negaron a abandonar la ciudad

Pensamos que el agua no nos llegaría, admiten tlacotalpenses
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Una niña dibuja sobre una de las camas de un albergue del puerto de Veracruz, adonde fue llevada junto con más de 12 mil 600 habitantes de Tlacotalpan desalojados por las inundacionesFoto Miguel Ángel López Solana
Corresponsal
Periódico La Jornada
Martes 7 de septiembre de 2010, p. 30

Veracruz, Ver., 6 de septiembre. José Ignacio Aguilar, de 40 años, recuerda la noche del domingo 5, cuando el río Papaloapan irrumpió con toda su fuerza en Tlacotalpan, donde reside. En unos segundos el agua llegó hasta arriba del ropero. Su esposa, Concepción, escucha mientras carga a la hija de ambos, de 17 días de nacida.

Alrededor de 12 mil 600 habitantes de este municipio han resultado afectados por las inundaciones, las peores desde 1969. El sábado pasado comenzó la evacuación de la ciudad, con la participación de elementos de la tercera Zona Naval Militar, el Ejército y el gobierno del estado. Los damnificados se han refugiado en albergues de Alvarado y Veracruz.

En el puerto se instalaron cuatro: en el Instituto Veracruzano del Deporte, en el World Trade Center, en el Auditorio Benito Juárez y en el DIF municipal.

La mayoría se concentra en el vecino municipio de Alvarado, informó Guillermo Colina Torres, comandante de la tercera Zona Naval, quien coordina el puente marítimo de rescate en Tlacotalpan y califica la situación de delicada. El domingo, el puente de acceso a la ciudad colapsó.

Los tlacotalpenses que arribaron hoy al refugio ubicado en la calle de Canal, esquina Jiménez son los que resistieron hasta el final, es decir, la mañana de este lunes, cuando el agua nos llegó al cuello. Fidel (Herrera, el gobernador) nos había dicho que Tlacotalpan iba a ser evacuada, pero no le creímos. Pensamos que, como otras veces, el agua no nos llegaría, dice Érika Alfonso Hernández, de 31 años, quien llegó con su esposo Luis Adán Benítez y su hija de 10 años al albergue porteño.

Dicen que la situación se volvió crítica el sábado, cuando la Comisión Federal de Electricidad y el Sistema de Agua Potable suspendieron sus servicios. Esto descontroló a los pobladores, quienes dejaron de recibir noticias por radio y televisión.

Ángel Montes Aguirre, de 60 años, perdió todo en la inundación. Se nos descargaron los celulares y no podíamos comunicarnos. Yo no quería irme porque me daba pena dejar a doña Georgina Aguirre, que nos albergó en su casa, porque cuando llegaron los soldados en sus lanchas no quisieron subir a su perro y ella les dijo que sin su amigo no se iba. Me preocupa. Los militares se niegan a llevar animales.

El gobernador solictó ayer a la Marina y el Ejército comprensión para instalar un puente, a fin de que organizaciones como La Roca ayuden a perros, gatos, cerdos, gallinas y caballos, entre otros animales abandonados.

Juana Vergara, mamá de Ingrid Susana, de seis años, y Berenice, de 10, admite que, con ayuda del abuelo de las niñas, lograron llevarse a Blas, un pequeño conejo gris y blanco, pero el anciano se quedó a cuidar a su perra, La Orejona, y a otros animales. No sabemos nada de él, dice.