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Ya se valora el boxeo femenil, destaca

Ana María Torres ve cumplido su deseo de tener una paga justa
 
Periódico La Jornada
Martes 2 de agosto de 2011, p. a15

Las huellas de los golpes son inocultables. El rostro de Ana María Torres tiene algunos rastros del feroz combate que protagonizó con la tijuanense Jackie Nava, pero no parecen muy serios: el párpado izquierdo color violeta, la nariz algo lastimada y unas leves magulladuras en el pómulo derecho y en el nacimiento del cuello.

La Guerrera, como llaman a la peleadora de Ciudad Nezahualcóyotl, no los esconde bajo gafas oscuras ni maquillaje; por el contrario, presume esas marcas como trofeos, los vestigios del trabajo que le costó llevarse el primer cinturón Diamante del Consejo Mundial de Boxeo al vencer a Nava; el reconocimiento por la calidad de la pelea y el sueldo más alto que ha recibido una mujer en este deporte. Por eso, al final gritó: ¡Arriba las mujeres! ¡Arriba el boxeo femenil!

La resignación la había convencido de que se retiraría sin ver el reconocimiento a las mujeres en el boxeo, sin la recompensa económica justa por subir al cuadrilátero como profesional y como campeona del mundo. Pero después del segundo combate contra Nava piensa que vienen otras oportunidades.

Después de esta pelea, por fin el boxeo femenil demostró que es un buen negocio –reconoce Torres durante una entrevista en el gimnasio Nuevo Jordán–, porque nunca antes hubo tal entusiasmo por una pelea protagonizado por mujeres. La consecuencia se reflejó en el rating televisivo, que alcanzó 18 puntos, equivalente a 30 millones de personas.

Esta es la mejor bolsa de mi vida, ahora sí puedo pensar en mi casa, porque donde vivo rento, también donde tengo mi gimnasio. Todo es renta, dice La Guerrera sin dejar de recibir felicitaciones, solicitudes para tomarse fotos y firmar cuanto papel le extienden.

No he visto todavía nada para pensar en comprar una casa, porque antes no me quería ilusionar si no tenía dinero; después de 10 años luchando con sueldos bajísimos, y una que ni siquiera me pagaron, dijo al recordar aquella función de septiembre de 2010, en la que la empresa organizadora quedó debiéndole los salarios a los boxeadores.

Foto
La Guerrera Torres piensa que vendrán mejores oportunidadesFoto Juan Manuel Vázquez

Y lo ganó con todo en contra –afirma La Guerrera–, porque pensaba que la promotora que representa a Nava y la televisora que la apoya podían pesar sobre la decisión de los jueces. Por eso, tal vez, el rostro serio y la sorpresa con la que reaccionó cuando dieron el veredicto en su favor. Decisión unánime, idéntica puntuación de los tres jueces.

No estaba inquieta, porque yo sabía que había ganado, porque cada que terminaba un asalto me decían en mi esquina cómo iban las tarjetas; pero fue muy apretada la pelea, por eso no hubo gran diferencia en la puntuación, dice Torres.

Admite que tal vez en los primeros episodios la tijuanense se vio más veloz y ágil, pero considera que pudo vencerla gracias a su fuerza, a la condición física y a que no perdió la calma y mantuvo su estrategia.

No dejé que se acercara demasiado, la mantuve a distancia para que no me hiciera daño; yo creo que después de la zurda que le di en el cuarto episodio, que la lastimé y la hice tambalear, ella se cuidó más y dejó de buscarme tanto.

Al día siguiente, Torres quería llorar, pero no sabe cómo hacerlo, rompe muchos estereotipos. Lo único que hizo fue poner su cinturón Diamante sobre el televisor del hotel y mirarlo fijamente mientras por su mente pasaba una película imaginaria. En ella veía todos los obstáculos que tuvo que enfrentar. Recordó la frase con la que salió adelante en más de un reto: “La Guerrera es cabrona, La Guerrera es cabrona”.